Revista con la A

25 de enero de 2021
Número coordinado por:
Violeta Doval Hernández
73

Marruecos: un balance de las conquistas feministas y los desafíos actuales contado por sus protagonistas

Houda Benmberek: Fundadora de ISRAR, coalición por los derechos de las mujeres en el Magreb

Houda Benmberek

Houda Benmberek

 Houda Benmberek nace en 1980 en Rabat (Marruecos). Después de graduarse en Derecho y Gestión, en 2011 en Dijon (Francia) y en la Universidad Mohamed V-Agdal (Rabat), comienza a trabajar en programas con enfoque de género para el “Global Rights Partners for Justice” durante 13 años. En 2015 funda la Coalición ISRAR, con el objetivo de liderar iniciativas para la promoción de los derechos de las mujeres en Marruecos, Túnez, Argelia, Libia, Mauritania y Egipto, con el objetivo de unir fuerzas en el Norte de África. Houda ha impartido formaciones en Marruecos y Túnez. Desde 2018 trabaja en un programa para y con las personas migrantes (Fondo para los DDHH Globales)

Violeta Doval: ¿Cómo surge la Coalición ISRAR, para la igualdad y el “empowerment” en todo el Magreb?

Houda Benmberek: En esta red estábamos al principio 30 asociaciones marroquíes de defensa de derechos de las mujeres y derechos humanos que cubren todo el territorio marroquí (El Amane en Marrakech, Jóvenes abogados y abogadas de Khemisset, TafouktSouss en Agadir, Tawaza en Martil, etc.) Se trata de asociaciones independientes que pertenecen a pequeñas ciudades en Marruecos, marginalizadas, con pocos recursos financieros.

Enseguida decidimos ampliar y buscar sinergias en la región MENA. En 2015, oficialmente se creó la Coalición, y fue difícil registrarla legalmente porque hablamos de cosas tabúes, hablamos de la igualdad en la herencia, trabajamos con asociaciones LGTBi++, tocábamos temas de marginalización y de desigualdad Norte-Sur, de justicia global.

V.D: ¿Qué destacarías de vuestro trabajo regional?

H.B: La Coalición ha iniciado una dinámica de trabajo en red que se ha convertido en una fuerza colectiva de acción e influencia. Las cuatro asociaciones que fundamos la Coalición empezamos coordinándonos con organizaciones de Túnez, Mauritania, Libia, Argelia y tímidamente con Egipto. La región no puede correr junta, pero podemos andar juntas, con ritmos diferentes cada país. Hay que aprovechar todas las posibilidades, seguir el combate, y los que comienzan tímidamente abrirles la puerta… hacer incidencia conjuntamente.

La red es una fuente de inspiración. Por ejemplo, el nivel de feminismo en Túnez es muy elevado, en Marruecos nos inspira mucho y tratamos siempre de mantener el vínculo y esto nos da mucha fuerza, el contacto con estas militantes. La prueba, cuando fundamos ISRAR, lo primero que hicimos fue un Forum Regional por los derechos de las mujeres, un año en Túnez, y otro en Marruecos.

Argelia y Mauritania cuentan mucho con nosotras para apoyarles y nosotras no queremos soltarles. Anualmente hacemos encuentros regionales y así capitalizamos lo que se ha hecho en cada país y vemos los desafíos y las estrategias… A veces olvidamos que tenemos vecinos que viven en situaciones muy difíciles. Por ejemplo, compañeras militantes de Libia no pudieron venir al encuentro anual, no se les permitió salir del aeropuerto por no ir acompañadas de un hombre. Hemos tenido un gran apoyo de la red Euro-mediterránea de Túnez, también de asociaciones socias, como Afturd en Túnez… nos autocriticamos, siempre hay algo para cuestionarse…

V.D: ¿Qué estrategias utilizáis para la sensibilización sobre los derechos de las mujeres en Marruecos?

