Revista con la A

25 de julio de 2016
Número coordinado por:
Lucía Melgar
46

Mujeres y feminismo ante el regreso del autoritarismo

Feminismo y masculinidad versus los estereotipos

Eduardo Gil

Eduardo Gil

Una de las cosas que operan para crear verdades absolutas sin tener que justificarlas son los estereotipos

Una de las cosas que operan para crear verdades absolutas sin tener que justificarlas son los estereotipos. Diariamente los medios de comunicación, la publicidad, los videojuegos, las redes sociales incluso las conversaciones con amigas y amigos están plagadas de esas “percepciones exageradas y con pocos detalles, simplificadas, que se tiene sobre una persona o grupo de personas que comparten ciertas características, cualidades y habilidades, y que buscan «justificar o racionalizar una cierta conducta en relación a determinada categoría social»” (tal y como lo define la Wikipedia, y cito esta fuente por estar al alcance de cualquiera).

Uno lleva años estando harto de esas verdades sin fundamento que se multiplican exponencialmente, muchas veces inducidas por el lenguaje de los políticos en activo, que nos hacen creer que sabemos lo que no sabemos y, lo que es peor, que nos hacen creer que todo el mundo piensa de forma idéntica: “Todo el mundo sabe que…”, “Es de sentido común pensar que…”, “De todos es conocido que…” y que muchas veces avalan lo uno y lo contrario en función de los intereses y las prioridades que el político (o la política) de turno tenga en ese momento. Lo peor es el conformismo de la audiencia, de internautas, de lectores,… que repiten como papagallos la misma idea y la contraria dándoles crédito de verdad (y dejo aparte las infamias, las calumnias y los descréditos personales que serían tema para otro artículo). Sin lugar a dudas, tales verdades sin fundamento se sostienen sobre los estereotipos.

Y de entre ellos hay varios que colman mi paciencia: la idea de que las personas de izquierdas tienen que vivir poco menos que en la indigencia, que no tienen derecho al confort ni al bienestar; la idea de que todo el mundo es un ladrón en potencia y que si no roba es porque es idiota o porque no tienen la oportunidad de hacerlo… pero sobre todo me indignan los estereotipos que circulan sobre el feminismo y la masculinidad.

A lo largo de la historia ha habido y hay hombres que han enarbolado la bandera del feminismo

Comencemos sobre el estereotipo que circula sobre el feminismo: que el feminismo es cosa exclusiva de mujeres; que las mujeres feministas desean hacer daño a los hombres, que “les tratan mal”, que desean el poder a toda costa y que su pretensión última es dar la vuelta a la tortilla para que exista un matriarcado en sustitución del patriarcado existente… Estereotipos y más estereotipos pero, sobre todo, falta de información. A lo largo de la historia ha habido y hay hombres que han enarbolado la bandera del feminismo, al respecto me vienen a la cabeza algunos nombres destacados: Nicolás de Condorcet, John Stuart Mill, Francois Poullain de La Barre, Friedrich Engels, Luis Bonino, Miguel Lorente, Pierre Bourdieu… entre otros muchos, sin contar las innumerables asociaciones de hombres por la igualdad que han proliferado no sólo por este país sino yo diría que por el mundo. Respecto al daño que ha hecho el feminismo también discrepo, pues he leído numerosos textos de feminismo y en ninguno he encontrado alusión alguna sobre la maldad intrínseca de los hombres, ya que todas las críticas se centran sobre el modelo de masculinidad, es decir, sobre el estereotipo, que es el que hace daño tanto a las mujeres (asesinatos, violaciones, malos tratos, bajos salarios, etc.) como a los hombres (asesinatos, guerras, peleas, agresiones al medioambiente, etc.). Por otra parte, he tenido la fortuna de conocer a muchas mujeres feministas que lo que me han enseñado ha sido el respeto por lo diferente, la importancia de tener la igualdad como principio motor para el reconocimiento y el respeto de la diferencia y de la diversidad, el valor que tienen los Derechos Humanos en contra de los privilegios (que perjudican tanto a las mujeres como a los hombres) y entender que la Paz es un valor que debemos abrazar todos los seres humanos. Además, gracias al feminismo, las mujeres hoy pueden votar, hoy pueden trabajar, hoy podemos contar con ellas como compañeras y no como subordinadas… ¿Quién puede ver algo negativo en ello? ¿Quién está en contra de que los seres humanos, sean hombres o mujeres, sean libres y emancipados, puedan desarrollarse con dignidad y desarrollar sus capacidades?

El estereotipo de masculinidad también es deleznable. Los hombres, por el hecho de serlo y sobre todo si somos heterosexuales, tenemos que comportarnos como “malotes” en la conquista de las mujeres; tenemos que desear el éxito social que va aparejado al económico en esta sociedad neoliberal y capitalista; tenemos que ser asertivos y tomar decisiones rápidas y certeras cualquiera que sea el problema que tengamos enfrente; tenemos que ser duros y fuertes y ambiciosos y combativos… la vida nos es presentada a los hombres masculinos como un campo de batalla de la que tenemos que salir vencedores volcando toda nuestra agresividad y nuestra violencia hacia el otro, cualquiera que este sea… eso sí, la realidad nos muestra que si el otro es un superior dejamos esa agresividad para proyectarla sobre quienes consideramos inferiores: la infancia, las mujeres, hacia aquellos que tienen un rango inferior en el trabajo… Y eso no está mal visto, es considerado simple estrategia de supervivencia. Mostrarse sensibles sí está mal visto y aunque últimamente hasta los políticos lloran en público, el llanto hay que medirlo… está bien que se entrecorte el aliento y que dejes escapar una lagrimilla para demostrar que también tienes ese puntito de humanidad, pero llorar como toca, deshacerte en una llantina con hipeos está fatal para un hombre que se precie de serlo ¡Eso queda para las nenazas! Los hombres masculinos han de ser valientes y afrontar los problemas con entereza… Estereotipos que no sólo nos alejan de la realidad sino incluso de nosotros mismos porque al final los estereotipos terminan por cumplir su función y acabamos actuando como la sociedad espera que lo hagamos: negando lo diferente e impostando nuestros sentimientos y nuestras conductas hasta convertirnos en aquello que no queremos ser… No hay justificación posible para continuar manteniendo unos estereotipos que no sólo perjudican al conjunto de la humanidad, ya que los malos tratos, las guerras, las ansias desmesuradas de poder para dominar al resto, la violencia en general forma parte del estereotipo de masculinidad que algunos hombres, pocos aún, es cierto, estamos intentando cambiar.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Eduardo José Gil es Licenciado en Comunicación Audiovisual (2006). Máster por la Universidad Ramón Llull en Ficción en cine y televisión, producción y realización (2008). Ha publicado varios relatos entre los que destaca “La Celda y el Último Ángel” (finalista en la XVI edición del concurso de relatos de España y Latino América “El Fungible” 2007). Ha compuesto bandas sonoras para diversos cortometrajes y obras de teatro. Fue director del programa de radio “El Montaje del Locutor” (2008-2010). Fue actor en la compañía de teatro universitario “Paradigma Teatro” (2004-2006) y guionista y presentador del programa de televisión “Encuentros con el Cine” (Televisión de Castellón, 2002).

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