Economía versus tensiones sociales
La batalla económica es fundamental para resolver las tensiones sociales en Túnez. Esto me parece fundamental porque si no las tensiones se van a incrementar: tensión mujer-hombre, tensión ciudad-zona rural, tensión generacional, tensión entre la clase media y alta, que es cada vez más rica y la clase media que está cada vez más empobrecida
Fadhila Mammar (1957) es licenciada en Filología Española por la Universidad de Grenoble (Francia) y Túnez, Máster en Migraciones, Refugio y Relaciones Intercomunitarias. Cuenta con Diplomas de Formación Superior en Mediación Social Intercultural por la Universidad Autónoma de Madrid; Educación Intercultural de la Escuela de Animación de la Comunidad Autónoma de Madrid y de la Escuela de Mediación Social Intercultural de Madrid y formación sobre los conflictos en Oriente Medio del Geneva Internacional Peace Research Institute. En España fue Directora Adjunta de los Programas de Cuarto Mundo de la ONG Médicos del Mundo, en temas de prevención de SIDA/Inmigración y coordinadora del equipo de Mediadores Interculturales del Ayuntamiento de Madrid. En la actualidad dirige el Servicio de Mediación Social Intercultural (SEMSI) de la ciudad de Madrid, servicio gestionado por la Fundación General de la Universidad Autónoma de Madrid y formado por un equipo de 52 personas procedentes de 20 países. Es docente en másteres de numerosas universidades en temas de Mediación, Migración e Interculturalidad.
V.D. y H.H.- Saludamos a Fadhila y le pedimos que se presente
F.M.- Yo soy, me gusta definirme así, argelo-tunecina porque toda mi familia es argelina de Orán y yo me casé a los veinte años con un tunecino que conocí en Francia. Viví en Túnez, mis hijos nacieron en Túnez. Amo Túnez y hoy tengo pasaporte tunecino. Mi sentido de pertenencia a Túnez es muy fuerte, es mayor que a Argelia, aunque sí tengo parte de mi familia en Argelia ¡Me trató tan bien la gente de Túnez durante los onces años que viví allí! Allí! El hecho de que nacieran mi hija y mi hijo allí ha creado vínculos muy fuertes. Para cuidar de estos lazos, me siento muy identificada. Sufro y me alegro, según esté Túnez.
V.D. y H.H.- ¿Cuáles crees que serían las propuestas más urgentes para para mejorar la situación de Túnez?
F.M.- Voy a ir al grano. En cuanto a propuestas hoy por hoy para Túnez, me parece fundamental ganar la batalla económica, sino no vamos a conseguir avanzar y vivir en paz.
V.D. y H.H.- ¿Podrías detallar un poco más?
F.M.- La batalla económica. Atender las necesidades del centro del país, de las zonas rurales, crear empleo para las y los jóvenes. Me parece que eso es lo fundamental y eso es el trabajo de las y los políticos, y el dinero de cooperación bien invertido. En Túnez tenemos personas brillantes, que no todas se dedican a la política, tenemos un empresariado brillante y una sociedad civil que sabe lo que quiere. Esto me parece fundamental porque si no las tensiones se van a incrementar: tensión mujer-hombre, tensión ciudad-zona rural, tensión generacional, tensión entre la clase media y alta, que es cada vez más rica y la clase media que está cada vez más empobrecida. La gente tiene que tener trabajo. La gente tiene que poder vivir dignamente, estar ocupada en sus actividades.
Esta sociedad mía ha demostrado que tiene sensatez y tiene todavía lecciones que dar al resto del mundo árabe, y al mundo en general, pero tenemos que ganar la batalla económica. Si de verdad (vamos a permitirnos ser ingenuas) Occidente, Europa quiere ayudar a Túnez, porque se llenan la boca de que somos el ejemplo de la primavera árabe, si de verdad nos quieren apoyar, debe de haber un esfuerzo por revitalizar todo lo que son las áreas productivas. Crear otras áreas productivas y hacer acuerdos, por ejemplo agrícolas, que realmente nos beneficien. Por ejemplo, China se ha metido a mansalva a producir aceite de oliva ¡Es brutal! Me da pavor porque hasta ahora somos el segundo exportador mundial de aceite de oliva. Pues si China consigue producir aceite de oliva, si realmente nos quieren ayudar, los países van a tener que proteger nuestro aceite. Es sólo para dar un ejemplo del tipo de ayuda que necesitamos. No esta ayuda depredadora que nos brindan.
