Revista con la A

28 de septiembre de 2016
Número coordinado por:
Elvira Rilova
47

Gestión Cultural, Género y Feminismo

Hermandad entre creadoras

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Elisa McCausland

Desde dónde escribimos y dibujamos, qué sentimos y pensamos obsesiona a quien teclea estas letras en una noche oscura del alma, como la de cualquier otra persona que se encuentra con la otra en la soledad de su cuarto impropio, frente al monitor iluminado

Las noches febriles llevan, en ocasiones, a parajes por descubrir. Desde que Internet existe, desde que atravesar espejos parece más fácil para las chicas del milenio que para las niñas decimonónicas, asomarse a las habitaciones de las otras, a sus paredes virtuales, y encontrar las formas, el lenguaje, la expresión es también hallar sombras, nuevos mitos, proyecciones, abismos. Qué nos atraviesa y qué rastro dejamos… qué huellas seguimos y qué señales hacemos (para que otras nos acompañen en la aventura). Caer por la madriguera del conejo conlleva abrirse a nuevos mundos, un viaje que tiene mucho que ver con lo creativo. Desde dónde escribimos y dibujamos, qué sentimos y pensamos obsesiona a quien teclea estas letras en una noche oscura del alma, como la de cualquier otra persona que se encuentra con la otra en la soledad de su cuarto impropio, frente al monitor iluminado.

9-1Como ya se habrá podido apreciar, estas palabras proceden de una idea arriesgada, la de atravesar el espejo y resignificar el mundo, desde el otro lado. Esa resignificación requiere y necesita de la reivindicación del pasado, la herencia, nuestra herstory. Cuando retumba esta idea en algunas de nuestras cabezas es difícil no pensar en cómo darle la vuelta a todo a través de la forma, la expresión, el humor. También en hacer justicia, en la necesidad de una genealogía, y en el potencial para desarrollar una red, tejida por aquellas capaces de darle forma, luz y color a otra manera de hacer las cosas. Mujeres armadas con pinceles, portaminas, lápices y tablets. Porque todo comienza desde la voluntad de poder, voluntad de ser. Todo empieza con un viaje.

Hace tres años, la comiquera Carla Berrocal me llamó para ayudar a poner en marcha el colectivo Autoras de Cómic (AC), junto a las históricas Marika Vila y Ana Miralles. En ese momento sentí una gran emoción, por el reto que suponía unir a diferentes generaciones de mujeres del cómic en torno a unas reivindicaciones históricas. Y porque entendíamos que los tiempos de cambio pasaban por crear un ágora donde conocernos y reconocernos; un espacio virtual y presencial donde poder compartir experiencias y puntos de vista, y desde donde tejer una red de relaciones que nos ha permitido darnos cuenta de que somos muchas y cada vez más conscientes de las estructuras, del contexto.

Tal y como escribí en su momento para el Recetario de Buenas Prácticas de Mujeres en las Artes Visuales (MAV), el colectivo Autoras de Cómic tiene un increíble potencial como herramienta de reconocimiento y de análisis de esas estructuras, de ese contexto. Se trata de un colectivo joven, que analiza desde la perspectiva de género el entorno que nos ocupa, el cómic hecho por mujeres; y que, a su vez, insiste en la labor, delicada y constante, de tejer relaciones, de analizar con las compañeras y compañeros el cómo y el porqué de un sistema, el del arte y el cómic, el de la industria editorial, al que las mujeres hemos llegado tarde, pero que es nuestro deber transformar.

