Ser periodista en tiempos de Revolución y Regresión Tunecina
Viví la Revolución desde mi oficio, intentando mostrar lo más fielmente que pude lo que estaba pasando. Yo estaba en ese momento trabajando en la cadena de TV Nessma. Fuimos la única cadena nacional que durante 15 días no cesó de mostrar lo que estaba pasando con horas y horas de directo
Insaf Boughdiri nació en Túnez hace 49 años y ha trabajado principalmente en prensa francófona y en diferentes cadenas de televisión tunecinas. Se considera una de las principales caras femeninas e intelectuales de los medios de comunicación en Túnez. En el contexto de la Revolución Tunecina, fue redactora jefa en la cadena de Televisión Nessma, desde la que dirigió un equipo de 15 periodistas para cubrir los eventos que finalizaron con la salida del país del dictador Ben Ali. En 2012, su cadena fue atacada por los salafistas por la emisión de la película iraní «Persépolis” [1], al interpretarse como una crítica a un gobierno islamista en el contexto de las elecciones del país.
V.D.- ¿Cómo era hacer periodismo antes de la Revolución del 2011?
I.B.- Estábamos en una dictadura, así que no había mucha libertad de expresión. Había 3 ó 4 periódicos que escribían cosas fuera del régimen de Ben Ali, que hacían críticas. Antes de la revolución, envidiábamos la libertad de los medios de Francia e Italia con reportajes críticos y periodismo de verdad… A mí siempre me inspiraron los reportajes italianos de la cadena Rai 1, que nos llegaba sin necesidad de antena parabólica.
V.D.- ¿Cómo viviste la Revolución?
I.B.- Viví la Revolución desde mi oficio, intentando mostrar lo más fielmente que pude lo que estaba pasando. Yo estaba en ese momento trabajando en la cadena de TV Nessma como redactora jefa de un programa. En los primeros días de la revolución, el director nos convocó a una reunión urgente y nos comunicó que la cadena se pondría a disposición de cubrir los eventos. Se escuchaba que Ben Ali iba a irse, aunque no era seguro. Fuimos la única cadena nacional que durante 15 días no cesó de mostrar lo que estaba pasando con horas y horas de directo. Dormíamos muy poco…
V.D.- ¿Cómo cambió desde la revolución la forma de hacer televisión?
I.B.- Para nosotros y nosotras era raro, porque antes era totalmente imposible que un ministro llamara para hablar en tu cadena. Hablar con los ministros era difícil, pero en directo el 14 de enero el ministro Mohamed Benhouchi quiso intervenir en la cadena… desde entonces y ahora esto ocurre a menudo, pero entonces era algo totalmente nuevo. El 14 fue un día de súper adrenalina que nunca olvidaré.
V.D.- ¿Qué rol crees que habéis jugado en ese contexto?
I.B.- Creo que hemos jugado un rol importante porque la televisión nacional, 1 y 2, no hicieron nada los 10 ó 15 primeros días. En nuestra cadena podíamos haber llevado el país donde hubiéramos querido porque todo el mundo veía Nessma. Sin embargo, intentamos ser neutrales. Mostrar todos los puntos de vista.
V.D.- ¿Puedes hablarnos un poco del famoso caso Persépolis de vuestra cadena?
I.B.- Si, justo antes de las elecciones de 2011, el director de la cadena decidió pasar la película franco-iraní Persépolis [2], y después realizar un debate para hablar sobre la revolución islamista de Irán y ver a dónde les había llevado el extremismo religioso. Y esto creó mucho revuelo. Es verdad que era en un momento pre-electoral en el que el partido islámico tunecino Ennahdah ascendía en las encuestas.
Pero la emisión de esta película le ha costado muy caro al director de la cadena Nabil Karoui, que fue condenado a pagar una multa para librarse de 3 años de prisión que pedían para él por “ir contra el culto”, “las buenas costumbres” y “el orden público”.
Hubo ataques a la cadena que la policía disuadió con gases lacrimógenos a una centena de personas… todo esto porque se supone que se ha debido a los aspectos religiosos, por una imagen en la que aparecía Dios.
El actual presidente, que es abogado, fue a los tribunales para defender la cadena Nessma porque para las personas progresistas era una defensa de la libertad de expresión. En los medios ha habido 100.000 artículos sobre este tema. Desde entonces han ganado porque han boicoteado a la cadena, los de Ennahda no venían a ningún debate que planteaba la cadena y esto ponía difícil hacer debates equilibrados que mostraran las diferentes opciones políticas. Pero ellos tienen su propia cadena.
V.D.- ¿Cómo crees que evoluciona la situación de acceso a derechos de la mujer tunecina?
