La princesa tuerta
Sí, esta vez vamos a hablar de la famosísima princesa de Éboli, la controvertida dama del parche en el ojo, pero lo vamos a hacer siguiendo un recorrido por las comunidades de Madrid y Guadalajara y visitando algunos de los lugares que fueron escenario de su vida.
Ana de Mendoza y de la Cerda pertenecía a la familia de los Mendoza, uno de los linajes más poderosos de España y de una de cuyas ramas formó parte también Íñigo López de Mendoza, autor de algunos de los primeros sonetos de la lengua castellana. Ana de Mendoza nació en Cifuentes en 1540. Cifuentes se encuentra a unos 70 Km. de Guadalajara y debe su nombre, probablemente, a la abundancia de manantiales del rio del mismo nombre, un pequeño afluente del Tajo que nace en la localidad. La villa formaba parte de la llamada Ruta de la Lana, un camino comercial que durante siglos unió Levante y Burgos y en ella podemos visitar el castillo mandado construir por el infante don Juan Manuel, (el poderosísimo autor de El conde Lucanor), la iglesia románica de San Salvador y el Hospital del Remedio.
Hija única de Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda y de Catalina de Silva y Toledo, Ana se casó a los doce años de edad con Ruy Gómez de Silva, veintitrés años mayor que ella. Este hombre, nacido en Chamusca (Portugal) había llegado a España en el séquito de Isabel de Portugal, esposa de Carlos I, entró al servicio de la emperatriz y fue paje del futuro Felipe II, al que le unió siempre una gran amistad. Ya en el trono, Felipe II le concedió toda clase de honores y privilegios, llegando a ser Consejero de Estado y Guerra, intendente de Hacienda y mayordomo del Heredero, el príncipe Carlos. También le concedió el título de príncipe de Éboli, con sus correspondientes tierras en Italia, propiedad que posteriormente vendió para adquirir otras en la Alcarria y la villa de Pastrana, y el de duque de Estremera, que más tarde cambió por el de duque de Pastrana con Grandeza de España. Su casamiento con Ana de Mendoza formaba parte de esta política de engrandecimiento que el rey le concedió, como lo demuestran la poca edad de la novia y el hecho de que ésta permaneciese en la casa de sus padres hasta 1557 en que se consumó el matrimonio. A pesar de todo esto, la unión debió de ser feliz, o al menos tranquila, ya que tuvieron diez hijos y no existen noticias que indiquen lo contrario.
Instalada en el palacio que su abuela, Ana de la Cerda y Castro, había mandado construir en Pastrana, Ana y su esposo solicitaron a Teresa de Jesús que abriese dos conventos de carmelitas descalzos en la villa, uno para monjas y otro para frailes. Desde el primer momento, se produjo un enfrentamiento entre la princesa y la futura Santa Teresa, ya que la primera pretendía que los conventos se realizaran según sus normas, a lo que se oponían las comunidades religiosas. Ruy Gómez, aplicando aquí la misma política que pretendía imponer en los reinos de España, consiguió apaciguar los ánimos pero tras su muerte, acaecida en 1573, la princesa decidió hacerse monja junto con todas sus criadas y se instaló en el convento pero llevando una vida muy similar a la que llevaba en su palacio. Ante esta actitud, Teresa de Jesús ordenó a todas sus monjas que abandonasen el convento y Ana de Mendoza, en represalia, publicó una biografía de la futura santa que obligó a la Inquisición a intervenir.
Frustrada su supuesta vocación religiosa, Ana de Mendoza regresó a Madrid para cuidarse del futuro de sus hijos. Fue en este periodo cuando sucedieron los hechos que la convirtieron en una mujer famosa. El 31 de marzo de 1578, moría asesinado Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria y antiguo protegido de Ruy Gómez de Silva. La investigación de este crimen, origen de la Leyenda negra española y cuyas implicaciones nunca han llegado a conocerse en su totalidad aunque han generado una enorme literatura, desveló las supuestas maniobras de Antonio Pérez, secretario de Felipe II y en ellas se vio involucrada la princesa de Éboli como amante de Pérez y tal vez también del propio rey. El secretario fue encarcelado y tras una rocambolesca huida, primero a Aragón, luego al Bearn y después a Inglaterra, murió en París en 1911.
En cuanto a Ana de Mendoza, Felipe II mandó encarcelarla primero en el torreón de Pinto y después en el castillo de Santorcaz. El torreón de Pinto, llamado popularmente torre de Éboli, se encuentra en buen estado y puede visitarse en Pinto, una localidad situada a unos 29 Km. al sur de Madrid. Por el contrario, del castillo de Santorcaz, apenas se conservan parte de la muralla y algunas torres defensivas. En 1581 fue trasladada a su palacio de Pastrana, al que el rey mando poner rejas en puertas y ventanas y del que nunca salió hasta su fallecimiento en 1592. Pastrana, uno de los conjuntos históricos más interesantes de Guadalajara, situada a 45 Km. de la capital de dicha provincia, debe la mayor parte de su esplendor a Ruy Gómez de Silva y Ana de Mendoza. Entre sus monumentos más notables destacan la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, donde está enterrado en matrimonio, el Palacio Ducal, el convento de San Pedro, fundado por San Juan de la Cruz y los de la Concepción Francisca y de San José fundados por Santa Teresa de Jesús. La llamada plaza de la Hora, frente al palacio, debe su nombre a una tradición según la cual a la princesa solo se le permitía asomarse a la ventana una hora al día.
La imagen más conocida que tenemos de Ana de Mendoza es la que aparece en un cuadro dudosamente atribuido a Sánchez Coello y que nos muestra a una mujer joven, de tez muy blanca, pelo negro y con su ojo derecho cubierto por un parche. Existen varias versiones acerca de la causa de ese parche, desde la caída de un caballo hasta la herida causada en una clase de esgrima, pasando por un supuesto defecto que ella ocultaba por coquetería. Sea como fuere, la princesa de Éboli ha pasado al imaginario popular como una mujer astuta y ambiciosa, lo cual es probable que responda más al espíritu de la época, y concretamente de la terrible corte de Felipe II
REFERENCIA CURRICULAR
Montserrat Cano Guitarte es escritora. Además ha sido Coordinadora del Comité de Escritoras del Club PEN de España; Jefa de Prensa de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles; Codirectora del Aula de Cine de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles; Colaboradora del Departamento de Comunicación de las Editoriales Espasa Calpe y Ediciones B y Profesora de Creación Literaria en distintas entidades públicas y privadas. En 2006, dirigió y organizó el I Congreso Internacional de Escritoras del Club PEN de España “La mujer, artífice y Tema literario”, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria. Ha realizado numerosas colaboraciones con la Secretaría de Igualdad de UGT Madrid y ha dictado conferencias sobre temas literarios y cinematográficos, siendo Jurado en certámenes literarios y de teatro. Asiduamente ha colaborado con la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias. También fue responsable de la Candidatura ante la UNESCO para la inclusión en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial del Silbo Gomero. Literariamente, es autora de numerosas publicaciones por las que ha sido premiada tanto en el ámbito nacional como internacional.