Editorial
Hace casi dieciocho años, en el año 2000, como señalan algunas de las articulistas de este número de con la A, Naciones Unidas aprobó la Resolución 1325 en la que se conmina a los gobiernos a la inclusión de las mujeres en los procesos de Negociación de Paz y en la Resolución de los Conflictos… La Resolución fue muy aplaudida pero los gobiernos siguen sin cumplirla, lo que no significa que las mujeres no sigan trabajando por la Paz, defendiendo el respeto de los Derechos humanos y poniendo en marcha iniciativas para detener la violencia -cualquier tipo de violencia- que afecta a sus vidas, a las de sus familias, a las de sus comunidades, a las de sus países, al mundo entero… eso sí, de forma anónima y desinteresada, poniendo en riesgo su integridad física y su vida, a veces incluso la de sus personas allegadas que son utilizadas como rehenes para callar las voces disidentes de las defensoras de derechos humanos o para paralizar su lucha… Vieja estrategia esa de promulgar leyes y resoluciones que se quedan en papel mojado porque no se les dota de presupuesto, de recursos, pero que, sin embargo, actúan como salvaguardas de la imagen de los gobiernos corruptos, misóginos, hipócritas y beligerantes, que negocian sin escrúpulos con la vida de quienes les dan sustento -la ciudadanía-, que se amparan en “los papeles” para gritar al mundo que ellos son defensores de la Paz, de la Democracia y de la Igualdad… Bochornosa situación que se hace más vergonzante y peligrosa cuando las mujeres machistas, aliadas del patriarcado, se manifiestan como defensoras de los mismos valores que sus homólogos y anteponen los intereses de “sus señoritos” a los de sus iguales… Mujeres que escupen hacia arriba, pero que mientras les cae su propio escupitajo en plena cara sirven de coartada para denostar las acciones de aquellas que, con su compromiso, su coraje y su valentía, defienden los derechos que a ellas les benefician… hay muchos ejemplos y sería muy largo citarlos todos… Las mujeres seguimos representando más del 50% de la humanidad y es lógico que, educadas en los mandatos de género, todavía las haya que se someten a lo que el patriarcado espera de ellas: sumisión y agrado… Por fortuna, cada vez son más las mujeres que se levantan contra la violencia y contra las injusticias, en cualquiera de sus manifestaciones, que dicen NO y que siguen luchando por hacer de este planeta un mundo mejor para todas y todos, para todas, a pesar de algunas…, y que instan a los gobiernos a que cumplan los acuerdos a los que se han comprometido… A unas y otros se les tendría que caer la cara de vergüenza, claro que eso supondría que la tienen.
Alicia Gil Gómez