I.B.- Creo que la situación de la mujer está en regresión pero las mujeres, la sociedad civil, intentamos resistir. La mirada del hombre sobre la mujer es la misma que antes pero se ha caído la máscara. Conozco a quienes, después de la Revolución, han puesto un velo sobre la mujer, o se han divorciado a causa de esto, o él se ha vuelto más religioso y quiere que ella le siga en todos los sentidos. La mirada de los hombres es significativa: miran a las mujeres como antes pero sin maquillaje, la mujer es una máquina para hacer hijos. Hoy, en la calle, hay gente que te hace comentarios por vestir occidental, excepto en algunos barrios chics como La Marsa, Sidibousaid. Pero en el interior, en los pequeños pueblos, te pueden hacer comentarios sobre tu forma de vestir e incluso en la capital. El porcentaje de mujeres que se emancipan, porque son autónomas financieramente y se van voluntariamente de la casa de su padre, es un porcentaje muy bajo. Yo lo he hecho. A los 40 años me fui de la casa de mi padre, pero aquí está muy mal visto irse de tu casa si no estás casada. Creo que las mujeres hemos evolucionado mucho más que los hombres. Las mujeres que no tienen estudios también. Los hombres no han evolucionado, buscan en sus parejas a una mamá y si eres demasiado autónoma piensan que no les necesitas y nunca se casarán contigo, aunque te quieran. Yo sigo soltera porque no he encontrado a nadie que quiera un compromiso con alguien como yo.
V.D.- ¿Cómo explicas el ascenso del partido islamista Ennahda en la política nacional?
I.B.- Ennahda ha hecho política durante 30 años, en la clandestinidad, antes de la Revolución, estaban infiltrados en todas partes, en la administración, por todas partes. Y la sociedad tunecina es una sociedad conservadora, un país musulmán, educado en la educación patriarcal, Incluso en la gente que parece democrática y progresista hay un pequeño musulmán que asoma. En la política no lo dicen pero luego lo son.
Además a veces muestran un lado humano o social que otros partidos olvidan y esto lo pagan caro con el electorado. Por ejemplo, cuando hicieron una huelga las prostitutas legales (de los clubs autorizados controlados por el Ministerio del Interior) delante del Ministerio del Interior, antes de las elecciones de 2011, los únicos que las recibieron fueron 2 diputadas de Ennahda. Otro ejemplo, durante la emisión de G8, hicimos una emisión sobre la prostitución en Túnez, incluso de la clandestina en los hoteles que vienen de países vecinos y tuvimos en el programa a diputados de los diferentes partidos. En el momento en el que el reportaje abordaba el tema de la manifestación de las prostitutas, todos han pedido no comentar la encuesta sobre la prostitución, y la persona candidata de Ennahda fue la única que quiso hablar, lanzando un discurso en defensa de las mujeres que nadie defiende. Con estos discursos han ganado muchísimo. Y estas cosas hacen que a la gente les vote. En 2011 ha funcionado muy bien, también en 2014. Ennahda tiene 900.000 votantes permanentes garantizados, puros y duros. Para mucha gente votar Ennahda es votar a Dios.
Los otros partidos han decepcionado mucho. Por ejemplo, el actual presidente dijo: votadme a mí para evitar que se islamice el país. Y lo votaron un millón de mujeres, para contravenir a votar Ennahda. Sin embargo al ganar, lo primero que hicieron fue aliarse con Ennahda en el gobierno. Esta alianza ha sancionado a los dos partidos. Han perdido mucho. Además, está la situación económica, estamos a punto de la bancarrota. Estamos pagando ahora las consecuencias de la mala gestión de la troika 2011-2016… préstamos del FMI y del BM para pagar salarios. Importamos muchísimas cosas que no necesitamos ¡nos venden sueños!
V.D.- ¿Cómo empezó tu carrera como periodista?
I.B.- Yo quería hacer periodismo, mi opción número 1, pero mi padre me cambió a la facultad de Derecho. Aunque sin saberlo quizás me ayudó, es decir, no me arrepiento porque luego hice lo que quise a nivel profesional. Porque como era una apasionada, al final me dediqué a lo que quería. Y en cuanto acabe la facultad de Derecho, pasé a ver a mi hermano que ya era periodista y le pedí que me encontrara algo en el medio francófono. Y mi hermano me encontró en “Le Renouveau” y allí aprendí la técnica, cómo hacer una entrevista, cómo hacer una encuesta… era el periódico del poder, vinculado a Ben Ali, por lo que se cerró cuando la Revolución el mismo 14 de enero. Yo trabaje allí. Estuve 18 años haciendo prensa escrita como periodista titular.
