Revista con la A

25 de noviembre de 2022
Número coordinado por:
Laura Alonso
84

Mujeres por la paz en tiempos de guerras

Saturno-Cronos, Señor del Umbral, Dios del tiempo, de las cosechas y los límites de la vida

El planeta Saturno es el último de los planetas personales que considera la Astrología. A partir de él aparecen tres planetas: Urano, Neptuno y Plutón que se consideran generacionales ya que marcan las luchas, condiciones, experiencias y formas de entender la vida de estos colectivos. Los planetas a los que me he referido hasta ahora son todos personales, tratan de las formas en que la vida transcurre a nivel individual y éste es el último de ellos. Tiene su domicilio en el signo de Capricornio, también en el siguiente signo de Acuario, compartiendo con Urano, otro de los regentes de Acuario, la domiciliación, aunque tratando de tener más poder que éste. Ya sabéis lo que siempre digo: “Tenemos tanta libertad (Urano), como nuestro miedo nos permite (Saturno)”.

Su naturaleza pertenece al elemento tierra, es frío, seco, duro, amargo y acre, su color es el negro, su forma piramidal, su misión concentrar, apelmazar energía para construir materia, ese es su objetivo, razón por la que suele estar presente en los temas de arquitectura y construcción de forma relevante. Somete a la energía desde la frialdad para la cristalización. Si recordamos cómo se hace un flan, y se quiere que éste aparezca con su forma compacta y erguida, lo metemos en la nevera y dejamos que el frío actúe, de no ser así tendríamos natillas no un flan.

La domiciliación otorga a todos los planetas su mayor poder y dignidad. Saturno se encuentra en su lugar sobre todo en Capricornio ya que son energías similares. En el caso de la domiciliación, en el siguiente signo de Acuario se enfrenta a la disyuntiva de lo que Acuario y su otro planeta regente Urano pretenden: cambio, libertad, igualdad, revolución. Saturno es un planeta conservador, su lugar es de cumbre para la autoridad o el autoritarismo, no le gusta el cambio ni la igualdad, pretende el mando, así como estabilizar y conservar los beneficios que va consiguiendo, en este caso estabilizará lo cambios protagonizados por Urano logrando que esos cambios, que en principio le escandalizan, sean asumidos socialmente como una nueva forma estable de convivencia. Recordad también que la domiciliación supone mayor capacidad y fuerza, creo haberos puesto en algún momento el ejemplo de un coche, si está cerrado y con calefacción mal asunto si el paisaje por el que circulamos es veraniego, y muy adecuado si es invernal y con nieve. Saturno es un planeta invernal, más nos vale abrigarnos.

Relacionado con la agricultura, protector de las semillas y las cosechas, aparece en el Zodíaco justo en el cuarto cuadrante que comienza en Capricornio, principio del invierno, época de cosechar para que la vida retorne en la primavera. Momento para la noche más larga a partir de la cual la luz comienza a ganar protagonismo, los días empiezan a ser más largos y seis meses después producirá la culminación de la luz en la Noche de San Juan. Después de nueve signos de experiencia personal en muchos de los niveles vitales: económicos, familiares, de relación con los demás, legales…, es momento de que Capricornio le otorgue, desde la responsabilidad y por su esfuerzo, la autoridad de ser. Por ello, se le rinde culto en las Saturnales que festejan a finales de diciembre su status con fiestas, comida en abundancia, risas y bailes, donde los esclavos cambian con sus amos su rol, sentándose a su mesa y siendo servidos por ellos, lo que posteriormente fue cambiado desde el cristianismo a los festejos de la Navidad, celebrando el nacimiento de un hombre dios que todavía es un niño.

