Revista con la A

25 de enero de 2015
Número coordinado por:
Isabel Requena
37

Ellas en las Artes Escénicas

Un acercamiento a la mujer como bailarina, coreógrafa, profesora

carmen-gimenez

Carmen Giménez Morte

Hasta los inicios del siglo XX el papel que la danza reserva a la mujer es el de bailarina, o sea, de mera intérprete de las ideas de los demás y con un cuerpo que se muestra en escena y es deseado por un público formado por la nobleza y la burguesía decimonónica

Hasta los inicios del siglo XX el papel que la danza reserva a la mujer es el de bailarina, o sea, de mera intérprete de las ideas de los demás y con un cuerpo que se muestra en escena y es deseado por un público formado por la nobleza y la burguesía decimonónica. Salvo escasas excepciones, las personas creadoras de la coreografía, del vestuario, de la música, son hombres. Se niega así la capacidad de invención de las mujeres.

Se encuentra documentación de la mujer como bailarina desde hace miles de años en las pinturas magdalenienses y como coreógrafas, tímidamente, a partir del siglo XVII, primero, y a partir de finales del siglo XIX crecen en todos los países.

Fueron las que inventan un lenguaje nuevo a la danza del siglo XX al proporcionar las bases de la danza contemporánea, mientras otros coreógrafos de su época se quedaron, con un lenguaje de movimiento heredado de las Academias del XVII, más apegados a las tradiciones.

Como maestras o profesoras de danza es muy conocido que las “viejas bailarinas” al retirarse (a partir de los cuarenta años más o menos) suelen ser las que enseñan a las futuras danzarinas. Una mujer no fue la directora de la Opera de París, o de la Scala de Milán, o de algún teatro europeo, hasta bien entrado el siglo XX.

Aparte de estas profesionales, la práctica de la danza en el Renacimiento estaba permitida a las mujeres, «si son de noble cuna y comportamiento», como parte de su educación, como lo demuestran los primeros tratados de danza italianos. El saber ejecutar bien una danza de corte llegó a formar parte de los «adornos» de una dama para su futuro marido.

En los inicios del siglo pasado, la técnica académica fue rechazada por la bailarina americana Isadora Duncan, quien llevó a la danza a nuevos retos y formas más libres de gesto y movimiento. Fueron los primeros brotes de la futura danza moderna, que se subdividirá en múltiples caminos de exploración del cuerpo. El cambio que se produjo en el Arte con la llegada de las vanguardias y el abandono del figurativismo también se produjo en la danza de la mano de mujeres, verdaderas innovadoras, al interesarse por temas sociales, políticos y personales de la sociedad contemporánea. El cambio en la técnica y en los temas de las coreografías se debió a un deseo de expresar los problemas de la época y de compartir los sentimientos íntimos, con movimientos dramatizados y basado en conceptos como el peso, la energía y el uso de la respiración. Aquí es donde las mujeres fueron las pioneras, las que se encontraron en la avanzadilla de las nuevas búsquedas estéticas y filosóficas de la danza.

A pesar de que a la danza se le consideraba una actividad femenina, a la vez se tenían algunos prejuicios sociales que consideraban que su práctica atentaba a una moral religiosa y mojigata. No hay que olvidar la vinculación familiar con la danza desde la niñez, en la mayoría de los casos, de las bailarinas profesionales desde el siglo XVII que eran hijas, hermanas, esposas o madres de bailarines, a la sombra en la toma de decisiones de su propia vida, pero expuestas a la mirada de todos gracias a las luces del teatro.

La renovación de estos paradigmas fue posible gracias a mujeres como Loie Fuller, Isadora Duncan, Ruht Saint-Denis, Mary Wigman o Martha Graham… que sentaron las bases de la danza contemporánea y de lo que se presenta actualmente en los escenarios.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Carmen Giménez Morte es profesora del Conservatorio Superior de Danza de Valencia, España. Obtuvo el grado de pedagogía en Danza por el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) y realizó el doctorado en Estética relacionada al baile de la Universidad de Valencia. Ha sido profesora en diversas escuelas del Estado español desde 1984. Ha publicado numerosos libros y artículos relacionados con su especialidad.

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