Fátima Mahgnaoui
Fátima Mahgnaoui es cofundadora del periódico feminista 8 de Marzo y de la Unión de la Acción Feminista en Marruecos. La activista nos relata algunos de los principales logros del movimiento feminista marroquí y los desafíos pendientes
Fátima Mahgnaouil fue galardonada por el Premio Nacional “Khmissa” por su contribución social, en 2007, es originaria de Fes (Marruecos, 1954). Estudia Historia en la Facultad de Letras en Rabat y se especializa en Didáctica y Educación a la Ciudadanía. Durante sus estudios se adhiere al sindicato estudiantil UNEM [1]. En 1978 comienza a trabajar como profesora de Historia en secundaria mientras colabora en el sindicato CDT [2]. Posteriormente pasa a trabajar como Inspectora de Educación Secundaria en la Academia Regional de Rabat (1985-2005). Fátima es co-fundadora del histórico periódico feminista del 8 de Marzo y de la Unión de la Acción Feminista (UAF). Desde 1986 dirige un centro de apoyo a víctimas de violencia en Rabat y es coordinadora de la Red por el derecho a la salud.
Violeta Doval: Actualmente Marruecos se encuentra en el periodo electoral, tras dos victorias consecutivas del partido islamista PJD ¿Cómo valora su impacto respecto al avance de las luchas feministas?
Fátima Mahgnaouil: Con el partido PJD desde 2011 ha habido bloqueos. Las organizaciones de Derechos de las Mujeres hemos tenido que ir conquistando avances…Por ejemplo, la Ley 103-13 de lucha contra las violencias a las mujeres (2018). Al principio, el primer borrador que se hizo era muy retrógrado, pero gracias a la batalla de las asociaciones pudimos revisarla, porque no cumplía las normas internacionales de Naciones Unidas sobre la prevención, la protección, la atención y la sanción de los agresores…
V.D.- La organización UAF ha jugado un rol clave en la evolución de los derechos de las mujeres ¿Qué balance realiza?
F.M.- Sí, gracias a nuestras acciones en la UAF hemos impulsado muchas cosas. Por ejemplo, que Marruecos en 1990 se adhiriera a la Campaña Internacional contra la violencia de género y recientemente, la Ley contra la Violencia a las mujeres (2018). Se ha logrado que el tema de la violencia salga a la luz, que se hable sobre ello… Hemos luchado también para la Constitución 2011, y conseguimos que se aprobara el artículo 19, 164 que hablan de la paridad en todas las áreas.
Hay un Ministerio para el tema de la mujer, se logra trabajar conjuntamente… ha habido muchos logros, aunque hay mucho camino aún por recorrer.
V.D.- ¿Cómo habéis afrontado, recientemente, el periodo covid desde la UAF?
F.M.- Ahora con el confinamiento activamos líneas de teléfono de apoyo a mujeres víctimas de violencia… ¡y recibimos miles de llamadas en meses! Ha habido un cara a cara con el agresor…violencia conyugal en todas sus formas… El gobierno nos siguió y puso en marcha plataformas y líneas de teléfono. El presidente de las Naciones Unidas ya dijo que la lucha contra la violencia a las mujeres debería integrarse en el Plan de lucha contra el covid.19…
V.D.- La publicación del primer número del diario «8 de Marzo», a principios de noviembre de 1983, constituyó un punto de inflexión decisivo en la trayectoria del movimiento de mujeres en Marruecos, ¿cómo surge el proyecto?
F.M.- En ese momento yo militaba en un partido de izquierdas junto con otras de las fundadoras del periódico y constábamos que la causa de las mujeres se posponía siempre: no era la prioridad de los partidos democráticos del momento. Decían que había que esperar al cambio político-económico y social y después las mujeres serían parte de este cambio global. Pero nosotras decíamos “No, hay una prioridad y es la de avanzar en los derechos de las mujeres…” Así que ¿por qué no salir, y crear un periódico que jugase un rol en la sensibilización de la opinión pública sobre la causa de las mujeres? Y en noviembre 1983, fundamos el Periódico 8 Marzo, el primer periódico feminista, democrático e independiente en nuestro país…
V.D.- ¿Cuál era la estructura del periódico? ¿A qué público se dirigía principalmente?
F.M.- Publicábamos mensualmente 16 páginas y cada número trataba un tema: el estatus personal de la mujer, el Código Penal, la Mudawana, los problemas de la pensión alimenticia… Queríamos sensibilizar a la opinión pública a nivel jurídico, educativo y concienciar a las mujeres. El objetivo también era llegar a los partidos políticos, sindicatos, organizaciones de DDHH…
V.D.- ¿Qué respuesta tuvisteis de otras organizaciones de la sociedad civil?
F.M.- Logramos movilizar a la sociedad civil por la cuestión de la mujer. Había una sección donde nos enviaban contenidos desde otras regiones, y creamos toda una red que llamábamos “la corriente 8 de Marzo”. Teníamos como simpatizantes a militantes de derechos humanos, a investigadores como Fatima Mernissi… quien escribía con nosotras… a militantes juristas…
V.D.- ¿Con qué medios contasteis, en un principio, para crear el periódico?
