Revista con la A

25 de octubre de 2014
Número coordinado por:
Asociación Mujeres para la Salud
34

Corresponsabilidad y cuidados: ¿quién cuida a las cuidadoras?

Editorial nº 34

Debo confesar que ha sido complicado escribir esta editorial porque las dudas de su enfoque me han venido asaltando hasta el último momento: ¿Qué hacer? ¿Hablar sobre Cuidados y Corresponsabilidad, tema vertebrador de este número, como si el parón de cinco meses no se hubiera producido? ¿Justificar esta ausencia con la excusa de haber sufrido un parón técnico sin más? ¿Explicar con detalle las circunstancias de la ausencia tal y como “me lo pedía el cuerpo” y con lo que algunas colegas no estaban de acuerdo por aquello de que “los trapos sucios se lavan en casa”? ¿Utilizar este marco para reflexionar sobre los disvalores que entrañan el abuso de la confianza y el silencio que lo sostiene y alimenta? Y ahí resonaban “Corresponsabilidad… Cuidados…”, dos voces que pugnan por hacerse oír en un entorno social terriblemente lacerado por la corrupción y los atropellos de toda índole y por quienes, aun sabiendo lo que está sucediendo, callan y miran hacia otro lado permitiendo que sujetos infames no sólo se salgan con la suya sino que continúen con sus desmanes en otros ámbitos y contra otras personas y, lo que a mi juicio es peor aún, generando actitudes tolerantes con determinadas conductas que socaban el Estado de Derecho y la confianza hacia los seres humanos. Actitudes tolerantes con situaciones que, cuando se quieren abordar, es tarde porque tanto el entorno como las conciencias se han contaminado hasta el punto de que su erradicación es una tarea titánica ¡Y así nos luce el pelo! Finalmente, y a última hora, he decidido ceder al deseo de mis compañeras y deambular entre lo general y lo particular, asegurándoles, eso sí, que el “parón” no ha sido forzoso sino forzado, lo que nos ha obligado a recomponer la Junta Directiva de con la A y cambiar de persona/empresa informática…

Pasemos pues a lo general y reflexionemos sobre el uso/abuso de la confianza y sobre el silencio cómplice, sobre la necesidad y la obligación que tenemos la ciudadanía de cuidar los intereses que nos son comunes, tanto en lo público como en lo privado, es decir, cuidarnos y co-responsabilizarnos de las actitudes que generan un caldo de cultivo, social y cultural, donde el “Todo vale si me beneficia” campa por sus respetos anteponiendo los privilegios a los Derechos, anteponiendo lo personal al bien común, utilizando la trampa y la mentira… ¡Todo NO vale, es evidente!.

En esta España de nuestros desamores estamos asistiendo a la eclosión mediática de la corrupción conociendo fechorías, con nombres y apellidos, de responsables públicos (excelentemente retribuidos) en cuya gestión prevalecen sus intereses particulares a los intereses de la ciudadanía de quienes recibieron el mandato de gestionar sus recursos y velar por su Bienestar y por sus Derechos. El asunto no es nuevo aunque sólo se puede abordar, pública y masivamente, cuando personas valientes y comprometidas no se cansan de combatirlo y denunciarlo hasta que sus voces son escuchadas… Pero ¿qué hacer ante las actitudes corruptas y abusivas particulares? ¿Cómo denunciarlas sin que opere en nuestro sentir esa sensación de que si las cosas no se nombran dejan de existir que, siempre, opera en beneficio de la impunidad? ¿Cómo combatirlas? ¿Hay que imponer la desconfianza como escudo de protección, como principio ontológico…?

Centrándonos en nuestra particular experiencia, con muchas preguntas sin responder, superamos este impasse mediante la puesta en juego de un ejercicio de resiliencia determinando convertir las experiencias negativas en positivas, a partir de la certeza de que sigue habiendo más gente buena que abyecta (aunque esta última hace más ruido y complica la existencia) y porque el precio que se paga por desconfiar limita la posibilidad de rodearse de gente de bien. Por ello, convenimos que, en este momento de actitudes corruptas que nos azotan, si bien debemos ser intolerantes con éstas, combatiéndolas y denunciándolas, a su vez debemos cuidar, agradecer, ensalzar y reconocer la honradez, la generosidad, la valentía, la coherencia, el compromiso, la responsabilidad, la lealtad… aunque, eso sí, instalando alertas y mecanismos para evitar los impactos de la mendacidad y el abuso (confiadas, sí, pero no ingenuas), asumiendo el riesgo de tropezar en la misma piedra (sólo tropieza quien camina). Así, “tras limpiar la casa”, seguimos trabajando, desde la confianza y el compromiso con nuestros principios, mirando hacia delante, luchando por lo que creemos justo, denunciando e intentando erradicar lo que consideramos injusto y abriendo los brazos a quienes quieran acompañarnos en nuestra andadura… Al fin y al cabo la vida es riesgo y todavía quedan demasiadas cosas por resolver, por conocer, por saber, por escuchar, por denunciar, por aprender, por mejorar, por visibilizar, por erradicar, por cambiar…, y más aún en lo que nos afecta a las mujeres de manera específica.

De este modo, valorando la ventaja de desprendernos de lastres que obstaculizaban el cumplimiento de nuestros objetivos, aprovechamos “el parón” -forzoso e involuntario- para reestructurar la revista y para mejorar nuestras prácticas comunitarias. De hecho, hemos firmado tres convenios de colaboración: con el Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III, con la Asociación de Mujeres para la Salud y con la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan, cuya colaboración, con esta última, nos ha permitido poner de nuevo en marcha esta publicación pues, a partir de ahora, se ocupará de la parte tecnológica actualizando y modernizando las web que, como pueden observar, han mejorado sustantivamente. Además, gracias a la colaboración con la Asociación de Mujeres para la Salud, que ha coordinado y financiado este número, junto con el apoyo incondicional de las personas asociadas y la iniciativa de algunas socias que pusieron en marcha un mercadillo, hemos podido afrontar los gastos originados por esta contingencia y continuar nuestro camino… A pesar de los avatares e infortunios las mejores colaboradoras siguen colaborando, de manera altruista, cuidando la calidad de esta publicación a la que se han sumado nuevas firmas… ¡Sin duda alguna, tenemos razones para confiar!

Ciertamente, con la A, en estos momentos complicados, ha recibido cuidados de mucha gente que se ha corresponsabilizado para que sigamos adelante… Y de eso precisamente, de corresponsabilidad y cuidados, vamos a tratar en este número 34 con el que con la A reinicia su andadura: “Cuidados y Corresponsabilidad: ¿Quién cuida a las cuidadoras?”, contando con personas expertas, de distintos ámbitos, que profundizan en los impactos de este mandato de género que a las mujeres tanto nos aporta como nos limita.

Permítanme acabar esta singular editorial agradeciéndoles, amigas y amigos de con la A, su confianza, vuestra confianza, pues gracias a ella, una vez más, renacemos de nuestras cenizas y seguimos adelante.

Alicia Gil Gómez

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