Los huesos de la tierra De Aliaga a Villarluengo, entre minas y dinosaurios
A caballo entre las Cuencas Mineras y el Maestrazgo, esta ruta por el Teruel menos conocido nos permite disfrutar de paisajes espectaculares y pueblos de interesante arquitectura. Sin embargo, cuando he intentado relacionar este viaje con la biografía de alguna mujer en particular, he encontrado un vacío casi absoluto como si, aparte de algunas monjas, reinas y nobles, las mujeres no hubiesen hecho nada notable en aquellas tierras. Pero lo cierto -y lo sé porque lo he visto- es que las mujeres allí, como en otros tantos lugares del mundo, han hecho una cosa esencial: trabajar. Y lo han hecho incesantemente.
El Parque Geológico de Aliaga fue el primero en España en obtener esta calificación, algo que resulta perfectamente comprensible para el viajero cuando contempla, desde el Mirador de Covatillas, el pasado petrificado de nuestro planeta. Aliaga se encuentra a 66 km. de Teruel, 136 de Molina de Aragón y a unos 200 Km. de Castellón. Antigua encomienda de la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan, conserva los restos de un castillo del siglo XII, una interesante iglesia Parroquial del XVII y unos soportales con arcos. La abundancia de explotaciones carboníferas y la inauguración de una importante central térmica en 1952, convirtió al pueblo en un lugar próspero que atrajo a trabajadores de otras zonas de España, especialmente de Asturias. De aquella bonanza, que acabó en 1982, con el cierre de la central, quedan el barrio de Santa Bárbara, donde se encuentra el Centro Audiovisual de la Minería, y el de la Aldehuela, crecido en torno a la central térmica. La joya de Aliaga, no obstante, es su naturaleza. Las maravillosas formaciones geológicas que rodean el núcleo urbano, entre las que destaca el mayor geosinclinal visible de Europa, convierten al Parque Geológico en un libro sobre el que estudiar la formación de la Tierra. Es posible recorrer el Parque siguiendo varias rutas señalizadas, más o menos largas según la disponibilidad de cada persona.
De las muchas mujeres que vivieron y trabajaron el Aliaga, voy a mencionar solo a tres y por el hecho de que son parte de mi familia y he tenido el privilegio de conocerlas. Una es mi tía abuela Rosalía Guitarte, que enviudó cuando tenía un hijo y una hija, volvió a casarse, tuvo dos hijos más y vivió hasta el día de su muerte, con más de ochenta años a las espaldas, sin dejar de trabajar en la casa, en el campo y donde hiciera falta. Yo la recuerdo, pequeña, encogida, enlutada y siempre activa, cruzando el río, no por el puente, sino sobre un tronco de árbol, cargada con las hortalizas que recogía de la huerta. Otra, mi tía Joaquina Pérez, que con un ritmo lento pero constante, cuidaba de sus animales, del hogar, de sus hijos, su marido y su padre y cocinaba los mejores conejos y las mejores paellas. Y la última, Palmira Valero, que durante varias décadas fue, junto con su marido, mi tío Vicente Pérez, la panadera del pueblo. No solo la que vendía pan, sino la que lo fabricaba, levantándose de madrugada y luego atendiendo a las clientas que usaban el horno para cocer su propia repostería. Digo sus nombres porque nunca figurarán en ningún libro de historia ni de ciencia –al igual que tantas personas, hombres y mujeres que forman la “intrahistoria”- y porque, desde su sencillez, representan a las que sí hicieron cosas que la sociedad considera reseñables pero que tampoco aparecen en ninguna crónica.
De Aliaga hasta Galve, donde se encuentra el Parque Paleontológico, es posible ir por la carretera A1403 en dirección a Mezquita de Jarque y luego por la N420 hasta encontrar el desvío a Galve. Todas estas carreteras están en buen estado, pero lo más recomendable –sobre todo para personas que no padezcan vértigo- es tomar la que va hacia Camarillas, que no es tan cómoda, pero ofrece una panorámica espectacular de las formaciones geológicas. En Galve puede visitarse el pequeño pero interesantísimo Museo de los Dinosaurios y, a las afueras, la ruta de las ictitas.
A poco más de diez kilómetros de Aliaga, tomando la carretera a la entrada del pueblo, se encuentra Miravete de la Sierra, un precioso pueblo que fue importante durante varios siglos. Así lo demuestran el conjunto formado por la iglesia parroquial y el edificio del Ayuntamiento, su puente de piedra y el barrio del Arrabal. A mediados de los años sesenta, Miravete era un pueblo al borde de la despoblación, pero ahora, gracias al desarrollo del turismo rural, ha vuelto a convertirse en un lugar lleno de encanto que siempre sorprende al visitante.
Es recomendable salir de Aliaga en dirección a Ejulve para tomar la carretera hacia Montoro de Mezquita y Villarluengo. En el término municipal de Montoro se encuentran Los Órganos, una serie de plegamientos que forman un conjunto impresionante. Antes de llegar a Villarluengo, hay que tomar la desviación a la derecha que lleva hasta Pitarque, un pueblo situado en el centro de lo podría llamarse un “valle encantado”, por el microclima que posee y que lo convierte en un pequeño vergel donde crecen higueras, cerezos, ciruelos y todo tipo de frutales. Un camino que hay que hacer a pie conduce al nacimiento del rio Pitarque. Es un paseo cómodo, que no lleva entre ida y vuelta más de dos horas y que transcurre entre roquedales y farallones hasta llegar al cañón donde surge el rio.
Nuestro recorrido puede terminar en Villarluengo, un pueblo típico del Maestrazgo, encaramado en un alto al que Alfonso II de Aragón concedió Carta Puebla en 1194. Sus numerosos monumentos son testimonio de su prosperidad, decadencia y de los esfuerzos actuales para revitalizarlo. Villarluengo es también el punto de partida para otra ruta imprescindible del Maestrazgo, la que lleva a La Iglesuela del Cid, Cantavieja y Mirambel para acabar en Morella, ya en la provincia de Castellón. Pero de ese camino hablaremos otro día.
REFERENCIA CURRICULAR
Montserrat Cano Guitarte es escritora. Además ha sido Coordinadora del Comité de Escritoras del Club PEN de España; Jefa de Prensa de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles; Codirectora del Aula de Cine de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles; Colaboradora del Departamento de Comunicación de las Editoriales Espasa Calpe y Ediciones B y Profesora de Creación Literaria en distintas entidades públicas y privadas. En 2006, dirigió y organizó el I Congreso Internacional de Escritoras del Club PEN de España “La mujer, artífice y Tema literario”, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria. Ha realizado numerosas colaboraciones con la Secretaría de Igualdad de UGT Madrid y ha dictado conferencias sobre temas literarios y cinematográficos, siendo Jurado en certámenes literarios y de teatro. Asiduamente ha colaborado con la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias. También fue responsable de la Candidatura ante la UNESCO para la inclusión en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial del Silbo Gomero. Literariamente, es autora de numerosas publicaciones por las que ha sido premiada tanto en el ámbito nacional como internacional.