Revista con la A

25 de mayo de 2022
Número coordinado por:
Marie Caraj
81

Urbanismo y arquitectura feminista

La necesidad de una vivienda cooperativa con perspectiva feminista

Roser Casanovas

Roser Casanovas

Para cambiar las condiciones de vida de las personas y poner los cuidados en el centro, tenemos que construir espacios que den apoyo a nuevas formas de organización social

Actualmente, el derecho a la vivienda no está garantizado. Acceder a una vivienda y disfrutar de unas condiciones adecuadas de habitabilidad son problemas estructurales de nuestra sociedad. Las dinámicas económicas que se dan en nuestras ciudades, que priorizan el beneficio económico y la acumulación de capital, han hecho que la vivienda se convierta en un bien especulativo y que las personas vecinas sean expulsadas a barrios o municipios más alejados, poniendo en riesgo la vida cotidiana de las personas, erosionando las redes vecinales y la vida comunitaria.

En este contexto, es esencial desarrollar estrategias de accesibilidad a la vivienda para toda la población incorporando la diversidad de experiencias y de necesidades. Y es precisamente aquí donde el género es una variable imprescindible que condiciona tanto el acceso como el uso de la vivienda. Existe aún una brecha salarial muy importante entre mujeres y hombres: las mujeres tienen una menor tasa de ocupación, unas mayores tasas de temporalidad, más reducciones de jornada y precariedad, que contribuyen a la feminización de la pobreza.

Las mujeres son mayoritariamente las responsables de cuidar a personas dependientes, mayores y enfermas, y dedican más horas semanales al cuidado del hogar y de la familia. Todos estos factores dificultan la independencia económica de las mujeres y su acceso a la vivienda con las condiciones actuales. Además, si cruzamos el género con otras variables como la edad, el origen, la diversidad funcional o las responsabilidades familiares, las dificultades se agravan aún más.

Además de qué posibilidades tenemos las mujeres para acceder a una vivienda, también debemos tener en cuenta cómo son los espacios de nuestras viviendas y qué roles están perpetuando. El tipo de viviendas que se han producido durante las últimas décadas han variado muy poco a pesar de la heterogeneidad de situaciones y de las unidades familiares actuales. Se han dado por obvias e inamovibles ciertas características como, por ejemplo, la distribución en espacios cerrados y poco visibles de algunas tareas domésticas (lavadero, cocina, guardados varios …).

«La casa» ha sido utilizada como espacio de perpetuación de la división sexual del trabajo

Esto ha hecho repetir estructuras jerárquicas y rígidas de la familia nuclear patriarcal que quedan reflejadas, entre otras, en la nula consideración que tiene el trabajo de cuidados y sus necesidades. «La casa» ha sido utilizada como espacio de perpetuación de la división sexual del trabajo, asignando a las mujeres la responsabilidad de realizar cotidianamente una serie de tareas domésticas dentro de la casa, necesarias para que el trabajo productivo fuera de casa pueda desarrollarse.

Si algo ha evidenciado la crisis sanitaria actual, entre muchas otras, es el privilegio que significa tener una vivienda en la que sentirse segura y que se adapte a las necesidades de las personas usuarias en cuanto a la accesibilidad, el cuidado de las personas dependientes, los ciclos de la vida, la corresponsabilidad y la colectivización de las tareas reproductivas. Por ello, es necesario repensar modelos de vivienda donde la sostenibilidad de todas las vidas posibles sea prioritaria y se den las condiciones materiales para poder cuidar a otras personas y autocuidarnos.

Dones Cohabitant (Mujeres Cohabitando), un proyecto de vida comunitario feminista en Barcelona

Actualmente, desde el Col·lectiu Punt 6 desarrollamos el proyecto Dones Cohabitant para impulsar cooperativas de mujeres colectivizando los cuidados, subvencionado por el Ayuntamiento de Barcelona. Este proyecto tiene como objetivo principal la creación de un grupo de mujeres cabeza de familia que generen un proyecto comunitario de vida, que se ajuste a sus necesidades, que sea un espacio seguro, hecho y gestionado por mujeres y que aporte posibilidades para la gestión comunitaria de los cuidados en el mismo proyecto o en el barrio donde se integre.

Es necesario repensar modelos de vivienda donde la sostenibilidad de todas las vidas posibles sea prioritaria

El proyecto recoge las contribuciones colectivas previas de teóricas y activistas feministas que han propuesto compartir espacios comunitarios, fuera del hogar, para reivindicar que las tareas de cuidados y reproductivas serán responsabilidad social y pública, haciéndolas visibles en los entornos urbanos y comunitarios. Existen muchos proyectos similares encabezados por mujeres para construir nuevos espacios para nuevas relaciones sociales en diferentes lugares del mundo como, por ejemplo, Mujefa en Uruguay o Frauenwohnprojekt Ro * sa en Viena. Y, actualmente, en Barcelona existe la Morada, formada por lesbianas, trans y mujeres, que plantea un modelo de convivencia y organización de los cuidados y los afectos más allá de la familia nuclear y, por otro lado, en un entorno rural, en Santa Maria de Palautordera, existe La Renegà formada por mujeres que impulsan un proyecto de vivienda cooperativa feminista poniendo los cuidados al centro, incluyendo dos viviendas para mujeres en situación vulnerable. Y muchos otros proyectos que es necesario visibilizar y aprender de sus aportaciones.