H.B: Utilizamos el teatro, por ejemplo… campañas de sensibilización con caravanas anualmente en todo Marruecos. Trabajamos en el mercado semanal, intentamos visitar las prisiones, intentamos trabajar en todos los centros de formación profesional, trabajar con el profesorado para que luego sean quienes formen sobre derechos de las mujeres… Trabajamos con magistrados y jueces, para que esta sensibilización esté incorporada en el trabajo cotidiano de las mujeres… Hacemos cafés intelectuales instalando tiendas de campaña en la calle, invitamos a las personas que pasan y les preguntamos qué opinan de los derechos  de las mujeres… Hay que analizar cómo ellos y ellas ven las cosas porque no queremos estar en el elitismo… Tenemos cierto elitismo en Rabat y Casablanca y queremos bajar a la base para verdaderamente subir a hacer las reformas que se requieren, porque lo que para mí es una prioridad, quizás para la otra persona no lo sea.

V.D: Vuestra Coalición ha trabajado también el tema de la igualdad en la herencia entre hombres y mujeres, un tema delicado a tratar en los países musulmanes… ¿Cómo lo enfocáis?

H.B: El tema de la herencia se trabaja desde hace un año y medio con seis países. Hay un grupo de trabajo que sigue recogiendo recomendaciones con dos personas expertas de cada país para crear estrategias diferentes para cada lugar, porque lo que le funciona al feminismo en Túnez va a funcionar en Mauritania, o en Libia… y es en esto en lo que ponemos nuestro aporte… incluso si no se cambia la ley, al menos poder estimular el debate…

V.D: ¿Las asociaciones fundadoras de la red proceden del Norte de Marruecos, qué especificidades tiene el feminismo de esta zona?

Aquí se vive la problemática de las mujeres que atraviesan la frontera y que sufren tanta violencia en el camino: económica, psicológica, social, moral…

H.B: Las asociaciones en el Norte están muy en el militantismo puro, porque aquí se vive la problemática de las mujeres que atraviesan la frontera y que sufren tanta violencia en el camino: violencia económica, psicológica, social, moral. Se han creado colectivos específicos para luchar por los derechos de estas mujeres, como la plataforma “Mi cuerpo, mi libertad”.

Por eso, con nuestra Coalición intentamos unir los esfuerzos dispersos y reflexionar como red para tener más fuerza y reagruparnos.

Cada región tiene sus especificidades y abusos. Por ejemplo, entre el Centro y el Atlas Medio es una región muy conocida por los matrimonios forzosos de chicas menores. Desafortunadamente hay un artículo de la ley que autoriza al juez a dar una autorización excepcional si ve que la menor “está preparada” para el matrimonio. Y se han dado 36.000 casos el año pasado de autorizaciones para este tipo de matrimonios con menores, por lo que no es una excepción, sino un abuso. Hemos hecho campañas, hemos trabajado con jueces y magistrados en la sensibilización. Por otro lado, en la región central también la población amazigh, donde las mujeres no hablan árabe, una víctima de violencia puede denunciar y firmar una declaración sin saber lo que pone, porque ella es analfabeta y solo entiende amazigh.

V.D. ¿Cómo empezó vuestro trabajo con las mujeres en situación de movilidad?

H.B: En 2013 Marruecos desarrolló una estrategia de migración y hemos tenido un flujo migratorio muy importante… No alcanzábamos a dar respuesta a los casos de abusos expresados en los centros de escucha por parte de mujeres migrantes. Las asociaciones no estaban capacitadas para dar el servicio adecuado, porque las mujeres migrantes traían, además, problemáticas específicas, diferentes de las mujeres marroquíes, a nivel cultural, psicológico, … y los traumatismos sufridos en el camino, los casos de violencia en el desierto o bosque, en su trayectoria migratoria… la asociación no sabía cómo afrontarlo.

