Revista con la A

25 de septiembre de 2021
Número coordinado por:
Violeta Doval
77

Conquistas y retos de los derechos de las mujeres en los países musulmanes

Salwa Kennou Sebei

Salwa Kennou

Salwa Kennou Sebei, activista de los movimientos sociales tunecinos, defensora de los derechos de las mujeres y presidenta desde 2013 a 2020 de AFTURD (Asociación de Mujeres Tunecinas para la Investigación y Desarrollo)

Salwa Kennou nace en Túnez en 1955.  Doctora en Ingeniería Agrónoma en el Instituto Nacional Agronómico de Túnez y en París, Grigogne (DEA), trabaja en un inicio como ingeniera agraria en Túnez. En 1998 comienza a colaborar con la asociación AFTURD por la defensa de los derechos de las mujeres, siendo presidenta desde 2013 a 2020 y dirigiendo el centro de mujeres víctimas de violencia, AMEN, subvencionado por el Gobierno de Túnez. Salwa es activista de numerosas redes por los Derechos Humanos, como plataformas y redes contra la pena de muerte y la tortura a nivel internacional y participa en conferencias nacionales e internacionales. 

Salwa Kennou en una manifestación
por la igualdad de herencia
(de blanco a la derecha

Violeta Doval: Según un estudio reciente sobre el mercado de trabajo tunecino, la tasa de actividad de las mujeres es del 28,8% frente al 68% de los hombres, aunque asciende al 50,1% en las franjas de edad de 25 a 29 años y 30-34 años… [1] ¿Cómo valora estos datos?

Salwa Kennou: Por un lado, hay una fuerte participación de las mujeres en muchos sectores, como en la agricultura [2] y otros, pero de otro lado hay una invisibilidad, un trabajo no reconocido que en muchos casos se traduce en un trabajo informal… Se reconoce con la palabra, pero en los indicadores o en las medidas de apoyo no vemos este reconocimiento social. No hay una voluntad política, sino que la mentalidad patriarcal coloca a las mujeres en un segundo lugar. Hay un desequilibrio y una contradicción social entre las palabras y los actos.

V.D.- Presidió AFTURD hasta 2020… ¿Cuáles fueron sus principales objetivos?

S.K.- Nuestro foco ha sido la problemática de las mujeres en el acceso a los derechos económicos y sociales, a la participación política, a una vida en seguridad a nivel familiar y público, libre de violencia… Existe una explotación de las mujeres, su lugar es de segundo orden en Túnez, nos encontramos en un lugar marginal. Por eso queremos el reconocimiento y la visibilidad de la contribución de las mujeres al país.

V.D.- ¿Qué proyectos realizan para fomentar la autonomía económica de las mujeres?

S.K.- AFTURD ha comprendido bien la gran relación entre la dependencia financiera y la imposibilidad de salir de la violencia, porque las mujeres que dependen económicamente (de sus parejas) no tienen muchas oportunidades de salir de la violencia. Se quedan como esclavas de las personas de las que sufren esa violencia. Esa independencia económica es un factor necesario -aunque no suficiente- para salir de la violencia.

Por eso impulsamos proyectos de emprendimiento solidario, empresas de trabajadoras domésticas, cooperativas… hemos creado con algunas mujeres una entidad de transformación agro-alimentaria, de la que sólo falta la formalización oficial, han dado un gran paso.

V.D.- Y a nivel de incidencia política, ¿Qué destacaría del trabajo de AFTURD?

Salwa en una reunión con el equipo del centro
de mujeres Amen y una asociación española

S.K.– Hemos jugado un rol importante impulsando la ley de Economía Social y Solidaria (ESS) en Túnez, haciendo incidencia y sensibilización. Que, por cierto, ¡ha sido aprobada recientemente!

Sin embargo, lo que veo es que hay una gran diferencia entre los debates de ley, los discursos y la práctica. Hay muy pocos actores de la sociedad civil e incluso menos a nivel gubernamental que tienen el profesionalismo o las cosas claras a nivel estratégico para aplicar y concretar sobre el terreno.

V.D.- ¿Qué acciones lleva a cabo AFTURD para combatir la violencia de género?

