Revista con la A

25 de mayo de 2019
Número coordinado por:
Lucía Melgar
63

Exiliadas y represaliadas del franquismo

Autobiografía y exilio republicano en México: Antes que sea tarde de Carmen Parga

Helena López

Es un lugar común reconocer la existencia de un gran número de testimonios escritos por quienes debieron abandonar España al término de la guerra civil en 1939. Una circunstancia que admite varias explicaciones a propósito de la función de la autobiografía: terapéutica, de denuncia política, contra el olvido, de dignificación personal y colectiva.

La cantidad de escritos autobiográficos, así como el hecho de que muchos de ellos viesen la luz tanto fuera de España como en el interior, sobre todo a finales de los años setenta, pone en duda la afirmación sobre un fenómeno de amnesia social en España, que sólo se habría resuelto en el nuevo milenio.

Salvo Éxodo. Diario de una refugiada española (1940) de Silvia Mistral  y Una mexicana en la guerra de España (1964) de Carlota O’Neill, las narrativas autobiográficas de exiliadas en México no empiezan a publicarse en ese país, o en España, sino hasta principios de la década de los noventa del siglo pasado. Creo que varias razones explican este hecho. Por un lado, la edad de esta primera generación del exilio republicano español marca una disposición a hacer un balance de sus propias vidas. Por otro, es en ese momento, pienso que por efecto del interés que la historia social había empezado a demostrar desde los años setenta por grupos subalternos, cuando las editoriales identifican nuevos nichos rentables (como las historias de vida de mujeres sin significación intelectual o política). En este aspecto comercial confluyen también otros dos factores: la expansión de la industria editorial por motivos macroeconómicos y la capitalización del “boom de la memoria” desde mediados de los años noventa y de manera muy intensificada ya con el comienzo del siglo XXI.

La madrileña y ya desaparecida Compañía Literaria publica en 1996 el fascinante texto autobiográfico Antes que sea tarde, de Carmen Parga (A Coruña, 1914 – CdMx, 2004),  estudiante en Madrid, cuando siendo militante de las juventudes comunistas comienzan las aproximaciones que en marzo de 1936 darían lugar a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU):

“La Revolución de Octubre había fracasado, pero todos los que de una manera u otra habíamos participado en ella seguíamos en pie de lucha. De Moscú había llegado la consigna del Frente Popular contra el fascismo, que amenazaba con dominar toda Europa. Los jóvenes nos lanzamos a tratar de conseguir la unidad de las juventudes. El primer comité de enlace entre jóvenes socialistas y comunistas fue el de los estudiantes. Lo formábamos Manuel Tuñón de Lara y yo, por los comunistas, y Aurora Arnaiz y Leoncio Pérez, por los socialistas” (Parga 1996, pp. 34-35).

En el prólogo a Antes que sea tarde, Carmen Parga precisa la intención de sus memorias:

“Escribí estas notas que ahora se publican, sin la preocupación del rigor científico o histórico (…) Ni siquiera releí las memorias de mi marido Manuel Tagüeña Lacorte (Testimonio de dos guerras) (…) su libro, escrito en la plenitud de los cincuenta y ocho años, de un hombre con una memoria increíble, es un verdadero tesoro de datos y narraciones de un indudable valor histórico. Por el contrario, estos mis recuerdos escritos a los ochenta años “antes que sea tarde” son solamente una versión femenina de un episodio de la gran aventura vivida por los españoles que perdimos la guerra y fuimos lanzados al exilio exterior. En realidad ésta es la historia de un exilio (…) Mi objetivo es recordar a mis nietos y en general a las nuevas generaciones las desgracias, calamidades y tragedias que pueden provocar la irracionalidad y el fanatismo.” (ibíd., p. 17).

La captatio benevolentia es un recurso retórico muy frecuente en las prácticas autobiográficas de mujeres antifascistas. Se trataría de una estrategia discursiva, más o menos consciente, para justificar su incursión en un género, el autobiográfico, eminentemente moderno y masculino (Smith y Watson 2001, p. 3):

Para Carmen Parga las memorias de su marido Manuel Tagüeña, teniente coronel del Ejército Popular durante la guerra civil, contienen un valor histórico mayor que el de su propia escritura. ¿Así sin más? Una lectura comparada de ambos textos evidencia que la situación es mucho más complicada e irreductible a rígidas dicotomías (femenino/masculino, privado/público, etc.). Las extraordinarias memorias de Manuel Tagüeña, desde luego contienen información y comentarios valiosísimos sobre la historia militar de la Guerra Civil española y de la II Guerra Mundial, así como de la historia interna del Partido Comunista español en el exilio. Pero creo que el también extraordinario testimonio de Carmen Parga incluye pasajes de análisis político -recordemos que fue militante del Partido Comunista en España y en el exilio y, tras su decepcionante experiencia en varios países socialistas y una vez que dejan Europa definitivamente, presidenta del PSOE en México- de gran inteligencia, que alternan con comentarios no menos inteligentes sobre distintos aspectos de la vida cotidiana y afectiva. Ahora, si examinamos con cuidado el apasionante relato de Tagüeña descubriremos la dimensión emocional del personaje público -siempre la hay-, a menudo inscrita en multitud de comentarios sobre componentes fuera del foco principal de la narrativa. Pero si tenemos paciencia y nos detenemos en esos componentes marginales encontramos, en Tagüeña y en muchas otras autobiografías escritas por hombres, el rastro de impulsos afectivos o de comentarios que exceden (o se desidentifican con) los imperativos impuestos sobre su subjetividad masculina. Entre muchos ejemplos sobresale la referencia a los niños abandonados y vagabundos durante la II Guerra Mundial en Tashkent, la capital de Uzbekistán (2005, pp. 432-433).