V.D. y H.H.- ¿En ese sentido, Francia siempre ha tenido un papel importante?
F.M.- Sí ha tenido un papel muy perverso, muy cabrón, nunca gratuito, nunca desinteresado. Francia cuando nos ha dado dos ha sido para recibir cuatro. Cuando en los años 70 nos brindó cooperación en el terreno cultural, fue imponiendo que compráramos sus coches Renault que eran más caros que otras marcas…
V.D. y H.H.- ¿Hay mucha influencia?
F.M.- Por supuesto, fueron nuestros amos.
V.D. y H.H.- También Italia está muy próxima ¿mucha gente en Túnez quiere venir a Europa?
F.M.- Por supuesto que la gente quiere salir del país, mientras la economía no repunte la gente querrá emigrar. Las rutas de las migraciones son ahora muy cambiantes, obviamente Italia es para Túnez lo que España es para Marruecos. Si no quieren que la gente emigre van a tener que jugar limpio, porque no juegan limpio con África en general para hablar del continente más cercano al que estamos. No juegan limpio y por eso os decía nos dan dos y quieren coger cuatro. Túnez, en este sentido, no es muy goloso porque no tenemos tanto que quitar.
V.D. y H.H.- Pero tenéis costa al Mediterráneo…
F.M.- Claro tenemos la costa, tenemos la producción agrícola. Pero hoy en la producción agrícola tenemos fuertes competidores como Almería y Marruecos. Tenemos algo de fosfato y luego las fábricas textiles, las maquilas que se dice en América Latina. Nuestro país necesita que nuestros campos estén revitalizados. La revolución salió del interior del país y se han quedado igual que antes.
V.D. y H.H.- ¿Entiendes que los organismos internacionales deberían poner fondos mejor enfocados?
F.M.- Mirad, la tasa de abstención en las últimas elecciones es altísima (pasa lo mismo en Europa, de manera alarmante), esto es gravísimo. ¿Esta democracia de mayorías es hoy por hoy democracia real? Entiendo muy bien por qué se da esta suerte de abandono del asunto político, hay una suerte de desesperanza, de desilusión, un sálvese quien pueda, esto refleja que nuestra cultura política es muy limitada y que la sociedad en general y las personas en general ,fuera de esta sociedad civil, que además es muy urbana, no está en todo el país y la población necesita de un refuerzo a nivel político, participativo, estar incluida en la toma de decisión, en los diálogos, esto la mediación podría mejorarlo.
V.D. y H.H.- ¿Cómo valoras el papel de UGTT (Unión general de trabajadores tunecinos) y de los sindicatos, como intermediarios entre la sociedad civil y el Estado?
F.M.- La UGTT ha hecho un muy bien el papel, cuando parecía que todo se iba al traste. La UGTT tiene una vasta historia, ha sabido moverse bastante bien siempre, cuando digo bastante bien no estoy diciendo que me gustó siempre, porque tanto con Bourguiba, como con Ben Ali, ha estado ahí y ha sabido componer con el poder. Pero en un momento tan álgido como el de ruptura que hemos vivido hace unos años, el papel de la UGTT como mediador me parece ejemplar, muy bueno. En aquel momento, políticamente estuvieron muy a la altura. Esa es mi opinión.
V.D. y H.H.- ¿Cómo te sentiste tú en Tunez como mujer?
F.M.- Estoy un poco triste, y no quisiera ser injusta pero cuando yo vivía en Túnez, tenía mucha más libertad que la tienen las chicas de hoy que tienen la edad que yo tenía en aquel momento. Estoy hablando de los años 70 y 80. Cuando hablo de libertad no hablo de frivolidades, sino de estar en la calle sin ser verbalmente agredida. No me gusta tener que estar “protegiendo y defendiendo” a mi hija y su prima, dos magníficas jóvenes, de las palabras que pueden decir los hombres a su alrededor, y estar continuamente en tensión.
V.D. y H.H.- ¿Pero es que a lo mejor tú habías aceptado más las reglas?
F.M.- No en absoluto, yo era completamente rompedora. Te hablo de un pueblo que era Hammamet, tener el pelo cortísimo, de un centímetro, desplazarme en bicicleta con mi hijo en el sillín… Iba a los cafés con mis amigos hombres. Todo ello siendo una mujer casada entonces, no era muy corriente. No era habitual y no era siempre fácil. Sin embargo, ahora tengo la sensación de un retroceso, y no estoy quitando valor a todo el trabajo que están haciendo las mujeres. Lo que quiero decir es que las mujeres están ahora mismo reivindicando y trabajando en mi opinión también para recuperar lo que fue y perdimos en algunas libertades del día a día, en una situación de hostilidad mayor de la que vivíamos hace 40 años.