Colaboramos con las asociaciones subsaharianas porque no hay centros de escucha ni acogida para las mujeres migrantes que sufren violencia

Colaboramos con las asociaciones subsaharianas aquí, en Marruecos, para crear sinergias entre nuestros centros existentes y las asociaciones de personas migrantes, porque no tienen centros de escucha ni acogida. No existe una ley específica para la protección de las mujeres migrantes. Desde 2016, hemos hecho un enorme trabajo, acogiendo a personas de origen subsahariano en prácticas en los centros de escucha, en formaciones, haciendo guías simplificadas para la acogida, etc., y se he convertido una prioridad por el número de casos que recibíamos. No podíamos no incluir a las mujeres migrantes en nuestros programas.

V.D: ¿Qué tipo de apoyo brinda vuestra asociación a las mujeres supervivientes de violencia?

H.B: Nosotras no trabajamos solo sobre la violencia contra las mujeres, pero es clave y primordial porque, visto los casos que hay, estamos obligadas a dar los servicios demandados. Hay cifras oficiales que hacen sonar la alarma, sobre todo en violaciones. En 2017, más de 1.130 casos declarados… ¿y los no registrados, no oficiales?

Los centros de escucha y los centros de acogida son los puntos de apertura a las mujeres para encontrar una referencia, calmar su estrés y permitirles encontrar confianza, escucha, apoyo psicológico… y también para ayudarles económicamente. Se trata de acompañarlas para que, después del shock, puedan tomar decisiones para reiniciar su vida a muchos niveles.

Trabajamos en zonas donde hay mucha dificultad de acceder a la justicia, así como para encontrar centros de escucha y de acogida, por lo que tratamos de reforzar esto. Aquí, la sociedad civil no tenemos derecho a gestionar una denuncia, pero intentamos facilitar la transición hasta que la persona víctima pone la denuncia. Tenemos abogadas y abogados voluntarios que orientan a las personas por la plataforma o por teléfono. Ahora trabajamos en traducir los documentos en amazigh, árabe, español y francés.

V.D. ¿Cómo veis desde vuestra asociación los efectos de la ley marroquí contra la violencia de género?

H.B: Frente a los avances de Túnez, Marruecos buscó tener su propia Ley. La sociedad civil marroquí reflexionaba desde 2010 sobre esto y nos inspiró también la ley española, que en ese momento vimos como vanguardista respecto a lo que teníamos en nuestro Código de Estatuto Personal marroquí. Estamos en la fase de la aplicación de la ley desde entonces y con bastantes lagunas en la aplicación. Es todo un proceso en el tiempo para llegar a un cambio.

La ley ciertamente no encanta al 100% a las feministas y al movimiento de la sociedad civil en general, pero ha habido determinados avances. La parte de la protección falta enormemente: es decir, en los casos de las violencias hacia las mujeres, cómo los centros de escucha pueden coordinarse con los centros de acogida para dar los servicios de urgencia a las mujeres víctimas de violencia, y que siempre llegan a los centros con miedo y una gran vulnerabilidad. Hay disposiciones que acompañan la ley y a veces es difícil coordinar entre los servicios que existen.

También está la dificultad para acceder rápidamente a la justicia por los costes de este acceso y la falta de acompañamiento a estas mujeres, sobre todo en áreas rurales y semiurbanas donde nosotras trabajamos

V.D: ¿Qué dificultades principales encontráis en vuestro trabajo con supervivientes de violencia?

H.B: Cuando la mujer pone su denuncia no hay medidas de protección, y como centro de escucha no tenemos autorización para hacerlo. Y a veces las mujeres son reticentes, ven que nuestro poder no es enorme… Puede haber abogadas y abogados voluntarios, pero no podemos asegurarles el acompañamiento en el tribunal.

Además, los artículos del código penal, que criminalizan las relaciones sexuales fuera del matrimonio, desaniman a las mujeres a denunciar las violaciones porque no pueden declarar sin tener riesgo de cárcel. Nosotras las acompañamos, orientamos a dónde ir.