No se trata sólo de recordar el significado moral de la lucha antifascista. Se trata, también, de comunicar ese significado transgeneracionalmente

Carmen Parga dice algo más, algo muy importante, en el fragmento del prólogo a Antes que sea tarde, que reproduje más arriba: “mi objetivo es recordar a mis nietos y en general a las nuevas generaciones las desgracias, calamidades y tragedias que pueden provocar la irracionalidad y el fanatismo.” Aquí de nuevo nos encontramos ante un topos de la literatura del exilio: no se trata sólo de recordar el significado moral de la lucha antifascista. Se trata también, y de manera principal, de comunicar ese significado transgeneracionalmente. En las páginas finales de sus memorias, Parga expresa:

“Parece que sea el destino del hombre enfrentarse siempre a la tarea de inventar el futuro. Yo me niego a ser pesimista; a pesar de todo lo vivido sigo confiando en el hombre, quizá porque lo he visto afrontar con valor las más difíciles situaciones.” (1996, p. 177).

¿Cabe una actitud menos melancólica que el deber moral hacia las generaciones por venir? La ética del exilio, según ha sido vista por sus protagonistas, no es sino una «ética de la sustentabilidad» (Braidotti 2006, p. 165). Una política y una justicia de la espectralidad que crea un vínculo entre las generaciones que fueron y serán a través de luchas emancipatorias en común que contravienen las interpretaciones nostálgicas del destierro. (Derrida 1993, pp. 15-16).

Antes que sea tarde merecería un análisis discursivo mucho más detallado del que ahora puedo dedicarle. Valga señalar que el texto recorre infinidad de contextos políticos en Europa, a lo largo de más de dos décadas: los años treinta en Madrid, el comienzo de la guerra española, el exilio en la URSS (y la experiencia de la II Guerra Mundial), Yugoslavia, Checoslovaquia y México. De los muchísimos momentos y comentarios sobre una vida tan rica elijo una imagen, el pie de foto y su glosa. La imagen, en blanco y negro, representa a un grupo de seis muchachas (entre ellas una jovencísima Carmen Parga), cinco muchachos y tres adultos posando en un terreno en construcción; en el fondo se adivina la geometría moderna de un edificio institucional. El pie de foto: «Inaugurando la Facultad de Filosofía y Letras en la Ciudad Universitaria» (1996, p. 55). La glosa:

“Estrenar la Ciudad Universitaria de Madrid fue una de las grandes emociones de mi generación. La Facultad de Filosofía y Letras fue la primera en pasar del viejo caserón de San Bernardo a la luminosidad del nuevo edificio, lo que parecía todo un símbolo: España rompía amarras con la Edad Media y entraba con ímpetu en la Modernidad (…) Porque faltaba muy poco para que aquellos campos de deportes, todos aquellos edificios construidos o a medio construir, que iban a formar la majestuosa Ciudad Universitaria que anhelábamos, se convirtieran en campos de batalla, como un símbolo de que los sublevados venían a destruir todo lo que representara en España cultura, progreso y esperanza” (ibíd., pp. 50 y 54)

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Derrida, Jacques. Spectres de Marx. París: Galilée, 1993.

Mistral, Silvia. Éxodo. Diario de una refugiada española. México: Minerva, 1940.

O’Neill, Carlota. Una mexicana en la guerra de España. México: La Prensa, 1964.

Parga, Carmen. Antes que sea tarde. Madrid: Compañía Literaria, 1996.

Smith, Sidonie y Watson, Julia, eds. Women, Autobiography, Theory. A Reader. Madison: The University of Wisconsin, 1998

 

REFERENCIA CURRICULAR

Helena López es doctora en Filología Hispánica por la U. de A Coruña. Ha sido becaria Fulbright en la Universidad de Brown y estancia posdoctoral con un proyecto sobre memoria cultural en la Universidad de Londres. Su principal campo de investigación se sitúa en el cruce entre feminismo y literatura. Actualmente es investigadora y secretaria académica en el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM. Es autora de Vanguardia y exilio: sus representaciones en el ensayo de Juan Larrea (2002) y El clamor de las ruinas. Una interpretación cultural de narrativas personales de exiliadas españolas en México (2013), galardonado en la V edición del Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas.

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