¡Por fin llegó el frío!

Hora de relajarse en casa, tumbarse en el sofá… y para que la dicha sea completa no puede faltar uno de esos peliculones que han hecho historia y que deberíamos ver, por lo menos, una vez en la vida.

Un buen maridaje este del cine y el vino.

Ya nos advertía Fellini: “Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador.”

Si te apasiona el mundo del vino y sus bodegas y no le dices que no a una buena historia, este es tu momento. ¡Coge tu mantita, una copa de vino y… acción!

En la historia del cine encontramos muchos referentes que utilizan el vino, copas, viñedos… ¿Cuáles son las mejores? Eso depende de cada una, aquí os dejo algunas propuestas, mis preferidas.

Entre copas. Esta película es enteramente un canto al vino y sus placeres. La amistad, un viaje y un paisaje de excepción dan forma a una historia en la que el protagonista, en plena crisis de mediana edad, reencuentra el amor, gracias al gusto por las cosas buenas, ilustradas en el vino. El vino es, en realidad, el actor principal de esta película. Quien la haya visto ha tenido, sin duda, el impulso de probar Pinot Noir. Las ventas de Pinot crecieron de forma muy importante gracias a esta película.

La princesa prometida. Está película la he visto “cientos de veces”. ¡Me encanta! Romántica, divertida y con una banda sonora espectacular, de Mark Knopfler.

El pirata Roberts vive mil aventuras para encontrar a su amada. Uno de los desafíos a vencer es una batalla de ingenio con un truhan italiano de nombre Vizzini. Éste le reta a una prueba de brindis. En el brindis, una de las copas de vino está envenenada… ¿o son las dos? A darle vueltas y a especular. Y estas cosas no se aprenden en un curso de cata.

Días de vino y rosas. Un verdadero drama, nominado para 5 Oscar. Las interpretaciones de Lemmon, contundente en su aspecto dramático, y la de Remick, no tienen fisuras. Una maravillosa película de la que destaco esta frase: “Éramos una pareja de borrachos en un mar de embriaguez y el barco se hundió, pero yo me agarré a una tabla de salvación que impidió que me hundiera definitivamente y no he de soltarme ni por ti ni por nadie. Si tú quieres también puedes agarrarte pero solo hay sitio para ti y para mí, nada de tríos (él, ella y la botella).” 

Drácula. Que voy a contaros de Drácula que no sepáis…pero seguro que no recordáis este diálogo:

• Conde, un poco de vino. No bebió.
• No, gracias, doctor. Nunca bebo vino.

Y por último una gran serie de los 80 que ocupó muchas de nuestras sobremesas:

Falcon Crest. Si hubo un culebrón que marcó a toda una generación fue este. Todos los protagonistas eran malísimos. Corría el año 1981 cuando llegaba a la pequeña pantalla esta serie enmarcada en el Valle de Tuscany, en la que los malos eran lo peor y los buenos eran demasiado tontos… aunque luego algunos se volvieran malignos. Una serie donde, con los viñedos californianos de fondo, existían personajes como la infame Angela Channing; Chao -Li, su mayordomo; los Gioberti... En general, protagonistas que nos enganchaban día tras día en las sobremesas de la época y que los que crecimos en los ochenta no nos perdíamos.

REFERENCIA CURRICULAR

Paz Sánchez Gil es una mujer emprendedora, amante de la buena mesa y de los buenos caldos y a ellos se dedica profesionalmente desde dondeSánchez, una pequeña tienda ubicada en el Mercado de Antón Martín del castizo barrio de Lavapiés, en Madrid, donde vende todas las cosas ricas que le gustan: vinos, aceites, patés, chacinas, quesos… todo artesano y saludable.

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