Revista con la A

25 de julio de 2022
Número coordinado por:
Amarela Varela y Lucía Melgar
82

Migración, exilio y desplazamiento forzado

Escrituras de camino abierto: la diáspora ecuatoriana

Cristina Burneo Salazar

A todo movimiento de un cuerpo se le oponen fuerzas de control. Esto se expresa en escalas vastas, como muros alzados entre límites nacionales, y en fronteras menos evidentes como el binarismo de género o el monolingüismo

A todo movimiento de un cuerpo se le oponen fuerzas de control. Esto se expresa en escalas vastas, como muros alzados entre límites nacionales, y en fronteras menos evidentes como el binarismo de género o el monolingüismo. A su vez, todo movimiento obstaculizado por una fuerza de detención posee un ímpetu capaz de desatar fugas. La poesía de Sonia Guiñansaca, Gladys Calvopiña, Bernardita Maldonado y Tomás/Pe Proaño se funda en el movimiento. De origen ecuatoriano, pero de condición diaspórica, esta poesía impugna los imaginarios del sedentarismo para crear mundos transnacionales.

Se trata de escrituras que comparten la comprensión de la migración como un movimiento social; de la vida económica y la precarización laboral como constituyentes de realidades desnacionalizadas, pero no despegadas de los problemas de lo nacional; y la voluntad de construir relatos para otros mundos posibles. La condición política de género también atraviesa sus políticas de escritura desde los feminismos, la existencia transgénero y la vida intercultural de las migrantas. Además, la escritura aparece en estos proyectos como práctica social de cooperación para nombrar la pluralidad del movimiento.

Estos son poemas vinculados a unos Andes históricamente conectados con el mundo por la migración, como los ha concebido Soledad Álvarez Velasco en su trabajo sobre migraciones. Desde allí, aparece una historia menor de la escritura que se opone a la literatura sedentaria, (a)sentada en los grandes archivos de los patriarcas de la cultura.

Llamadas extraterritoriales, no son, sin embargo, escrituras «raras». Aunque podrían verse como una anomalía, no constituyen una excepcionalidad. Por el contrario, hacen con sus movimientos la otra historia de las Américas: la historia sin-papeles, multilingüe, en proceso de regularización. El deseo de irse, el tener que irse, el tránsito espacial, sexual, el viaje interior, son formas de ver hacia adentro y ver roto un gozne del tiempo que demanda movimiento. Es abrir otro tiempo.

La autonomía de las migraciones afirma el albedrío de la migración antes que su necesidad de tutelaje, y su vitalidad política antes que su sujeción a marcos para controlarla

La autonomía de las migraciones afirma el albedrío de la migración antes que su necesidad de tutelaje, y su vitalidad política antes que su sujeción a marcos para controlarla, no sólo en su acontecer cotidiano, sino también en las narrativas que produce. Estas escrituras son poseedoras de fuerzas desestructurantes respecto del gran signo «nación», que a su vez ha saturado de significado el signo «cuerpo», el signo «nosotras», y abren un relato enmarcado en poéticas nómades, vitalistas y también anfibias, si pueden llamarse así siguiendo la raíz griega de esta palabra: vivir dos vidas, respirar en dos lugares a la vez. Aquí unos fragmentos anfibios de estes poetas del movimiento.

Sonia Guiñansaca se define como poeta migrante queer. Emigró de niñe desde Ecuador a USA. Su poema digital Calling Cards es parte de Nostalgia and Borders (2016), publicado en el proyecto Humanizando la Deportación. En 2007, politizando su status «sin papeles», empezó a trabajar en movimientos de personas indocumentadas. Traduzco unos fragmentos del inglés:

A través de los océanos

y la tierra

Intentando conectar

Una línea telefónica

Con otra

Como un cordón umbilical

Estos $5, $10, $20

Las tarjetas son más que plástico

Estas tarjetas telefónicas

Tienen latidos de corazón

La espera es una condición de la existencia en movimiento. La tarjeta para llamar es el frágil pero sostenido hilo que aún mantiene cerca a millones de familias transnacionales a través de la voz: «We waited», repite el poema.

Al otro lado de la línea, esperábamos.

En las casetas de teléfono, esperábamos.

Por tu voz, esperábamos.

Y era todo lo que teníamos.

