Revista con la A

25 de noviembre de 2022
Número coordinado por:
Laura Alonso
84

Mujeres por la paz en tiempos de guerras

Cultura feminista vs cultura patriarcal

Marie Caraj

Marie Caraj

La perspectiva de género, por ser transversal, también existe en el urbanismo y arquitectura. Su invisibilización contribuye a mantener las distintas formas de discriminación y de violencia de género tanto en la esfera privada como en la pública.

A pesar de seguir siendo invisibilizada por el androcentrismo, la perspectiva de género, por ser transversal, también existe en el urbanismo y arquitectura. Su invisibilización contribuye a mantener las distintas formas de discriminación y de violencia de género (simbólica, psicológica, física, etc.) tanto en la esfera privada (por ejemplo, invisibilizando las tareas de cuidados) como en la pública (por ejemplo, ausencia de servicios/aseos para las mujeres [1], iluminación inapropiada a la seguridad, aceras inaccesibles a personas con movilidad reducida -incluido los coches de bebes y carros de la compra utilizados mayoritariamente por mujeres-). En definitiva, son esferas cuyos espacios no están pensados para las funciones que cumplen y las personas, todas y cada una de las personas, que los utilizan.

Sin embargo, no faltan las feministas expertas en urbanismo y arquitectura que proponen criterios de análisis, soluciones, procesos y metodologías de integración de las perspectivas, experiencias y derechos humanos de las mujeres en estos campos. Algo que algunos colegas varones, dispuestos a cuestionar los mandatos de género y comprometidos con la ecología y la no especulación urbanista, empiezan a valorar positivamente. Otros dirán que son criterios de sentido común, más allá del feminismo, sin explicar por qué, entonces, todavía en el siglo XXI no se han aplicado transversalmente. En ambos casos, a parte una ínfima minoría, les cuesta reconocer que integrar la perspectiva de género implica no solo mencionar el análisis y el trabajo feminista en urbanismo y arquitectura sino también cambiar de metodología, compartir equitativamente el espacio profesional con sus colegas feministas y, sobre todo, no pasar por alto el enfoque epistemológico de la teoría del punto de vista (Standpoint Theory). Al fin y al cabo, ningún blanco podría jamás pretender hablar, en vez de un negro, de manera universal (aún no hay homogeneidad) sobre el racismo y sus soluciones o minimizar el aporte epistemológico de los movimientos anti-racistas.

Ser una mujer o una persona marginada te hace pensar en cosas y plantearte preguntas que otros no se plantearían.

Una planificación urbana y de las viviendas que no incluya el análisis de género, en todo su proceso -desde la concepción a la realización y seguimiento-, no es desinteresada, neutral, objetiva y universal porque excluye a la Mujer como «sujeto pensante universal» (aún no hay homogeneidad) y a su experiencia (y necesidades) del uso de los espacios urbanos y arquitectónicos. 

Censurar o no tener en cuenta la perspectiva de género de forma transversal, y por tanto en las políticas urbanas y de viviendas, constituye un obstáculo al ejercicio de los derechos de las mujeres a la igualdad, la autonomía, la libertad, etc.

El objetivo del urbanismo y de la arquitectura feminista es llegar a crear espacios sin género, sin jerarquía patriarcal

El objetivo del urbanismo y arquitectura feminista es, obviamente, llegar a crear espacios sin género, sin jerarquía patriarcal, donde por fin haya corresponsabilización equitativa de los cuidados de la especie humana y de su entorno.

Mientras actúan en el contexto político para que pueda algún día permitirlo, hasta integrar la perspectiva de género como criterio transversal sine qua non de participación a licitaciones públicas, las organizaciones feministas también intervienen sobre elementos sueltos que contribuyen a transformar el urbanismo y la arquitectura. Aquí va una lista no exhaustiva de sus actuaciones:

  • Marchas exploratorias que ponen en evidencia la necesidad de reformar los espacios públicos y que sean inclusivos. Por ejemplo, mientras la mayoría de los hombres suelen desplazarse de manera directa de un punto A a un punto B, las mujeres suelen desplazarse en zigzag porque tienen que atender a múltiples mandatos de género antes de llegar a su destino (dejar las criaturas en el cole, comprar, atender a una y otra tarea social/familiar, etc.); necesidad de infraestructuras de transporte que faciliten la accesibilidad de las mujeres con coches de bebes; eliminar los obstáculos físicos al caminar; etc.
  • Talleres de autodefensa para mujeres y niñas con el fin de que puedan sentirse más seguras en casa y en el espacio público.
  • Tejer redes de cuidados en los barrios.
  • Repensar los espacios públicos de ocio para que tanto las niñas como los niños puedan disfrutarlos equitativamente y juntos. No es casualidad que las adolescentes suelan ocuparlos menos que los adolescentes.
  • Propuestas de viviendas que tengan cuenta la heterogeneidad de los modelos/núcleos familiares (aumentan las familias monomarentales, etc.)
  • Plantear las viviendas colaborativas (cohousing) con perspectiva de género como una manera también de contribuir al reparto más equitativo de los cuidados, empezando por los espacios comunitarios. Son espacios abiertos, que visibilizan las tareas domésticas, de cuidados y por lo tanto dificultan la no-participación y la violencia de género. Respecto a la violencia de género, el proceso hacia el cohousing con perspectiva de género incluye la necesidad de tener una política, protocolos de prevención y reacción en caso de violencia de género, de la misma forma que hay normas anti-incendio.

La perspectiva de género en general, y por lo tanto en el urbanismo y arquitectura, no se basa en la lógica patriarcal del lucro a toda costa (capitalismo) o en la dominación/jerarquía sexista (por la que las funciones productivas serían más importantes que las reproductivas), sino que tiene en cuenta a todo el mundo y todas las funciones, de forma equitativa y considera que la Mujer y el Hombre son, cada uno, sujeto universal (aún no hay homogeneidad).

 

NOTA

[1] Cuando los hay, en lugares privados accesibles al público, incluyen también un aseo para personas diversamente hábiles, sin distinción de género. Puede no ser un problema, pero sorprende que falten aseos para hombres diversamente hábiles en los baños de hombres.

 

REFERENCIA WEBGRÁFICAS

 

REFERENCIA CURRICULAR

Marie Caraj es Feminista. Miembra del Grupo Consultivo España de Asociación con la A. Experta en protección de defensores y defensoras de derechos humanos. Intérprete y traductora internacional. Postgrado en Malestares de género -su prevención e impacto en la salud integral de las mujeres- por Asociación de Mujeres para la Salud (Madrid). Ha coordinado, con la asociación feminista belga Angela.D, la integración de género en el proyecto de cohousing CALICO (Care and Living in Community) https://calico.brussels/

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