S.K.- Durante el confinamiento por el covid-19, AFTURD ha estado muy presente con iniciativas para el acompañamiento de mujeres víctimas de violencia. En general se trabajan dos ejes: la investigación y la acción para afrontar todas las dimensiones de la violencia de género: la violencia política, la violencia económica, la violencia intrafamiliar

Hemos hecho investigaciones sobre la violencia hacia las mujeres que nos sirven para la incidencia política, para clarificar y sensibilizar…Y a nivel de acciones concretas, hemos gestionado un centro de supervivientes de violencia y centros de escucha. Realizamos acciones en red con otros actores sociales que ofrecen también apoyo a mujeres víctimas de violencia.

Salwa Kennou con el equipo de AFTURD
(abajo 4ª por la derecha)

V.D.- Ha trabajado como directora del centro Amen, un centro que ofrece apoyo a mujeres supervivientes de violencia ¿cómo valora esa experiencia?

S.K.- Mi evaluación con lo que he vivido en el centro Amen y lo que veo en los otros centros es que hace falta un mayor grado de profesionalidad en los equipos. Se trata de una problemática muy difícil, porque cuando has destruido a una persona durante decenas de años, no la puedes reconstruir en un año… Cuando una mujer ha sido víctima de violencia, llegando a que ella misma pueda ser autora de violencia para proteger a su familia, entonces todo se complica. Cuando las y los niños han sido víctimas de violencia, y tienen dificultades para expresarse… no es fácil hacer cambios con eso… Hace falta mucha profesionalización.

V.D.- ¿Cómo empezó su colaboración en AFTURD?

S.K.- Desde pequeña cuando veía injusticias, tratamientos desiguales hacia las mujeres en la familia, en mi entorno, yo los rechazaba, no podía entender por qué esta inequidad. Había este llamado en mí. Y en 1998 conocí AFTURD y entré en el activismo a nivel de la sociedad civil. Antes de eso, militaba en mi trabajo, en la enseñanza, y en mis estudios, denunciando las desigualdades que veía hacia las mujeres en la Escuela Superior de Agricultura de Mateur.

V.D.- ¿Cómo vivió esa discriminación en sus primeros trabajos como ingeniera?

S.K.- Después de terminar mis estudios estuve como ingeniera responsable de una gran explotación, una finca agrícola de 7.000 hectáreas, y tuve que pelear para tener esa plaza, porque las mujeres ingenieras no solían trabajar en explotaciones directamente. Allí tuve mucha confrontación con los compañeros porque todos eran hombres, ingenieros adjuntos y otros, bajo mi supervisión, y rechazaban a una mujer como directora…No aceptaban a una mujer como jefa. Pero al final conseguí tener una buena relación con ellos… También sufrí el acoso de un compañero… Yo en ese momento no conocía la palabra feminismo.

V.D.- Y  su familia, ¿Cómo vivió las relaciones de género?

S.K.- Vengo de una familia con un padre sindicalista, y mi madre sin estudios, tradicional, y en la que sentía privilegios en la vida cotidiana a nivel del afecto de mis padres, de tener libertad para salir con amigas, salir al teatro. Yo al principio no veía las desigualdades, los roles estaban un poco como aceptados, las mujeres cocinaban y se ocupaban de la limpieza… Antes no lo cuestionaba, pero ahora que analizo según esta perspectiva de cambio de comportamientos veo que siempre hay detrás un combate para cambiar las cosas.

A los 18 años, cuando quise estudiar en el extranjero, sentí la oposición de mi padre: “Eres una chica, tienes que hacer tus estudios aquí”, mientras que mi hermano estudiaba en Francia… Toda mi vida me hablaban de justicia, de igualdad, de no ofender a otros… y de pronto vi que no eran justos conmigo. Por lo que fue un gran shock. Así que, cuando cumplí 25 años pude continuar mis estudios de Agronomía en el extranjero, pero no porque les hubiera convencido, sino que fue a la fuerza. Cogí un bolso y el primer vuelo a Francia, a Marsella, y de ahí a París. Escribí una carta: “He decidido hacer mis estudios en el extranjero”. ¡Mi libertad, la tuve que arrebatar!

NOTAS

[1] “Analyse du marché du travail tunisien et des mesures nécessaires pour promouvoir la croissance et l’emploi”(2020) Abderrazak Zouari 

[2] Un 19% de las mujeres marroquíes se ocupan en este sector, porcentaje similar a la participación de los hombres en dicho sector (19,1%)

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