Revista con la A

25 de enero de 2019
Número coordinado por:
Alicia Gil
61

Lenguaje no sexista contra el sexismo, la desigualdad y la exclusión

La nueva virgen María se llama Jane

Aunque no suelo comentar series de televisión, algunas veces me parece imperante dada la falta de crítica con la que una gran mayoría de espectadores se acercan a ciertos contenidos altamente misóginos, que transmiten concepciones de la mujer y de los roles de género no sólo tradicionales sino tremendamente jerárquicos y desiguales respecto de las mujeres. Por estas mismas razones he comentado Merlí (Ver nº 54 de con la A), ahora voy a comentar el primer capítulo de Jane the Virgen (2014), que es la adaptación norteamericana de una telenovela venezolana del mismo nombre Juana, la virgen.

Virgen Jane tiene cuatro temporadas, la más reciente de 2017, disponibles en Netflix. El primer episodio presenta el matriarcado de las Villanueva, tres generaciones de mujeres viviendo juntas: la abuela, Alba; la madre, Xiomara; la hija, Jane. Las tres son devotas católicas y por tanto el principal valor que defienden es la virginidad y la pureza, aun cuando su práctica esté plagada de contradicciones.

La historia comienza cuando Jane (Gina Rodríguez) acude a su cita con el ginecólogo para su examen del Papanicalaou –Pap- y termina siendo inseminada artificialmente. El semen que la fecundará pertenece a Rafael Solano (Justin Baldoni), dueño del Hotel Marbella donde ella trabaja y con quien tuvo un encuentro romántico mucho tiempo atrás. Debido a haber sufrió un cáncer, Rafael se encuentra imposibilitado de tener hijos, su única opción de ser padre se encontraba en la muestra de semen que por equivocación le fue colocada a Jane y no a Petra (Yael Grobglass), su esposa. Petra buscaba embarazarse para reactivar su matrimonio que se encuentra pasando por una crisis.

Por su lado, Jane tiene una pareja, Michael Cordero (Brett Dier), que es policía de investigación con quien ha establecido un plan de vida: una vez que ella se gradúe, se casarán y formarán una familia. Sin embargo, repentinamente él le pide matrimonio, tal vez urgido por los deseos sexuales dado que Jane ha dejado explícita su intención de llegar virgen al matrimonio. Su plan de vida y su relación con Michael se verán alteradas una vez que sepa que está embarazada.

El primer problema está en la cita de Jane para hacerse el examen de Pap. Se trata de un examen que toda mujer que ha empezado una vida sexual activa debe realizarse para detectar a tiempo algún tipo de cáncer cervical, uno de los más peligrosos y que causa la muerte de millones de mujeres en el mundo. Sin embargo, si Jane no tiene una vida sexual activa, no hay necesidad de que se haga dicho examen dado que el virus de papiloma humano (VPH), que produce el cáncer, se transmite sexualmente. Si bien algunos médicos recomiendan que toda mujer mayor de 21 años se realice el examen anualmente, se trata de una norma que implica que las mujeres han iniciado su vida sexual adulta, sin embargo, como es el caso de Jane, algunas pueden estar en una situación diferente. Es posible que algunas otras circunstancias requieran la realización del examen para diagnosticar alguna otra dolencia, pero esto no está explicado adecuadamente.

El hecho de que un médico profesional se equivoque e insemine a una mujer sin su consentimiento es un delito, no es un error, ni una simple distracción, sino un crimen, como tal no sólo puede ser sometido al juicio ético sino a una sanción legal. Se trata de un asunto serio que, sin embargo, bajo el paraguas de la “comedia” o “telenovela”, ocurre casi sin despertar desaprobación. Es la propia hermana de Rafael Solano, la Dra. Luisa Alver, quien cometerá el crimen. Luisa se encontraría en una crisis emocional después de haber descubierto la infidelidad de su pareja. No estoy segura si se hubieran atrevido a presentar a un médico -varón-, cometiendo el mismo despropósito y por tanto retratándolo como un inepto, estúpido e irresponsable, obnubilado por sus emociones. Especialmente en el ámbito de la medicina, este tipo de imágenes que representan a las mujeres imposibilitadas de ejercer cualquier práctica relativa a la salud tiene una larga historia, iniciada en la Edad Media, al momento en que eran las mujeres las que dominaban el saber de curar y éste quería ser arrebatado por los doctores formados en las entonces incipientes universidades. Es desde entonces que las campañas por hacer de las mujeres brujas malvadas y peligrosas no han cesado. El que la doctora Luisa sea lesbiana sólo acentúa esa visión de las mujeres como inferiores, incapaces de comprometerse intelectualmente y atadas a sus pasiones [1].

