Revista con la A

25 de enero de 2022
Número coordinado por:
Bethsabé Huamán y Lucía Melgar
79

Mujeres y cambios políticos

Venus (I)

Desde el punto de vista astronómico, Venus se considera un planeta interior (como ocurre con Mercurio) ya que está situado en la zona interior del sistema considerando así a todos los que se encuentran desde la Tierra hacia el Sol. Desde el punto de vista astrológico, se le considera “pequeño benéfico”, aunque conviene considerar que la energía no es, en principio, ni buena ni mala, tan sólo se considera mala si actúa fuera de su lugar. Suelo, para explicarlo, poner un ejemplo: la lejía no es buena ni mala, pero debe utilizarse en su nivel, si se utiliza como desinfectante es buena, pero si se ingiere puede llegar a ser mortal. Desde ese punto de vista hay que valorar cualquier energía, aunque, en este momento, categorice a Venus de forma tradicional.

Su energía debe estudiarse dentro del par Marte-Venus, y más extensamente dentro de la cuadruplicidad que supone el par Sol-Luna unido a ambos, sobre todo porque en su conjunto muestran el arquetipo femenino y masculino de la personalidad y dentro de ésta el arquetipo de la libido, ya que el Sol representa el ser esencial, la Luna la natural forma de sentir, siendo Venus y Marte planetas expresamente sexuales, aunque representan muchas más cosas. Venus en concreto representa la energía del amor (de un determinado tipo de amor), así como representa la belleza, el placer, los valores y en otro orden de cosas la economía. Dentro del Zodiaco posee la dignidad planetaria de domicilio en los signos de Tauro y Libra, siendo el lugar de su exaltación su posición en Piscis cuyo significado explico más adelante. Esta energía es importante entenderla y estudiarla en profundidad, sin prejuicios, ya que, en la actualidad, y más extensamente en la era de Piscis que se extiende durante los últimos 2.000 años, no está debidamente integrada ni social ni personalmente.

Al referirme al hecho de no tener prejuicios a la hora de abordar su comprensión se debe tener en cuenta que cosas como la sexualidad, la belleza y la escala de valores que cada persona tiene es algo muy individual y subjetivo que, sin embargo, está intervenido y acotado por el juicio que cada cultura, época, generación, política y religión se encuentre presente en cada momento.

Probablemente estudiar a Venus suponga salir de las normas morales que cada tiempo dicta. El nombre que le doy ahora, Venus, procede de la época más reciente en que se la rinde pleitesía, que es la romana, con anterioridad fue llamada, en Grecia Afrodita, y de forma mucho más antigua Hathor en Egipto o Ishtar en Babilonia entre otras. Es importante entender la cultura griega porque ella ha sido la cuna de nuestra actual civilización, con sus luces y sombras, cultura que tiene sus raíces en la egipcia que a su vez se nutrió de la oriental. Grecia poseía un panteón de dioses que abordaban todas las posibilidades de la psique humana, razón por la que representaban a la madre-esposa, la amante-hetaira, la musa, el efebo, el padre esposo, el amante, etc., algo con lo que acabó el monoteísmo y la era de Piscis que valoró la adoración a un solo dios rechazando, por tanto, un panteón tan múltiple como variado.

La era de Piscis considera un solo Dios creador que puso a su criatura hecha a su “imagen y semejanza” en un idílico lugar que conocemos como Paraíso Terrenal, que proveía todas las necesidades del ser creado, único e irrepetible, aunque después, considerando lo aburrido que estaba, le procuró una compañera, tan sólo le puso una objeción, “no comerás la fruta  del  Árbol del conocimiento del bien y del mal, ya que si lo haces te expulsaré del Paraíso y te verás obligado a procurarte el pan con el sudor de tu frente, apartado de Dios, y sometido a las inclemencias del tiempo”. Con este mensaje incomprensible comencé a dudar de semejante historia, ya que un Dios tan omnipresente se molestaba en construir algo para aborrecerlo y castigarlo por una cuestión tan nimia como comer una fruta. A todo esto Eva, primer nombre de Venus-Afrodita, que debía aburrirse tanto con Adán como Adán cuando no estaba Eva, alentada por la serpiente, símbolo sexual y generador de vida, sedujo a Adán sin que pusiera demasiados inconvenientes para comer la manzana prohibida, manzana de la que os hablaré más adelante y que está presente en muchos cuentos y leyendas, como el cuento de Blanca Nieves a quien una Eva bastante bruja también sedujo para que comiera la fruta envenenada por el conocimiento, razón por la que yo miraba a mi madre con ciertas dudas cuando me la ofrecía de postre. Cuando ambos la comieron descubrieron que eran dos y de diferente sexo y fueron expulsados del Paraíso.