Sabemos que la diversificación de los modelos de tenencia es una manera de luchar contra la especulación y favorecer el acceso a vivienda asequible. Hace años que el movimiento cooperativo por el derecho a la vivienda ha crecido e implica cada vez más personas y entidades, reivindicando alternativas al acceso a la vivienda a través del modelo de la vivienda cooperativa con cesión de uso, que promueve valores comunitarios de convivencia y rompe con la propiedad individual. A pesar del innegable avance que han supuesto estos proyectos, éstos no resuelven todas las problemáticas vinculadas con la vivienda.

La vida de las personas, y especialmente la de las mujeres, no está compartimentada, sino que es un desplazamiento continuo entre tiempos y espacios

Tal como señala Cristina Carrasco, la vida de las personas, y especialmente la de las mujeres, no está compartimentada, sino que es un desplazamiento continuo entre tiempos y espacios que afecta las diferentes dimensiones de su vida, por lo que es necesario un análisis integrador para comprender la complejidad humana. Por ello, creemos que las condiciones del entorno urbano en el que se sitúa la vivienda y como este entorno facilita o no la vida cotidiana de las personas son cruciales para garantizar el derecho a la vivienda y el derecho a la ciudad.

Crear redes comunitarias de apoyo y de cuidados entorno a la vivienda

Hay que dejar de pensar la vivienda desde una perspectiva individual, que muchas veces se centra en resolver el problema de la unidad de convivencia. Desde una perspectiva y metodología feminista, proponemos crear redes comunitarias de apoyo y de cuidados alrededor de la vivienda que involucren diferentes personas viviendo en diferentes modelos de vivienda (público, cooperativo, masovería urbana, vivienda social e incluso vivienda privada) para compartir espacios colectivos y contribuir a la colectivización de las tareas domésticas, de cuidados y comunitarias. El grupo de las Mujeres Cohabitando pueden ser parte de una red comunitaria en su entorno próximo.

Estas redes comunitarias de cuidados alrededor de la vivienda contribuyen de forma activa en:

  • Primero, utilizar la vida cotidiana para analizar el rol del espacio en el entorno significa dar el mismo valor a todas las esferas de la vida: la productiva, reproductiva (trabajo doméstico y de cuidados), la comunitaria y la personal.
  • Segundo, reconocer el valor social del trabajo no remunerado y promover una división más equitativa entre esferas.
  • Tercero, romper la división público-privado, entre la esfera privada del hogar y el espacio público, llevando el trabajo doméstico y de cuidados en el espacio público para entenderlo como una responsabilidad social.
  • Cuarto, entender que esta organización diaria tiene implicaciones de diseño urbano, de salud y de bienestar que influencia las aspiraciones y expectativas de las personas,
  • Quinto, contribuir a democratizar las políticas de vivienda para que la participación activa de las mujeres sea central en la búsqueda de soluciones de vivienda asequible y más equitativa.
  • Sexto, generar un nuevo mercado de vivienda cooperativo, en un entorno ya construido, rehabilitando el parque actual a través de una nueva forma de organización social.

Para cambiar las condiciones de vida de las personas y poner los cuidados en el centro de verdad, debemos construir nuevos espacios que den apoyo a nuevas formas de organización social.  

NOTA:

Artículo publicado en catalán en el periódico el Crític 10/06/2021: https://www.elcritic.cat/opinio/roser-casanovas/la-necessitat-dun-habitatge-cooperatiu-amb-perspectiva-feminista-95581

 

REFERENCIA CURRICULAR

Roser Casanovas es, arquitecta, urbanista y socia fundadora de la cooperativa feminista Col·lectiu Punt 6, SCCL: soy arquitecta por la ETSAB (2008). Máster de la Vivienda del Siglo XXI por la *FPC (2010) con la tesina “La gestión de la vida cotidiana en las colonias textiles catalanas” y Máster de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la UPC (2017) con la tesina “Vivir la utopía. Aprendizajes por la gestión de la vida cotidiana”. He colaborado con el estudio Montaner Muxí arquitectos durante 10 años (2005-2015) y he sido coordinadora académica (2009-2014) del Máster Laboratorio de la Vivienda Sostenible del siglo XXI y docente de éste. Mis principales ámbitos de trabajo están relacionados con la vivienda y la gestión comunitaria de los cuidados en torno a la vivienda a través de metodologías participativas con perspectiva feminista interseccional. Además de la gestión de nuestra cooperativa con sus retos y sus dificultades para llevar a cabo una economía feminista de la teoría a la práctica.

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