No quiero decir que cuando vivía en Túnez no fue una lucha ser yo misma. Yo luché por tener el pelo corto, por ir en bicicleta. Te puedo decir que, aunque no estoy orgullosa de ello, yo me lie a puñetazos con hombres que me agredían en la calle, que me empujaban de la bicicleta teniendo a mi niño en el sillín detrás, que me decían groserías, que me querían abrazar. He tenido que darles bofetadas, he tenido que pelear. Mi marido me decía: “un día te van a matar…”.
Pero aunque esto ocurría entonces, una acababa haciendo exactamente lo que quería mientras que actualmente veo que hay más condicionamientos… que mi hija estuvo 4 años sin ir a Túnez porque decía no querer ir a un país tan hostil con las mujeres. Las veo más condicionadas que yo, y si las chicas y chicos quieren vivir su vida hoy es un precio muy alto el que tienen que pagar, de soledad, de soportar hostilidades, etc. Como os digo, yo tenía un estilo de vida en Túnez, que ya en Francia era llamativo, pero lo conseguí vivir, y yo vivía en una pequeña ciudad, Hammamet, que era bien diferente con y sin turistas…
V.D. y H.H.- ¿Se han fortalecido los estereotipos?
F.M.- La sociedad arabo-musulmana, a nivel global, está en estas contradicciones, en estas tensiones, en una suerte de adversidad, que también compagina con eventos maravillosos, como que la primera película que se hace en Arabia Saudí es una mujer quien la hace, pero no podemos negar que estamos en una situación de tensión mucho mayor que hace 40 años.
Actualmente observo una tensión en la relación hombres-mujeres en la vida diaria, en la calle, que no viví de esta manera hace 30, 40 años
Actualmente observo una tensión en la relación hombres-mujeres en la vida diaria, en la calle, que no viví de esta manera hace 30, 40 años. Un hecho está claro, en Túnez las mujeres mayores llevaban el safsari, y ese velo blanco ha estado despareciendo por el hijab que no tiene nada que ver con nuestra cultura. Las mujeres de cada área de Túnez tenían su vestimenta, sus propios colores, etc., el hijab no es nuestro, está importado de fuera. Está importado de Arabia Saudí.
V.D. y H.H.- ¿Qué crees que ha influido? ¿Los medios de comunicación?
F.M.- No, no sólo, yo creo que tiene que ver con una situación económica y política. Si volvemos a Túnez, creo que el hecho de que haya tantos jóvenes desempleados, que sienten una cierta frustración ante esa vida que les toca por el propio rol que les otorga la sociedad patriarcal y que ya no pueden asumir, mientras las mujeres, a pesar de todo, sí consiguen salir adelante… Las mujeres supieron adaptarse mejor a los cambios impuestos por este mundo veloz. A la fuerza muchas veces, pues no tenían más remedio que adaptarse para salir adelante y sacar a sus familias adelante, pero lo están consiguiendo, con muchos esfuerzos y sacrificios, pero caminan con los tiempos.
En este momento histórico que vive la sociedad arabo-musulmana, en el que estamos enfrentados a extremismos, hace que haya cierta marcha atrás en algunos aspectos de nuestra vida diaria, eso por una parte, luego, creo que todas las leyes y avances que hoy por hoy, gracias al trabajo de las mujeres y de la sociedad civil, se están votando en Túnez, en pro de las mujeres, de alguna manera, obran como una operación de marketing, de fachada, por parte del gobierno. Creo que el gobierno es muy hábil creando una imagen de democracia de fachada con políticas igualitarias de cara al exterior, sobre todo a occidente, pero que si no va a apoyar estar políticas con medidas económicas, con implantación de recursos, etc., se va a quedar en agua de borrajas. Creo que el gobierno es muy hábil para vender, no tanto para hacer y no lo pienso sólo con las mujeres, sino también con el movimiento LGTBI, y demás movimientos/expresiones reivindicadoras de mayor libertad.
V.D. y H.H.- Centrándonos en el tema de la igualdad, en la herencia por la que las mujeres se manifestaron el 10 de marzo último, ya sabemos que Túnez es el país más avanzado del norte de África en cuanto a derechos de las mujeres, pero ¿cómo podemos apoyar que finalmente puedan heredar las mujeres los mismo que sus hermanos?