El jefe, que era un amigo de mi hermano, todo el tiempo me decía hazlo de nuevo y rompía la hoja. Yo le dije, dime si no soy una buena periodista y me cambio de carrera o me pongo a ser abogada. Y él me dijo: “como has estado en la facultad pública, 50% dabas en materia árabe y 50% en materia francesa, de manera que reflexionas en árabe y escribes en francés. No escribes sino que traduces”. Escribía en un idioma que no era el mío, aunque lo había estudiado desde siempre, pero poco a poco llegué a ser una buena francófona. Después de que él me dijera eso, empecé a leer muchos más libros, y me dijo que me gustaría que, en 3 ó 5 años, cuando alguien llamara al periódico dijera “quiero que sea ella la que cubra esta noticia” Y lo he conseguido 5 años después, y ello me ha permitido hacer viajes realmente interesantes.
V.D.- Para terminar, cuéntanos un poco cómo fue tu infancia…
I.B.- Tuve una infancia dura. Nací en un barrio de la Medina, en un barrio muy conocido que se llama Bendsuiga, crecí allí hasta los 8 años. En ese tipo de barrio todo el mundo vivía en lo que llamamos una casa árabe, todo en torno al patio y las habitaciones también, o casa andalouse… y estábamos toda la tribu, no solamente madre, padre, hijas e hijo sino que también mi abuela materna, un tío y una tía materna y tres tíos paternos y la gente que venía de los pueblos para ir al médico, para comprar los regarlo por sus bodas, se quedan a dormir, a comer… siempre cocinábamos para una quincena de personas. Mi madre llevaba todo eso con mucho carácter. Yo era la mayor, y tenía una hermana y un hermanastro de un primer matrimonio de mi madre, también periodista, quien me ha trasmitido la pasión por esta profesión.
A los 8 años perdí a mi madre, que murió por un cáncer, y toda la pequeña tribu se esparció. Un año después mi padre se casó y dejamos la casa de la medina. La mujer de mi padre tuvo 3 hijas y 1 hijo. Ella trabajaba fuera por lo que a los 11 años yo era como una madre de cuatro niños. Fue difícil pero lo hice lo mejor que pude Yo les acompañé hasta que acabaron los estudios, ya de adolescentes, era como hermana grande y como su madre… les apoyaba emocionalmente… quizás, eso me ha hecho no querer tener hijos en mi vida adulta.
Mi padre era como todos los hombres árabes tradicionales, “dimissionaire” cuando estaba con mi madre no se ocupaba de absolutamente nada de la casa, le daba su salario a mi madre y cumplía. Cuando mi madre murió él no sabía ni a qué clase íbamos… y de pronto se encontró con una responsabilidad enorme, dos hijas en una sociedad patriarcal.
V.D.- ¿Qué objetivos tienes en este momento?
I.B.- Me gustaría escribir un libro sobre algunas mujeres de mi familia, como mi abuela, que era un personaje. Yo la adoraba. Era una mujer de negocios, estricta, fuerte, tomaba decisiones… en la época de mi abuela no existía el Código de Estatus Personal, de manera que cuando el marido ya no quería a su mujer, le enviaba en un sobre a final de mes el repudio, la “repudiaba”. Mi abuelo la dejó después de 7 años, y ella, en un pueblecito de 4 casas, se encontró con tres hijas y toda la tribu a la que cuidar. Fue tan fuerte que cogió a sus hijas, a escondidas, aprovechando que el hermano mayor, el patriarca de la familia, estaba fuera en la guerra contra los franceses, y huyó. Alquiló una pequeña habitación y empezó a hacer artesanía… Toda su vida ha trabajado aun sin saber ni leer ni escribir para poder pagar la escuela francesa a sus hijas.
Cuando veo a mis tías maternas, o a mí misma pues a veces me veo haciendo cosas que me sorprenden, siento como si tuviera genes de mi abuela…Todas son mujeres fuertes, con carácter, han resistido a maridos increíbles, o en otras ocasiones han aguantado para que sus hijas realizaran sus estudios…
Entrevista realizada por Violeta Doval
NOTAS:
[1] El alboroto de los denominados salafistas (alas extremistas del islam) llegó al punto de que se pretendió cerrar la cadena. Esto fue debido a que en la película de animación, Dios aparece en la forma de un anciano con una larga barba blanca hablando con una niña pequeña (la heroína de la película). Representar a Dios, en cualquier forma, es una blasfemia según los islamistas. Además se vio como una campaña de Nessma contra los partidos islámicos. El debate que siguió a la película evocó la posible similitud entre lo que está sucediendo en la obra de Marjane Satrapi y Túnez, si alguna vez un partido islámico tomó el poder. Persépolis evoca la historia de Irán antes y después del establecimiento de la República Islámica.