F.M.- Era un voluntariado total; no teníamos ni local, ni teléfono, ni fax… El Gobierno sólo financiaba a los periódicos de los partidos políticos y no a los independientes. Éramos muy jóvenes y no teníamos medios. Yo, como profesora, cobraba 2000 dirhams y contribuíamos con nuestro salario de miseria al proyecto junto a todo el comité de dirección. No era fácil, pero estábamos motivadas, porque luchábamos para conquistar los derechos de las mujeres.
V.D.- ¿Destacarías algún número, o alguna parte del periódico?
F.M.- Teníamos una sección que yo adoraba, que se llamaba “Si me dan la palabra”. Era una página abierta donde pedíamos a las mujeres que nos contasen sus historias, sus malestares. Y, por supuesto, como la tasa de analfabetismo era muy elevado, compramos un mini-cassette y grabábamos sus testimonios. Gracias a esta sección muchas mujeres pudieron expresar, por primera vez en Marruecos, los sufrimientos y conflictos que ellas creían que pertenecían únicamente al ámbito familiar… Temas tabú.
Me acuerdo de una joven que era prostituta y decía: “dadme una alternativa y dejaré la prostitución”. Hablaban de problemas tabú como la prostitución, la virginidad, por primera vez en ese momento. Y así identificamos muchas formas de violencia que se estaban dando…
V.D.- Violencias económicas, sociales, políticas…
F.M.- Los contenidos de esa sección se enviaban a expertos y expertas en sociología, juristas, psicología… para estudiarlos… como Fatima Mernissi en tanto que socióloga. La primera violencia que detectábamos fue la propia ley del Estatuto Personal, que consideraba a la mujer como una eterna menor de edad. Descubrimos a mujeres que llevaban 10 ó 15 años pidiendo un divorcio frente a los tribunales. O mujeres que no habían sido informadas de su divorcio por sus maridos dos años después de haberse concedido. El divorcio estaba personalizado: era el marido el que se divorciaba cuando y cómo quería… por lo que vimos que era una prioridad modificar el Estatuto Personal.
V.D.- ¿De ahí entonces surgió la mecha para crear la Unión de Acción Feminista?
F.M.- Sí, porque nos preguntábamos: ¿vamos a empezar a luchar por cambiar las mentalidades o por cambiar las leyes? y decidimos centrarnos en cambiar las leyes discriminatorias, como herramienta del cambio cultural. Y así, en 1987 constituimos la Unión de la Acción Feminista (UAF). Es decir que la corriente 8 de Marzo se cristalizó en asociación. Yo estuve entre las cofundadoras. El objetivo era la lucha por la eliminación de toda forma de discriminación de la mujer, en el área de la educación, la salud, el empleo, la vivienda…
V.D.- ¿Cuáles fueron vuestras primeras acciones de incidencia política como Asociación?
F.M.- La primera gran acción fue realizar una campaña en 1987 para el cambio de la ley del divorcio, y en 1992 para cambiar el Estatuto Personal con otras organizaciones feministas y sociedad civil. Movilizábamos a los medios nacionales e internacionales, a otras asociaciones de derechos de las mujeres, a las secciones de mujeres de partidos políticos, de las asociaciones de DDHH, de los sindicatos…porque por supuesto para cambiar el Estatuto Personal, la UAF no podía hacerlo sola.
V.D.– La campaña de un millón de firmas tuvo un gran impacto para el cambio del Estatuto Personal en Marruecos, pero también tuvo mucha contestación de los sectores más conservadores ¿Cómo lo vivisteis?
F.M.- Escribíamos en el periódico 8 de Marzo, difundiendo la campaña: una petición de un millón de firmas donde volcamos nuestras reivindicaciones. Constituimos una red e hicimos una llamada para crear un Consejo Nacional para el Cambio del Estatuto Personal y para los Derechos de las Mujeres. Pero fue duro, fuimos condenadas a muerte por los islamistas, se declaró una “Fatwa” (pronunciamiento legal del islam) e hicieron una contra-petición. Decían: “esas mujeres ateas, quieren cambiar una ley que forma parte de La Sharía”. Esto nos contrarió mucho, pero no paramos. Entonces, por primera vez en la historia de Marruecos, el rey Hassan II, hizo un discurso real, explicando que Marruecos vivía muchas transformaciones sociales y que no era posible mantener una ley retrógrada… Constituyó una Comisión de Ulemas, donde no había ninguna mujer, para discutir sobre el tema… y aunque no hubo un gran cambio, se puede decir que sí se logró la desacralización del Estatuto Personal de la mujer.