Con la nueva ley, supuestamente es el gobierno el que va a encargarse institucionalmente de la acogida de las mujeres víctimas de violencia, pero hasta ahora está sólo en papel. No hay mucha claridad o transparencia sobre si serán las asociaciones y qué asociaciones llevarán esto. Como tenemos un gobierno islamista… entonces puedes ver el tipo de asociaciones que serán siempre elegidas. Nosotras intentamos tener incidencia como Coalición, llamamos a las puertas, solicitamos ver a las personas requeridas, en la escala local y regional. Pero algunas ni pueden acceder a estos espacios gubernamentales o a la información.

V.D: Y respecto a la nueva Constitución, ¿ha supuesto algún cambio en vuestro trabajo?

H.B: La Constitución es buena, pero revela lagunas. El mayor obstáculo es lo que hacemos de incidencia, porque ahora para depositar peticiones debemos tener 5.000 firmas para pasarla al Parlamento… Y aunque consigas esas firmas… ¿quién te va a dar el número de identificación?, por lo que son condiciones tan imposibles, así que antes había mayor apertura y rapidez para depositar demandas en las dos cámaras.

En la sociedad vemos que vamos hacia más machismo. Los hombres tienen los puestos de decisión, y algunas mujeres solo para cubrir los números

Hay regresiones. En general, en la sociedad vemos que vamos hacia más machismo. Los hombres tienen los puestos de decisión, y algunas mujeres solo para cubrir los números… Hay tanta energía y fuerza en el movimiento…, pero la gente está agotada porque cuando haces mucho esfuerzo y no ves frutos, bajas los brazos. Aun así, cuando hay un abuso, sientes que todo el mundo se moviliza de nuevo para salir y protestar.

V.D. ¿Cómo influyó tu familia en tu lucha feminista?

H.B: Mi padre era muy abierto de espíritu; fue realizador teatral que había estudiado Bellas Artes y formó a actores que son ahora famosos… Teníamos discusiones desde los catorce años sobre feminismo… Él me hablaba de feminismo de otros países… cómo somos libres como mujeres… y así empecé a reflexionar, siendo aún una pequeña niña. En estas discusiones yo decía, “con este pantalón corto no puedo salir”, y él me decía: “Eres libre, haz lo que tú quieras, eres dueña de tu cuerpo y nadie tiene el derecho de juzgarte… y si alguien te dice algo, dile que no mire”.

Y lo que hizo el click para integrarme en el movimiento feminista fue a los 18 años, después de la muerte de mi padre, cuando caí en una depresión… pasé de 55 a 107 kg, por una bulimia. Y al salir a la calle los hombres me insultaban, me tocaban… y yo les respondía: “Voy a denunciaros”. Pero pensaba en otras chicas que no podrían hacerlo… Y ahí decidí: el día que termine mis estudios no voy a hacer otra cosa que proteger los derechos de las mujeres… Porque me di cuenta de que todo lo que decía mi padre yo no lo encontraba en la sociedad… y era chocante porque esta idea de mi cuerpo como mi derecho no estaba como idea en mi sociedad. Y decidí hacer de esto mi combate… Hay que ser solidaria porque no todas han tenido esta suerte de poderse defender…

Estaba estudiando dos carreras, Derecho y al mismo tiempo, en una escuela privada, Gestión… y desde los 20 años yo trabajaba… Como era la mayor de la promoción, una ONG internacional en Marruecos de derechos de las mujeres de Rabat, que buscaban alguien encargada de asistente de programa, vinieron a mi escuela y un profesor les dijo “tengo la persona que necesitáis, una chica que sólo habla de derechos de las mujeres, y sólo lee los artículos sobre estos temas…” Y he trabajado con esta organización 13 años, como encargada de programas de África del Norte.

 

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