Como procrastinar y morir en el intento
Sabemos que si no cambiamos nuestro modelo energético, basado en la quema de combustibles fósiles, las consecuencias previsibles pasan por la elevación de la temperatura media global de la superficie terrestre (por primera vez en la existencia de la civilización humana); un aumento del porcentaje de zonas desérticas, con la disminución, en consecuencia, de las reservas mundiales de agua dulce; proliferación de fenómenos atmosféricos extremos; aumento de enfermedades derivadas de trastornos endocrinos y proliferación de enfermedades cancerígenas, a raíz de la disminución de la calidad del aire, el agua, y la utilización de productos químicos que caracteriza a la industria intensiva alimenticia.
Nuestros organismos, al igual que nuestra madre Tierra, están enfermos. Enfermos por la incapacidad de poder eliminar los materiales pesados y químicos que se van acumulando en su interior y que no saben eliminar.
Y a pesar de las evidencias de la necesidad del cambio de modelo, la mayoría de las personas de las sociedades “del primer mundo” no reaccionan, no son conscientes de la necesidad del cambio.
¿Cómo conseguimos concienciar para el cambio?
¿La ciudadanía piensa que no va a “vivir igual de bien” y se niega al cambio?
¿Estamos ante sociedades “ni-ni”, bloqueadas ante la inmensidad de la distopía que nos dibujan de nuestro futuro más inmediato, como sociedades y como especie?
¿Sociedades que ante la inmensidad del problema, han delegado su responsabilidad individual en la conformación de la ética y la moral que deben regir sus miembros, en nombre de las corporaciones?
¿Y si empoderamos a la ciudadanía y le asignamos el papel protagonista frente a las corporaciones?
Las corporaciones transnacionales tienen asumido el cambio climático. Puede chocar dicha afirmación porque en nuestro imaginario colectivo son las grandes culpables de la situación en que nos encontramos. Y ambas afirmaciones son ciertas y complementarias en este asunto.
Se definen en su afán por crecer y crecer en una espiral sin fin, en depredar a otras empresas y buscar a cualquier precio el aumento exponencial de sus beneficios.
¿Cuándo remarán a favor del cambio de modelo? Cuando tengan la seguridad que en la nueva situación sus beneficios van a ser los mismos.
La ciudadanía no tiene asumido el cambio, ahí nos ganan las corporaciones, pero ambas coinciden en su modus operandi a la hora de afrontarlo: la seguridad de que en la nueva situación vamos a tener la misma seguridad que en la que tenemos.
¿Estamos olvidando ese factor humano, a la hora del cambio?
¿Y si cambiamos de estrategia y contamos las bondades del cambio?
¿Y si empoderamos a la ciudadanía y la asignamos el papel protagonista frente a las corporaciones?
O conseguimos, como ciudadanía, hacer una reflexión individual y colectiva, en todos los ámbitos, sobre cómo nos adaptamos a la nueva realidad medioambiental, y asumimos que hemos vivido con una tarjeta de crédito de consumo en recursos naturales, que hemos fundido hasta dejarla en números rojos y cuya deuda nos entrampará a nosotros y nuestras próximas generaciones, o asumimos y nos planteamos un plan de choque que pasa por decrecer.
Que este cambio es caleidoscópico y complejo, nadie lo duda, que estamos sin tiempo tampoco.
¿Seguimos procrastinando como sociedad o construimos un nuevo modelo?
Araceli Benito de la Torre es Socióloga e Informática de profesión. Le apasiona la naturaleza y cree en la ecología política y en la egoecología -la necesidad de gestionar de forma más natural nuestro yo interior-. Por eso, imparte cursos de Inteligencia Emocional y Técnicas de Autoconocimiento. Disfruta aprendiendo de las y los demás y realizando cosas nuevas, por lo que considera que este espacio es una oportunidad para seguir disfrutando y creciendo.