Se le considera junto a Marte un planeta maléfico: Saturno “Gran Maléfico” y Marte “Pequeño Maléfico”. Conviene, al referirnos a “planetas maléficos” así como en su momento a “aspectos maléficos”, reflexionar sobre su grado de malignidad y entender que dentro de las dificultades a que nos someten ofrecen posibilidades evolutivas y, por tanto, su rendimiento dependerá de cómo sepamos vivenciar su energía. Ahora bien, desde un punto de vista práctico hay que considerar que en ambos casos nos hacen sufrir. Saturno representa el frío hasta la congelación y Marte el calor hasta la quemadura. Los seres humanos somos templados y húmedos por lo que estos extremos los sentimos mal, nos secan o nos congelan oponiéndose a la vida. Nos sentimos más cómodos con planetas como Venus, que es húmeda y templada, o incluso con la Luna que es húmeda aunque sea fría.

Es un planeta extremo. En el plano físico está especialmente presente en los extremos del cuerpo tanto interior como exteriormente, por eso rige los huesos en su parte más interna, la piel y el pelo en la externa, en el plano psíquico rige la limitación del ego consciente y en cualquier plano a toda suerte de limitaciones, obstaculizaciones, dureza, trabajo y esfuerzo, en un tiempo medido que resulta lento y agobiante. Se encuentra en las fronteras de todo, las fronteras de los países, las cercas de los jardines, el tejado, la fachada y la puerta de las casas, que representan tanto posesión como limitación, así como las fronteras de nuestro propio poder y valía.

Supone la responsabilidad ante las cosas, la disciplina y la constancia, también la utilidad ante cualquier situación ya que es tierra y por tanto el interés o beneficio que pueda ser extraído de cualquier acción, es calculador, organizado y necesitado de la demostración palpable de su poder, así como del reconocimiento y agradecimiento por sus logros.

Su imagen es la de una montaña, ejemplo de magnificencia, de elevación por el esfuerzo, de autoridad y status si se logra su cumbre, como la energía de su signo Capricornio. Pero nada te da si no te sometes a sus exigencias de esfuerzo y trabajo. Alcanzar la cumbre de una montaña supone que has de dejar atrás todo lo que es inútil y pesado para la ascensión. Para ello se necesita una previa disciplina y así tolerar el esfuerzo, después se necesita tiempo suficiente para conseguir estos fines, no se puede correr ascendiendo, el riesgo sería despeñarse. Saturno es el tiempo y su energía funciona sin prisas, lentamente.

Una vez conseguido el próposito del ascenso hay de saber utilizar el poder y hacerse con la autoridad, distinguiendo la diferencia entre “tener autoridad” y “ser una autoridad”. Quien la tiene puede ser desposeído o desposeida de ella y quien lo es no. Hay diferencia entre escalar un puesto de dignidad y valía personal o ser un “trepa” sin valores ni capacidad para dejar huella fructífera de su labor. Y de estos hay muchos en puestos de responsabilidad desgraciadamente.

Otro factor a tener en cuenta es la soledad a la que te somete cuando se destaca por la posición conseguida. En las alturas la soledad acecha y suele faltar el apoyo necesario, además de someterte a la crítica ajena ya que se ha sobresalido y se está a la vista de todo el mundo. Su don más preciado es la serenidad, pero la soledad, la frustración si no se llega a conseguir lo soñado, la inhibición y el miedo ante las pruebas a las que te somete, y el silencio no deseado son su fuente de sufrimiento. Este planeta es ambicioso y ávido de poder, pero tambien es la sabiduría que sabe que quien más puede es quien se puede a sí mismo o a sí misma, y que tiene más quien necesita menos. Esa es su tremenda y jubilosa enseñanza.

Por otro lado, y puesto que representa limitaciones, nos las marca en los empeños que nos propongamos, llegar a la cumbre, cruzar una meta distinguiéndonos no es algo que todas las personas puedan conseguir, pero siempre hay algo en lo que podemos ser mejores, es cuestión de observarnos, conocernos y tratar de utilizar los dones que nos hayan sido dados para marcar la meta a la que queramos llegar.