F.M.- La mediación es parte de la solución, por supuesto, porque me parece muy importante que las personas que son reticentes a este cambio puedan escuchar, en este caso a las mujeres, y que las mujeres puedan escuchar a estas personas reticentes al cambio. Cuando digo escuchar no me refiero a estas idas y vueltas de palabras repetidas hasta la saciedad, sino estoy hablando, realmente, de sentarse y escuchar y valorar los argumentos de unos y otros, unas y otras, y buscar soluciones prácticas sobre estas cuestiones. Es una medida importante.
La mediación es parte de la solución, porque me parece muy importante que las personas que son reticentes a los cambios puedan escuchar y valorar los argumentos de unos y otros, unas y otras, y buscar soluciones prácticas
Además, me parece importante saber que los pueblos y los colectivos necesitan de sus tiempos, de sus ritmos, que no son forzosamente los nuestros, los de quienes estamos fuera. Yo confío, y no creo que sea ingenua, enormemente en la capacidad de las personas que están trabajando en este campo, pero creo que es un trabajo de hormiga y que hace falta tiempo. No creo que se deba hacer y crear una polarización y violencia en el país porque de ahí perdemos todo, pero de la misma manera que yo pensaba que nunca Túnez respetara o aceptara la apostasía, que me parece un tema muy fuerte dentro del Islam y lo tenemos, creo que la cuestión de la herencia se puede ganar. Por supuesto que no nos enfrentamos a problemas religiosos, nos enfrentamos a parcelas de poder muy importantes y tanto desde lo más pequeño, me refiero a este pobre (en el sentido de que vive en la pobreza) campesino varón que se siente abandonado y que defiende la última migaja de poder sobre la mujer, hasta el gran empresario que defiende su patrimonio, tenemos toda una escala de resistencias a este cambio. Pero yo confío que se va a ganar, probablemente tardará, pero es un cambio de fondo, muy importante, pero lo conseguiremos.
V.D. y H.H.- Nawal El Saadawi habló sobre la dificultad de que las mujeres en Túnez tengan la patria potestad sobre sus hijas e hijos y puedan trasmitirle su apellido… ¿que nos puedes decir sobre este tema?
F.M.- Es una buena pregunta, porque yo me hice tunecina para tener la patria potestad. Yo estaba casada con un tunecino siendo yo de nacionalidad argelina. Cuando decidimos divorciarnos, mi ex marido me aconsejó que tomara la nacionalidad tunecina porque el juez me había dado la patria potestad a mí, porque hicimos un divorcio amigable y mi marido le comunicó al juez que él quería dármela. Pero si yo salía de Túnez automáticamente perdía esta patria potestad por ser argelina con criaturas tunecinas. Por ello, mi ex marido insistió en que pidiera la nacionalidad tunecina porque al irme a España (ya lo tenía pensado) iba a ser terrible para hacer lo que fuera con mi hija y mi hijo, hubiera tenido que pedir autorización formal al padre… Hasta donde yo sé una mujer puede tener perfectamente la patria potestad.
V.D. y H.H.- ¿Conoces casos de madres solteras?
F.M.- He conocido y no me consta ningún lío de apellidos. En Marruecos sí, y era problemático porque es el padre de ella quien debe aceptar si le da el apellido o no al hijo “bastardo”. Era así. No sé si ha cambiado con el cambio de la Mudawana pero era así. Temo decir cosas erróneas y no atreverme a más, por ignorancia mía.
V.D. y H.H.- ¿Cómo empezaste a trabajar en mediación?
F.M.- En el 97, en España, descubrí la mediación y el manejo pacifico de los conflictos, que era algo que me inquietaba desde pequeña pero no sabía ponerle un nombre. Aquí he podido formarme en mediación y soy mediadora con especialidad en interculturalidad, eso es entre personas de diferentes culturas y eso me ha llevado a trabajar, estos últimos años, en América Latina, en los países andinos especialmente, algo que me ha dado muchísimo y siento una gratitud inmensa. A la vez, me da pena porque he hecho muchos esfuerzos, incluso ofreciéndome de manera voluntaria, para hacer lo que hago en América Latina en Túnez. Me parece que la gestión pacifica de los conflictos, los diálogos a diferentes niveles entre la población, la sociedad civil, la administración pública y sus personas usuarias, etc. me parece fundamental en estos tiempos de cambios que vive Túnez pero, curiosamente, no he prosperado. Se dice que nadie es profeta en su tierra.
