El Arte y el Vino, un maridaje perfecto
Que el vino es parte de nuestra cultura, lo hemos escuchado infinidad de veces, al igual que el vino es un arte, como lo es la música, la danza, la escultura, la pintura… Todas ellas son expresiones artísticas que conforman nuestro entorno y nuestra vida, que nos enriquecen y son parte de todas las personas.
Sin la presencia del vino no puede entenderse nuestra cultura occidental, herencia de ese conglomerado de tradiciones que, desde los imperios asirio y persa, pasando por Egipto, cristaliza en Grecia y Roma. El arte y la literatura, como no podía ser de otro modo, han recogido esa tradición e incluso han sacralizado el vino.
Desde siempre, son muchos los artistas que, cautivados por el vino, desarrollan obras con un toque muy especial.
Frescos egipcios que reproducen el pisado de la uva, esculturas o pinturas griegas que representan escenas de recolección, imágenes pompeyanas de Dionisos y de los cultos dionisíacos, mosaicos de varias épocas, retablos góticos, cuadros barrocos, pinturas impresionistas o cubistas.
En este papiro se representan la vendimia y el pisado de uvas, así como las ofrendas de vino. Son dibujos que están presentes en las paredes de muchas tumbas egipcias desde la primera dinastía ¡Hace más de 5000 años!
Un antiguo proverbio egipcio reza: «En el agua puedes ver reflejada tu cara, pero en el vino siempre aparece tu mejor cualidad».
Muchos pintores se han inspirado tomando como excusa la uva, el vino y sus símbolos, a lo largo de la Historia de la Humanidad. Durante siglos, el vino ha mantenido una vitalidad artística encomiable; ha posado cientos de veces para pintores que lo retrataron en cuadros de todas condiciones y gustos. Sin el vino, a la Humanidad le faltaría una parte importante de sus valores y manifestaciones culturales. Incluso se le asigna un dios y se le llama «bebida divina». El vino sufre, a su vez, una -podríamos decir- segunda «aculturación». Y es que, a los seres humanos les ha sorprendido siempre el poder estimulante del vino, capaz de provocar la euforia en el ser más abatido, así como de soltar la lengua al más tímido. «Si bebes agua, nunca podrás producir una obra de arte», decía el poeta griego Cretino.
RUBENS
Si existe alguna figura a la que Rubens concedió un interés especial y en la que se reconoció, en parte, es el mítico Sileno, maestro de Dionisos y miembro de su procesión báquica. Su naturaleza es rica en contradicciones: hombre y bestia a la vez, figura a veces cómica, a veces fracasada. No obstante, es un personaje conocido por decir la verdad (“in vino veritas”), lo cual le crea problemas.
Rubens pintó y dibujó a Sileno multitud de veces. Nos lo muestra tembloroso, desnudo, enorme y carnoso en una escena bacanal, rodeado de un séquito que le sigue en creciente frenesí. Nos retrata la posesión dionisiaca, como un encantamiento que perturba la razón y que deja manifiesta la condición animal del hombre.
De todas las bacanales que he visto, si tuviera que elegir una me quedaría con “La Bacanal” de Tiziano. Tiziano ilustra el tema mitológico de la llegada del dios del vino a la Isla de Andros que le estaba dedicada, ya que por sus ríos corría vino en vez de agua. Sus habitantes esperan la llegada de Baco dedicados a la fiesta del vino. Son magníficos el colorido y el movimiento de las figuras y, por supuesto, el espléndido desnudo femenino en reposo, a cuyo lado camina, tambaleándose, un lindo niño borrachito. Hoy día, Tiziano seria excomulgado como mínimo. Y no sé qué pensaría la sociedad actual de pintar niños borrachines…
LEONARDO
Tenía mil facetas: pintor, científico, filósofo… y también fue gastrónomo.
Trabajó en varias tabernas de Florencia y fue nombrado jefe de maestros de festejos y banquetes de Ludovico «El Moro».
Sobre el vino dejó escrito: “Sé moderado con el vino, toma un poco con regularidad, pero no en otro momento que durante las comidas, ni con el estómago vacío; ni alargues ni demores [la visita a] el retrete”.
No voy a entrar en el tema de las esculturas y el vino, pues nos darían aquí las uvas. Pero no me resisto a hacer referencia a una magnífica obra de Miguel Ángel, “Baco Ebrio”, un pedido del Cardenal Diario que rechazó al no quedar de su gusto.
Representa al dios Baco adolescente, embriagado, levantando una gran copa, con una figura a sus pies que está comiendo de las uvas que el dios tiene en la mano, el cual, por sus ojos, denota su estado de ebriedad.
VELÁZQUEZ
Con frecuencia se acusó a Velázquez, uno de los escasos pintores españoles que pintan escenas mitológicas, de tratar con poco respeto, en clave de burla, las hazañas y argumentos de los dioses clásicos. Lo que realmente hacía, guiándose de su magnífico realismo, era bajar los dioses a la tierra de los mortales. La manera mejor y más realista de representar el triunfo del dios del vino fue presentándole acompañado de un grupo de borrachos habituales y cotidianos. El artista quiso representar a Baco como el dios que obsequia al hombre con el vino, que lo libera, al menos de forma temporal, de sus problemas cotidianos.
El vino no faltaba en ningún regocijo, fuera de gentes pobres o ricas, en la España del siglo XVIII. En algunos tapices de Goya, especialmente en los festivos o de recreo, aparecen las referencias icónicas al vino.
Así, en el de “La Merienda” se ven unas cuantas botellas de vino en el suelo, junto a los platos, y dos de los majos brindan muy alegres con vino en vasos de cristal. En estas escenas populares españolas Goya usa el vino para expresar la alegría de vivir.
Maravillosa su “Naturaleza muerta con botella y dos vasos”, pintura realista donde hay referencias al barroco. La botella y los vasos con el oscuro vino se recortan sobre el fondo oscuro, en un afán de dotar de mayor volumen a los elementos. La iluminación empleada crea un acentuado contraste de claroscuros, que dota de una mayor realidad la composición. Dan ganas, viendo el cuadro, de coger uno de los vasos y beberlo. Van Gogh, cuando pintó vino, lo pintó de verdad.
Hay una frase de Picasso que dice: «El arte es una gran mentira que nos acerca a la verdad». El legado artístico del malagueño se nutre de numerosas obras inspiradas en el apasionante mundo del vino.
En las señoritas de Aviñón, incluye un racimo de uvas a los pies de las famosas venus. En su época cubista siempre he pensado que la botella estaba vacía, igual que las copas, imagino que se las bebía antes de pintarlas, pues muy derechas no le salían.
Son infinidad las obras de arte relacionadas con el vino. Aquí tenéis una pequeña muestra y os invito a que sigáis investigando.
El vino es la única obra de arte que se puede beber y el mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que más se comparte.
Paz Sánchez Gil es una mujer emprendedora, amante de la buena mesa y de los buenos caldos y a ellos se dedica profesionalmente desde dondeSánchez, una pequeña tienda ubicada en el Mercado de Antón Martín del castizo barrio de Lavapiés, en Madrid, donde vende todas las cosas ricas que le gustan: vinos, aceites, patés, chacinas, quesos… todo artesano y saludable.