Revista con la A

25 de mayo de 2020
Número coordinado por:
Lucía Melgar y Alicia Gil
69

Feminismo ante el coronavirus

Adriana González Mateos

Feministas en días de pandemia

Adriana González Mateos

El 8 de marzo, al regresar a casa, sentí que me iba a tomar días asimilar la inmensa manifestación feminista: miles y miles de mujeres gritamos, cantamos, saltamos, con esa mezcla de sentimientos propia de las marchas: una enorme furia trenzada a la felicidad de ser tantas dueñas de la calle, celebrando la decisión de no aguantar más. Se va a caer.

Había distintas posibilidades para el día siguiente: llevaba semanas discutiendo (¿quedarnos en nuestras casas para dramatizar la ausencia de las asesinadas? ¿tomar espacios públicos para mostrarnos discutiendo, tejiendo, leyendo, cantando, una especie de #MiTiempoEsMío, negándonos a cumplir con los trabajos domésticos sumados a las obligaciones laborales, en dobles y triples jornadas? ¿ausentarnos de las redes sociales?). Me sorprendió ver las calles vacías y el transporte público de la ciudad de México sin mujeres; la convocatoria tuvo un éxito inesperado. Llevaba décadas enterándome de feminicidios, participando en cuanto trabajo o protesta estuvo a mi alcance, pero ahora ha sucedido algo (millones de algos: desde el acoso callejero más común hasta otro feminicidio brutal y la conciencia de que está sucediendo otro en algún lado) que hace intolerable cada noticia nueva. Ni una menos, ni una más. Se va a caer.

Ya habíamos oído hablar de la pandemia, pero las movilizaciones parecían imparables. No imaginaba que apenas diez días después el paro se convertiría en un augurio del confinamiento. La casa donde debía quedarme recuperó su carácter feroz. Me duele ver cómo cada consigna gritada en las calles se encuentra con la réplica de lo cotidiano. Se han multiplicado los feminicidios de mujeres encerradas con sus agresores, así como otras violencias; los trabajos de la casa proliferan, mientras la batalla para que los hombres los asuman en condiciones de igualdad se hace urgente y la obligación de trabajar desde casa más agobiante; se teme un aumento de embarazos no deseados, por la posible escasez de anticonceptivos. El presente se hace más intenso. Después de participar en la multitud que tomó las calles, regresamos a la experiencia personal, cochambrosa y sin remendar: ser la mujer que necesita cocinar hoy también, después de barrer, ayudar a los niños a seguir sus clases en línea, lavar la ropa, preguntarse cómo ayudar a la vecina amenazada.

Pero ni la mujer ni la casa somos las mismas. El aterrizaje en lo concreto fortalece las demandas de hace pocas semanas, hace más apremiante la necesidad de movernos hacia soluciones eficaces, crucial la creatividad para imaginar alternativas, indispensable el trabajo con otras. Cada día es más claro que no vamos a regresar al mundo anterior. Presenciamos su derrumbe y sus intentos para perpetuarse, y por eso el reto de inventar y construir opciones es nuestra realidad de hoy, tan urgente como un montón de platos sucios, como la necesidad de crear maneras de seguir en contacto, pensando, sintiendo y trabajando juntas desde el aislamiento, a pesar y gracias a esta pausa: un tiempo para inventar salidas. Un peligroso, creativo pasar al otro lado.

Saberlo siempre: se va a caer. Lo vamos a tirar.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Adriana González Mateos es escritora y profesora de Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Entre sus novelas: El lenguaje de las orquídeas (2007) y Otra máscara de Esperanza (2015).

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