V.D.- La UAF realiza también una labor en materia de violencia de género…
F.M.- En 1996 abrimos dos centros de escucha y orientación para mujeres víctimas de violencia. Uno en Casablanca y otro en Rabat, el cual dirigí desde 1996. Estos centros fueron creados gracias a la asociación española MPDL, de Madrid y Granada, que los equiparon. Había un equipo de juristas, psicólogos y médicos. Por primera vez las mujeres podían hablar, testimoniar, denunciar las formas de violencia que vivían ¡Un gran logro en Marruecos! El objetivo central era romper el silencio sobre las violencias a las mujeres, y que la violencia saliera del ámbito familiar. Estos centros se convirtieron en observatorios para detectar formas de violación de derechos de las mujeres: eran un barómetro de las mentalidades en la familia, en la sociedad, en la pareja. Eran centros de escucha, orientación y también hacíamos el seguimiento de los casos frente a la justicia. La finalidad era que las mujeres pudieran hablar alto y claro en un tribunal, que denunciaran, y también que reforzaran sus capacidades para ser autónomas.
Ofrecíamos información jurídica, médica, psicológica… Organizamos talleres de sensibilización, de educación jurídica…Otra cosa que hacíamos era organizar actos o simulacros de tribunales donde las mujeres denunciaban y daban su testimonio, a veces participaban más de 1.000 personas…
V.D.- ¿Cómo era a nivel personal dirigir ese centro?
F.M.- Era duro, al principio lloraba…con las jóvenes que habían sido violadas, con mujeres expulsadas de casa con los hijos…yo soy muy sensible… El primer y segundo año eran muy, muy duros…Mis dos hijas me decían que siempre les hablaba de los casos de violencia…pero luego cuando han crecido valoran lo que hice…se encuentran a mujeres que le hablan de lo que hicimos por ellas…o lo ven en los medios. Le he dedicado muchos años de sacrificio a la batalla de las mujeres, pero hemos tenido logros.
V.D.- ¿Cómo comenzaste a interesarte en el trabajo por los derechos de las mujeres?
F.M.- Un día cuando tenía quince años y acompañaba a mi madre al Hammam en Fes, vi a unas niñas sirvientas, de 8 ó 10 años, que acompañaban a sus señoras para llevar las cosas al interior de los baños. Vestidas con el pelo rapado, ayudaban a toda la familia, había muchos niños en la familia y ellas no tenían ni un descanso… Era un espectáculo horrible. Algo me hizo clic ahí por la causa del derecho a la educación. Me decía: yo voy al colegio, ¿por qué ellas no van al colegio? Me hacía infeliz ver eso. Me preguntaba ¿podría llevármelas y ayudarles?
También de pequeña, en casa de mis tías o con las vecinas, iba descubriendo cómo vivían las mujeres, la obediencia a sus maridos, su pasividad, el gran sacrificio para educar a sus hijos e hijas sin pedir nada, a pesar de su sufrimiento. Y fui descubriendo las formas de violencia que yo no conocía… y me dije: “hay que luchar verdaderamente contra estas violaciones de DDHH.”
Después, a los 18 años, cuando obtuve el Bachiller y fui a la facultad a Rabat, empecé a ver desde qué estructura podía combatir por el derecho a la educación de esas pequeñas niñas… y por el derecho de las mujeres, por su dignidad, su libertad… Y me introduje en la UNEM (Unión Nacional de Estudiantes Marroquíes). Fue una verdadera escuela sobre derechos humanos, valores, justicia social… conociendo a verdaderos militantes de la sociedad marroquí.
V.D.- ¿Qué tipo de educación recibiste en tu infancia?
F.M.- Mi padre era muy conservador, pero era muy abierto al mismo tiempo. Éramos cuatro chicas y un chico… El apreciaba mi sensibilidad sobre el tema de las mujeres… Siempre me decía “se libre, hija mía”. Me hubiera gustado que estuviera vivo para ver algunos de las cosas en las que he contribuido con mis camaradas… para que viera la Constitución… con el artículo 19…164… La ley contra las violencias… que viera los testimonios de las mujeres…
Mi madre también estaba orgullosa de mí. Yo la considero como una gran militante: era analfabeta, pero ha militado para darnos valores de igualdad… Jamás he sentido discriminación en mi familia… Era general, si ves las fotos de Fés, Casablanca… si ves las fotos… teníamos libertad, las chicas íbamos con minifaldas, escotes en los 70s,80s… pero después, con la llegada de los islamistas, todo fue cambiando…
NOTAS:
[1] Unión Nacional de Estudiantes Marroquíes (UNEM). El movimiento estudiantil marroquí, creado en 1956, estuvo en los primeros años bajo el control del Partido de la Independencia de Marruecos , pero después de la escisión de dicho partido y el surgimiento de la Unión Nacional de Fuerzas Populares (USFP), la organización UNEM se independiza, centrándose en valores progresistas y democráticos. Muchas mujeres se unieron y posteriormente crearon asociaciones de mujeres.
[2] Confederación Democrática de Trabajo de Marruecos (CDT) es una central sindical marroquí creada en 1978 históricamente afiliada a la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), pero ahora afiliada al Congreso Nacional Ittihadi, un partido miembro de la Federación de Izquierda Democrática.