Pero lo más grave ocurrirá luego de que este exabrupto ocurra. Jane, que debería estar furiosa y dispuesta a seguir cargos judiciales por el crimen cometido contra ella, rápidamente olvida las circunstancias y desplaza el problema hacia la fecundación en sí misma, es decir, en vez de abordar el asunto como un crimen contra su persona dado que se le ha impuesto un embarazo no deseado como parte de una práctica médica incompetente, ella y todos los personajes de la serie reducen el problema al binomio vida (seguir con el embarazo) o muerte (interrumpir el embarazo). Para acentuar el dilema, al haber sido utilizada la única muestra de semen que Rafael tiene, ésta es su única opción de ser padre, es decir, que el binomio que se ha creado (vida o muerte) es además rotundo: vida ahora o nunca – muerte ahora y siempre. La construcción de esta situación que para sostenerse tiene que omitir todas las agresiones perpetradas sobre el cuerpo, la voluntad y la vida de Jane, no son gratuitas por su evidente vínculo con una lógica patriarcal y conservadora que convierte todo acto de violencia contra la autonomía de la mujer en un hecho emocional, que lo reduce a una cuestión ética de vida-muerte pero que omite una cuestión ética previa: la de los derechos de la mujer y el crimen perpetrado sobre ella.

Esta ceguera es tan extrema que en Virgen Jane se menciona la posibilidad de que Rafael le haga un juicio a su hermana por utilizar su semen, pero sobre el atropello hecho al cuerpo, a la integridad y a la vida de Jane, nadie se manifiesta y Jane es incapaz de demandarlo, en lo que más que santa se perfila como tonta. Ella se siente culpable por lo sucedido, al igual que en los casos de violación, siendo la víctima quien termina asumiendo las responsabilidades de los culpables, lo cual es explícito cuando le cuenta de su embarazo a su abuela y le pide que la perdone, ¿de qué? La culpa que siente Jane sólo es posible negando el atropello contra su persona, contra su cuerpo, y desplazándolo hacia una cuestión sobre la vida por nacer de la que ella se siente responsable, aun cuando no la haya buscado. Este es precisamente el asunto que simbólicamente me parece más peligroso pues endiosa el semen pero denigra el cuerpo de la mujer, que puede ser violentado, invadido, doblegado, forzado sin consecuencia, sin castigo, sin arrepentimiento. Virgen Jane hace visible el razonamiento que fuerza a mujeres violadas a seguir con embarazos que no han buscado, que no han querido y que rechazan, incluso cuando son menores de edad: el semen es sagrado pero el útero, la vagina, el cuerpo femenino es fútil.

Comentario aparte merece la decisión de Jane de mantenerse virgen. Si bien como voluntad personal merece todo nuestro respeto, sin embargo, la serie muestra escenas en las que Jane, como cualquier joven sana de su edad, deja ver que tiene un deseo erótico por su pareja Michael y que el motivo de mantener la castidad se debe al plan que ella ha creado para su vida, el de terminar primero su carrera antes de iniciar una familia. Este razonamiento sería muy coherente en 1950, pero desde que existen los métodos anticonceptivos parece anacrónico que ella no pueda compatibilizar una vida sexual activa y al mismo tiempo posponer la reproducción hasta el matrimonio, o hasta que ella haya alcanzado los logros personales que busca. El caso es que la virginidad de Jane ha sido prometida, jurada, ofrecida a su abuela, que como la mujer de sesenta años o más que es, responde a una lógica de hace sesenta años, a valores y creencias que hoy en día son obsoletos, por decir lo menos y que si bien muy adecuados para Alba puede que no sean los mejores para Jane. El problema no es que Jane decida ser virgen hasta el matrimonio, el problema es que la virginidad es utilizada como método anticonceptivo, es decir, implícitamente se está rechazando el control de la sexualidad femenina por medios que no sean la total abstinencia sexual. A su vez se está estableciendo un correlato entre reproducción y mujer, como si el hombre no participara de ésta y, por tanto, Michael no pudiera ni evitar o contralar su reproducción, o al menos participar activamente en ella. En este sentido, la confusión armada para que Jane quede embarazada -la inseminación artificial involuntaria- refuerza esa ecuación entre reproducción y mujeres porque en todo ese embrollo sólo hay mujeres involucradas: la hermana de Rafael, Dra. Luisa Alver; la esposa de Rafael, Petra Solano y Jane, ningún hombre ha intervenido, aunque la presencia del semen ha sido determinante. El mensaje implícito es que son las mujeres las que manejan la reproducción y los hombres sólo dan su esperma pero están exentos de toda responsabilidad.

En resumen, la aceptación de la violencia sobre el cuerpo de Jane, la abstinencia como única forma válida de controlar la reproducción, el rechazo a todos los métodos anticonceptivos y la ecuación que endilga la reproducción a un asunto sólo de mujeres, son los aspectos que, sólo en este primer capítulo, me parecen los más reprobables y que rechazo totalmente por instigar y respaldar la violencia hacia la mujer. Recalco que solo estoy comentando el primer capítulo y que muchos aspectos de la trama cambiarán, se complejizarán o se atenuarán más adelante, pero me estoy centrando en lo que la serie presenta en su apertura dado que la encuentro, ya de entrada, tremendamente problemático aceptar los supuestos sobre los que se desarrolla.

NOTA:
[1] Para profundizar en la guerra contra las mujeres y sus saberes recomiendo Calibán y la bruja de Silvia Federici y también investigar sobre la querella de las mujeres.

 

 

REFERENCIA CURRICULAR

Bethsabé Huamán Andía es Crítica de cine y crítica literaria. Escritora y Feminista. Licenciada en literatura, magister en estudios de género y estudiante del programa de doctorado en español y portugués en la Universidad de Tulane, Nueva Orleans.

 

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