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‘Autoras de Cómic’ fue un nombre elegido para rendir justo homenaje a las clásicas; y para trabajar por trascender la diferencia asignada. La lucha por la igualdad efectiva del colectivo se cifra en la búsqueda de experimentos formales, de palabras nuevas, de subversiones de sentido. Dos proyectos, surgidos desde el colectivo Autoras de Cómic, han estado imbuidos de este espíritu:  Wombastic y Sin Novedad en el Frente. El primero, una plataforma participativa para expresar de manera creativa la disconformidad con el (ya retirado) anteproyecto de reforma de ley del aborto. El segundo, una iniciativa donde el humor feminista es la clave para responder a las batallas sexistas del día a día, algo de lo que también son conscientes las compañeras en Francia del Collectif des Créatrices de Bande Dessinée, en cuyo manifiesto subrayan que “feminista” no es un insulto. Como bien precisan, “el feminismo es la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres; es decir, es una postura anti-sexista, la cual queremos trasladar a nuestro entorno pues queremos que el cómic sea un espacio más igualitario”.

9-3 9-4No querría sonar alarmista, pero, tras este despertar sonoro, nos encontramos en un presente en el que hemos pasado de temer la palabra feminismo, por lo que pudiera implicar en términos de aceptación, a caer en lo que la filósofa Montserrat Galcerán califica de “feminismo de gestos”, que bien podría darse de la mano en sus desactivadoras intenciones con el también llamado “feminismo de mercado”. Es por eso que retomo el camino de baldosas amarillas, la caída por la madriguera del conejo, el juego de espejos, el vuelo a una isla repleta de niñas perdidas, para reivindicar la hermandad entre mujeres que crean, que se abisman, que hacen magia; mujeres que han decidido tomar los lápices, el espacio, la palabra. Una apología de la voluntad de poder, voluntad de ser -como ya se ha citado antes- “pues creemos firmemente en que tomar los lápices, el espacio, la palabra responde a una voluntad de resistencia y necesidad de cambio, ambas acciones encarnadas por aquellas personas creadoras que siempre luchan por el conjunto, en sororidad: que jamás se conforman, ni se someten”. Un feminismo transformador, desde la esencia misma del dibujo, del lenguaje, del pensamiento.

9-5Resulta sorprendente cómo hace apenas tres años la importancia de una herstory, y del poder resguardarse en cuartos propios de dibujantes, apenas era valorado por las nuevas generaciones del cómic, así como la necesidad de recuperar y armar una genealogía de autoras de cómic en la que no solo recuperar a las clásicas olvidadas, sino también reivindicar a las coloristas, entintadoras, secretarias, editoras, libreras, bibliotecarias… Cuando el colectivo, Autoras de Cómic, hizo acto de aparición en el ámbito público, una gran mayoría se preguntó: ¿Por qué apelar a la diferencia, al sesgo de género, si una de las aspiraciones de estas mujeres es que las consideren iguales a sus compañeros, los autores? Se dio a conocer a través de su Premio Honorífico, el otorgado a Nuria Pompeia, una histórica del cómic y del periodismo, olvidada por la historia. El marco fue la primera edición del Comicca (Festival de Cómic de Mujeres de Granada). Rosa Galcerán (Porvenir, Azucena) e Isabel Bas Amat (TBO) vinieron después. Todas ellas son parte de esta genealogía en la que trabaja Autoras de Cómic, una reivindicación permanente del pasado que busca, sobre todo, devolver a todas aquellas mujeres invisibilizadas su digno lugar en el ahora. Porque la igualdad efectiva comienza por la memoria: sabiendo de dónde venimos, podremos cuestionar quiénes somos y elegir el sentido de nuestro camino. Eso sí, que nadie pueda dudar que todas estamos aquí, presentes. Las de antes y las de ahora. Autoras de tebeos, hermanas del cómic.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Elisa McCausland (Madrid, 1983) es periodista, activista e investigadora madrileña en la UCM, especializada en analizar la cultura popular desde la perspectiva de género. Escribe regularmente sobre cómic, cine y televisión en distintos medios de comunicación, digitales y de papel. Responsable del programa de cómic de El Estado Mental, Isla Paraíso. Es una de las promotoras del colectivo “Autoras de Cómic”, agrupación que trabaja por la equidad de género en el mundo de la viñeta.

 

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