Cuando se observa una carta, la posición de este planeta dará una visión de la dificultad que la persona tendrá en su vida, dónde va a encontrar los más serios obstáculos y las más duras pruebas. Y no hay posibilidad de cambio, salvo que se sepa alquimizar su energía. A Saturno hay que aceptarlo, lo que es casi imposible. Pero hay que tener en cuenta que, a pesar de su malignidad, también representa un apoyo, el de una piedra al borde del camino, firme y fuerte, que puede sostener brindando descanso para recargar energía y continuar.

También hay que tener en cuenta algo que os he comentado en otras ocasiones para poder alquimizar la energía de Saturno: “no importa lo que pasa sino por qué pasa”. Entenderlo es importante y suele suceder precisamente cuando Saturno nos da problemas.

Conocido también como “Dueño del Umbral”, guardián de las llaves y portero celeste, implica la alegria y libertad que otorga una vez se consigue el conocimiento de quienes somos realmente. Normalmente creamos nuestra vida a través de nuestros pensamientos y, así, nuestra realidad se convierte en el resultado de aquello que pensamos. No nacemos conscientes, mucho menos conscientes de quiénes somos y de qué queremos hacer con nuestra vida, por eso se hace necesario observarnos y comprender la razón por la que nos empeñamos en caminos dolorosos o en manifestar una naturaleza inhibida y miedosa. Dificilmente aceptamos las críticas por nuestro comportamiento, ya que aceptar que nuestro mundo es de luces y oscuridad no es fácil ni agradable. Mantener una imagen creada sin fallos y fuerte es agotador. Saturno es un planeta que te pone la zancadilla, es un muro de piedra contra el que chocas y un peso insoportable que llevamos sobre nuestras espaldas, pero te da la oportunidad, desde la comprensión, de saber qué queremos y quiénes somos facilitando ponernos en marcha y realizarnos. Y eso no tiene precio.

En base a su relación con el tiempo, marca los límites de la vida y el tiempo que a cada cosa se le otorga, ya sea una  situación, un acontecimiento o la misma vida. Saturno le pone a todo un tiempo de duración. Por eso está muy presente en la vejez, con sus limitaciones y también con la sabiduría que otorga la experiencia. No se le puede ignorar y hay que aceptarlo, aceptar que el tiempo pasa, aceptar los cambios y las limitaciones a que el organismo te somete, aceptar que la juventud es un recuerdo y que todo acaba, por lo que en ese final de la vejez hay que recurrir a buscar apoyos, ser prudente y práctico, aprovechar los recursos que hemos conseguido en todos los aspectos: la sabiduría de la experiencia, los bienes materiales, el amor de nuestro seres queridos, la fortaleza psicológica…,  para mejorar la vida que nos queda y ser una persona organizada y cuidadosa, facilitando que ésta transcurra de la mejor forma posible.

Se le conoce como “El Maestro”, por todo lo que enseña aunque suele hacerlo desde el sufrimiento. Recuerdo que me quejaba con un amigo de semejante “maestría y sufrimiento” diciéndole que estaba harta de aprender con un precio tan alto y me contestó: “No sería necesario si aprendiéramos a la primera pero solemos empeñarnos en tropezar con la misma piedra una y otra vez, rara vez colaboramos con nuestro destino”.

Esperando no haberos transmitido sólo la negatividad de esta energía sino también sus muchas oportunidades, hasta el próximo artículo. Una puerta se cierra y otra se abre. Se acerca su tiempo, la Navidad. Sed felices.  

 

 

REFERENCIA CURRICULAR

María Garrido Bens es astróloga, con una experiencia profesional de 45 años como docente y consultora en el campo de la Astrología tanto personal como mundial. Experta en Lenguaje Simbólico y Mitología aplicada a la Psicología. Profesora de Evolución Mental, Sanación y Meditación. En la actualidad ocupa el cargo de Tesorera de la Asociación con la A.

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