En mi opinión el concepto de Dios creador, al que la sociedad patriarcal le ha dado un género masculino o como mínimo asexuado, debería haber acuñado en estos últimos 2.000 años el sentido de Dios Madre-Padre creador de vida que cada padre y madre personal representa para cada individuo, siendo ambos percibidos desde un concepto unitario por lo que su separación supone una tragedia. Cada persona procede de este dios que nos mantiene desde la concepción en un paraíso personal donde todas las necesidades nos son suministradas sin que hagamos nada para merecerlo, que es el caso del estado fetal en el útero de la madre, que se parece bastante a lo que ocurre después del nacimiento, protegido, alimentado y mimado por el abrazo maternal, del que debe ser expulsado cuando aparece Venus (o Marte en el caso de una mujer) y le seduce sexualmente para arrancarle de los brazos y obligaciones familiares y por tanto obligado a  “ganarse el pan con el sudor de su frente” (o así debería ser), ya que se ha convertido en un ser maduro responsable de sus actos y de su vida, con sus alegrías y sufrimientos. Llama la atención que, en una cultura de Dios único, se le haya dado al concepto de Madre tanta importancia siendo que la primera aparición femenina corresponde más a la seducción de una amante erótica como Eva-Venus-Afrodita, que supongo es la precursora del concepto de pecado, de la vergüenza corporal y de los prejuicios sexuales. Por eso hay que considerar el poder de este mito capaz no sólo de seducir a Adán, también de interponerse entre Dios y su original criatura frustrando los planes divinos con su simbólica manzana. Debido a ello y en su aspecto negativo la mujer, símbolo de pecado, en épocas antiguas ni siquiera tenía alma y aún ahora carece del prestigio y la consideración que otras culturas le dieron.                                                                              

Venus-Afrodita representa la antítesis de las diosas lunares, mucho más instintivas y cuyo cometido residía en el orgullo materno filial al que se podía llegar a través del matrimonio que proporciona raíces y estabilidad. Venus es justamente lo opuesto a una madre y a una esposa, es hija de otro dios celeste llamado Urano, castrado por sus hijos imperfectos y cuyos genitales cayeron al mar fecundándolo y dando así lugar al nacimiento de Venus, nacida de la espuma del mar fecundado por el semen divino. Tiene cierta relación con este planeta no solo por su origen sino porque Urano es símbolo de libertad, algo muy presente en Venus, así como tiene un ojo estético que busca la perfección en todo lo que hace y Venus no es sólo bella, sino que necesita embellecer todo su entorno. Es una diosa hermosa, orgullosa de su cuerpo sin pudor alguno, por lo que aparece normalmente representada desnuda, sola o con su amante como en el caso de la Venus de Botticelli, sus cabellos y su piel son dorados, lo que la relaciona con el Sol que la necesita y a cuyo propósito sirve, que no es otro que lograr el pleno desarrollo de la individualidad. Es seductora y hermosa y además inteligente, es la diosa del amor erótico muy alejado del pornográfico, precisamente por su inteligencia, por eso conviene diferenciar el instinto de procreación del amor erótico, el primero pertenece a todos los seres vivos en el intento de preservar la especie, pero el ser humano es algo más que un animal, es inteligente y por eso es capaz de convertir la excitación sexual en algo más que un orgasmo y lo hace a través del erotismo. El instinto de procrear pertenece a la Luna-Madre, Venus no lo es y por eso no se la representa con un niño en brazos, aunque tenga esposo y algún que otro hijo producto de su libertad y deseo sexual.

El marido es Hefesto, un herrero feo y deforme al que su madre horrorizada por su fealdad tiró del Olimpo después del nacimiento, lo que le dejó deforme y en un estado mucho peor que el que tenía al nacer. Su matrimonio con Afrodita no es convencional ya que ella le abandona continuamente para buscar placer en diferentes amantes, mientras él se dedica a fabricar joyas y objetos de adorno para que ella pueda exaltar su belleza. Por otra parte, sus hijos no dependen de ella ni ella depende de ningún lazo emocional establecido con ellos. Esa es una de las formas de amor de Afrodita, se entrega completamente pero sigue siendo libre, no establece lazos emocionales que restrinjan su libertad de elegir en cada momento el objeto de su deseo, no pide responsabilidades ni compromisos después de entregar su amor, y si alguna de sus relaciones dura más es debido a querer mantener por más tiempo el placer que le proporciona la satisfacción de su deseo (por lo que está domiciliada en el signo fijo de Tauro), aunque cuando ya no la interesa o la satisface puede abandonar a su amante sin ningún tipo de compasión ante el dolor que pueda causar. Y de hecho lo causa. Cualquiera que se haya enamorado sabe que ese sentimiento provoca un placer y una alegría de vivir intensa, y también que su pérdida produce una increíble herida y sufrimiento.

Hasta aquí su naturaleza que continuaré en el próximo artículo. Cuidaos.

 

REFERENCIA CURRICULAR

María Garrido Bens es astróloga, con una experiencia profesional de 45 años como docente y consultora en el campo de la Astrología tanto personal como mundial. Experta en Lenguaje Simbólico y Mitología aplicada a la Psicología. Profesora de Evolución Mental, Sanación y Meditación. En la actualidad ocupa el cargo de Tesorera de la Asociación con la A.

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