En su trabajo sobre la espera como tiempo robado a las personas en movimiento, Shahram Khosravi ha escrito que quien impone la espera ejecuta una técnica de dominación: esperas en colas por un papel, un visado, una respuesta que deje de aplazar tu vida. La tarjeta de teléfono de $10 es siempre poco, las noticias llegan tarde, la abuela también espera para contarlas todas acumuladas. La espera constante por noticias es una forma de vivir la vida migrante, como las de la vida de una semana acumulada en diez minutos de tarifa internacional.

El duelo migratorio es otro problema central al movimiento. La separación comunitaria, la pérdida de la lengua, también son duelos. Es lo que poetiza Gladys Calvopiña, educadora feminista y migranta en Montréal. Cito su poema «Sanación», sobre el herpes zóster («culebrilla»). Dicen las sanadoras ancestrales que es la enfermedad del duelo. El virus de la varicela despierta en la piel cuando las defensas bajan por la tristeza de una pérdida y salen en forma de ardores:

 

el herpes es la enfermedad del luto, de la pérdida

y es también la enfermedad de la migración

 

Tengo herpes en el pecho,

llevo un duelo en el corazón

desde que te dejé, pequeño país,

desde que me echaste

 

Y, sobre todo, aquí no está

la sanadora, la cuidadora

[…]

The old wise mama

Ella, la que puede cruzar la frontera de la vida y la muerte

Ella, que no tiene frontera

La pérdida de la sabiduría de las sanadoras es otro duelo. Las hierbas y el tocar mágico de la mujer sin frontera son una ausencia en el cuerpo. La ausencia de una mujer en el pecho de otra.

Bernardita Maldonado migró desde Loja, frontera Sur, hacia Cataluña en 1997. Su relato de migración está marcado por la guerra con el Perú: «Cuando el Cenepa no dábamos más, me fui». La valla de este poema era una alambrada que separaba la pista del aeropuerto de Quito de la avenida. Allí se paraban miles de personas para ver partir a sus familiares durante el colapso económico de Ecuador que explotó en 1998. Esas tres palabras, «valla para despedirse», condensan la memoria colectiva de la diáspora durante la época de dolarización.    

Ecuador latitud 00⁰00’00” de los parajes del sol

valla para despedirse

para desangrarse

muro del hasta aquí te llegan

los dones de la tierra

linde de lo que será tu mañana

agigantado de separaciones

línea donde la sombra encadenó a Prometeo

punto de fuga donde se desdibuja dios

en el instante de las ofrendas y sacrificios.

Por su parte, la escritura de Tomás/Pe Proaño es una crítica a la ciencia androcéntrica que ha perpetuado el binarismo de género como única forma de vida viable para la especie humana. El tránsito geográfico y el sexual aparecen aquí como una potencia liminal entre la existencia transgénero, la migración y la disidencia de la identidad dada por la familia y el Estado. Tomás/Pe define su poesía desde la transmasculinidad como «no tan such a man, pero sí/ a queer trans man» y es nómade: ha migrado a Guayaquil, Valencia o Berlín en busca de mundos más amplios, sus tránsitos son interiores y de gran escala a la vez. Aquí sus versos inconformes:

cuerpo que ahora parecería

que funciona como eme pero funciona como equis

cuerpo que has tenido que ser justificado

cuerpo cueva

cuerpo cava

La migración busca lugares donde a este cuerpo no se le demanden justificación ni identidades fijas. Cuerpo y existencia se fundan en el movimiento abierto del corazón:

muchachita que se odió hasta aceptarse muchachito

muchachito con senos muchachito

muchachito sin barba muchachito

muchachito en crepúsculo muchachito

corazón abierto muchachito

Todas estas escrituras son de corazón abierto: Sea la poesía bilingüe-queer de Sonia Guiñansaca, quien hoy se autodetermina como miembro de la nación cañari, pues como niñe fue migrade desde la región de Azuay; sea la defensa feminista de las migrantas contra la asimilación, como hace Gladys Calvopiña desde Canadá; sea la vida de las trabajadoras ecuatorianas en España, como Bernardita Maldonado; sea el tránsito sexual-migratorio en busca de mundos contra-identitarios, como en la escritura de Tomás/Pe Proaño. La diáspora abre otros ecuadores en su movimiento constante, en otras lenguas y en otros amplios mundos dueños de la contrahistoria, y se está narrando nada menos que desde la poesía.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Cristina Burneo Salazar es escritora, traductora, docente universitaria y cofundadora del colectivo y medio independiente Corredores Migratorios (www.corredoresmigratorios.com), que opera transnacionalmente desde Ecuador.

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