V.D. y H.H.- ¿Lo intentaste, pero no funcionó?
F.M.- Yo conocí a una asociación, no hacen exactamente la mediación como la practicamos aquí, pero bueno, tienen un papel de puente bastante interesante. El tema es que son personas que no tienen fondos, pero sí que está el PNUD y demás organismos internacionales que podrían financiar un proyecto de esta índole. Lo que quiero decir es que es un momento magnífico para poder trabajar en diferentes lugares y territorios y a diferentes niveles de la población estas cuestiones. Hemos intentado, incluso con la fundación que me suele contratar para América Latina, presentar proyectos, haciendo un poco lo mismo pero adaptándolo a Túnez, ya que hemos aprendido mucho en AL, aunque no ha funcionado. Seguiré insistiendo, no me rindo, vamos a ver si despunta la situación.
V.D. y H.H.- Pero en Túnez ¿la sociedad es más o menos homogénea?
F.M.- Agradezco vuestra pregunta porque no he sido precisa. No se trataría de trabajar obviamente con diferentes pueblos, sino con la población en general, en diálogos, en resolver pacíficamente los conflictos, en crear consensos, tomar decisiones consensuadas… Existen en Túnez grandes divisiones entre lo urbano y lo rural, generacionalmente también, entre laicos y creyentes, para esto sirven estos diálogos. Es preciso crear cohesión social en las diferencias. Todos estos contrastes y estas polarizaciones que se dan cada vez que hay una tema candente es necesario aprender a enfocarlos de manera dialogada, si bien por suerte han habido varias experiencias de diálogo, en Túnez, que han funcionado, pero yo creo que hace falta trasladarlo a toda la población.
V.D. y H.H.- ¿Cómo has ido tejiendo tu especialidad porque mediadora es una especialidad nueva?
F.M.- Desde la militancia. Yo he sido desde los 16 años militante del diálogo y de las relaciones interétnicas, pero desde la mera intuición y la militancia pacifista… mi formación es literatura.
V.D. y H.H.- ¿Y luego hiciste un master?
F.M.- Claro. Cuando vine a España, gracias a la militancia, yo sabía mucho de temas de migración. En el 91 en España no se sabía mucho sobre el tema, por lo que empecé como voluntaria en Médicos del Mundo y en poco tiempo me contrataron y, cuando trabajaba allí, un amigo sudanés me dijo que un catedrático, antropólogo, iba a formar a personas que trabajaban en migración sobre el tema de la mediación y me apunté… y así empezó.
H.H.- Yo veo que hay muchos obstáculos, estoy hablando, por ejemplo del tema de la herencia, pues a mí me parece claro que las mujeres deben tener el mismo derecho que los hombres a heredar, sin embargo, me quedé muy sorprendida, cuando varios hombres me dijeron que no lo entendían…
F.M.- Claro justamente a eso me refiero. Creo que éste es otro dialogo importante, el que tú estás apuntando. Es necesario un dialogo entre hombres y mujeres en la sociedad. Se pueden incluso dictar leyes, pero si no hay diálogos que afectan a las dos partes no hay apropiación de los cambios. Hay muchas separaciones, abismos de incomunicación en la sociedad tunecina. El pueblo tunecino, por suerte, tiene esta impronta de que parece que llegan al borde del abismo y se retraen porque tienen esa inteligencia de no querer violencia, de no querer escalar demasiado el conflicto. Es verdad que son gentes abiertas, flexibles en muchos aspectos, pero eso no quiere decir que sea una sociedad cohesionada y que no haya polarización. La abstención, la desilusión es una forma de conflictividad latente. Por todo ello, estos trabajos de cercanía, para sentarse a hablar sobre todos estos temas que están presentes creo que podría ser muy bueno. Y más porque tenemos una sociedad civil bastante fortalecida, pero tenemos otros niveles de participación que no se dan, en los que la población, digamos que el pueblo llano, está excluida o se ha autoexcluida. Fortalecer todos los niveles de la población en Túnez es muy importante y no confiar, pues creo que confiamos demasiado, porque su papel está siendo magnifico, sólo en la sociedad civil. La capacidad de la población, al debate por una parte y al diálogo por otra, es dar calidad a la democracia. Las diferencias de opiniones y divergencias manejadas desde el diálogo dan esta calidad democrática.
V.D. y H.H.- Gracias Fadhila por acercarnos a Túnez desde todos tus conocimientos. Muchas gracias
Entrevista realizada por Violeta Doval, con la colaboración de Hortensia Hernández.