Revista con la A

25 de diciembre de 2014
Número coordinado por:
Lucía Melgar
36

Desastres naturales y perspectiva de género

Las mujeres no saltan la valla

Entre las imágenes que se nos quedarán grabadas de 2014 estará, sin duda, la de las personas que han intentado acceder a territorio español saltando la valla de Melilla. Una imagen formada sólo por hombres, donde no se ven mujeres. Y no se ven porque no están. Algunas, muy pocas, intentan acceder así pero, hasta la fecha, sólo sabemos de dos que hayan logrado la hazaña de superar la triple valla de más de seis metros y las concertinas. Lo normal es que las mujeres lleguen atravesando los puestos fronterizos o en embarcaciones. Ahí sí las hemos ido viendo, cada vez más a medida que el perfil de las personas que acceden a las costas mediterráneas ha ido cambiando. En las llegadas por costa, que eran tradicionalmente masculinas, ahora hay más mujeres: solas, embarazadas y con menores. Cada vez más con indicios de ser, o haber sido, víctimas de trata. Y si no lo han sido, lo que sí es prácticamente seguro es que habrán sido abusadas, extorsionadas o violadas.

Y es que el camino que recorren hombres y mujeres es el mismo pero no es lo mismo. El peaje es infinitamente más alto para las mujeres ya que el duro, difícil y muy largo recorrido que lleva hacia Europa raramente puede ser atravesado por una mujer sin haber sido víctima de abusos de todo tipo. Las rutas que utilizan las personas que tienen que huir de su país -refugiadas-, o que buscan la oportunidad de vivir dignamente -migrantes-, son las mismas, son conocidas y están en manos de traficantes. Las escasas, por no decir inexistentes, opciones de acceso hacen que las personas se vean obligadas a poner sus sueños y esperanzas en manos de unas mafias que son su única salida. El viaje en esas condiciones se convierte en un periplo en el que van perdiendo dinero, fuerzas y hasta la vida, donde se pasan necesidades y mucho miedo. Pero si eres mujer, el policía, el traficante y el compañero de viaje te pedirán, te exigirán o te quitarán algo más que dinero. Algo sabido aunque pocas veces admitido.

Se evidencia en la barriga que traen las mujeres embarazadas; pocas veces el embarazo será el fruto de una planificación o de un descuido, porque lo habitual es que sea consecuencia de lo sufrido. En muchas ocasiones, los chairman (traficantes que exigen total disposición a las mujeres que llegan a los asentamientos donde han de esperar para embarcar a cambio de su “protección”) convencen a las mujeres de que el embarazo es lo mejor que les puede pasar y les mienten asegurándoles que ese estado, o el llegar con menores, les garantiza un permiso de residencia en Europa. Grandes falsedades de las que sólo tienen constancia cuando llegan a las costas europeas y se les explica cuál es su situación real.

No es extraño, por lo tanto, que no veamos a las mujeres saltando las vallas. Ellas no deciden cómo intentarán entrar. No es extraño que los perfiles hayan cambiado, que cada vez lleguen más mujeres embarazadas, pese a las dificilísimas condiciones del viaje, con sus bebés nacidos como consecuencia de lo sufrido. Lo que sí que no deja de ser extraño es que sepamos ésto y las sigamos mirando como si hubieran podido elegir llegar y vivir así.

 

maria-tejada-gamezREFERENCIA CURRICULAR

María Tejada Gámez es Responsable del Área de Campañas y Comunicación de Accem. Estudió arquitectura en la ETSAM aunque su carrera profesional, desde hace casi dos décadas, se ha centrado en los ámbitos relacionados con las migraciones, el refugio y colectivos en situación o riesgo de exclusión. De su etapa como Coordinadora del Área de Inmigración de la Fundación Ideas cabe destacar la publicación del Documento de Debate “El avance de la xenofobia en Europa” y la colaboración con el Observatorio Internacional de Mujeres Afro.

 

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