Revista con la A

25 de marzo de 2022
Número coordinado por:
Lucía Melgar, Bethsabé Huamán y Alicia Gil
80

Con la A cumple 10 años: reflexiones en torno a una década feminista

Una conversa feminista con Alicia Gil, Amalia Fischer, Diana Solís, María Guadalupe Huacuz y Urania Ungo

Irma Saucedo

Convoqué una reunión virtual con el deseo de que nuestras reflexiones despierten ideas, inquietudes, dudas y debates, para celebrar los 10 años del magnífico trabajo que han realizado las compañeras que hacen posible esta revista

Para Francesca Gargallo in memoriam. Siempre entre nosotras

Para celebrar los 10 años del magnífico trabajo que han realizado las compañeras que hacen posible esta revista, su editora y fundadora, la Dra. Alicia Gil, me invitó a comentar mi punto de vista sobre lo que ha ocurrido con los feminismos en este periodo.  Y lo que pensé fue que lo que me gustaría realizar era un ejercicio de intercambio de opiniones con feministas amigas queridas y compañeras de viaje todas, en la tradición de conversatorios. Una conversa sobre las reflexiones que estamos elaborando desde nuestros contextos para compartir con las lectoras de con la A.

Así que con el entusiasmo de Alicia acompañándome, como siempre, convoqué desde la ciudad de México una reunión virtual con el deseo de que nuestras reflexiones despierten ideas, inquietudes, dudas y debates. La respuesta al conversatorio fue inmediata y Amalia Fischer se unió desde Río de Janeiro, Brasil; Diana Solís desde Chicago, Estados Unidos; Alicia Gil desde Castellón, España; María Guadalupe Huacuz desde Zirahuén en Michoacán, México; Urania Ungo desde Panamá, Panamá.

Somos mujeres diversas que no siempre estamos de acuerdo en todo pero que reconocemos, todas, la necesidad de crear encuentros multiculturales y singulares

Somos mujeres diversas que no siempre estamos de acuerdo en todo pero que reconocemos, todas, la necesidad de crear encuentros multiculturales y singulares al mismo tiempo; que la manera de interpretar la realidad no puede ser dicotómica; y que seguimos caminando juntas porque sabemos que con el intercambio nos afectamos unas a las otras y que éste es el tipo de diálogo que necesitamos para ir construyendo un mundo mejor. El encuentro fue emocionante y mucho más largo de lo que se puede sintetizar en estas líneas. La única impronta que tuvimos para dar inicio fue hablar de lo que pensamos del momento que viven los feminismos en los países que habitamos. Espero que quienes lean esta conversa encuentren interesante escuchar estas voces y las reflexiones que detonan en nuestra mente.

Diana Solís: Soy maestra de arte a nivel de prepa (bachillerato) y en la universidad. En los últimos 10 años he visto que hay un despertar entre la juventud en los Estados Unidos, sobre todo contra el racismo. No solamente a partir de “Black Lives Matter” que ha sido algo muy importante para nosotras independientemente de la edad.  Trabajo con mucha gente joven, artistas, estudiantes, y he visto que ahora más que nunca muchas de las jóvenes están interesadas en tener debate, en leer, en discutir.

Trabajo con mucha gente joven, artistas, estudiantes, y he visto que ahora más que nunca muchas de las jóvenes están interesadas en tener debate, en leer, en discutir

No todas, pero muchas. Hay un grupo multicultural que se ha formado entre las y los jóvenes en Estados Unidos, en varias ciudades y en pueblos. Ha sido increíble porque antes pensaba que la juventud había dejado de estar involucrada en la política en Estados Unidos. Trabajo mucho el barrio, es decir barrios latinos, y se puede observar que ellas mismas están formando grupos de estudio y están leyendo no tanto a las feministas blancas sino afroamericanas, porque hay una gran diferencia dentro del feminismo de los Estados Unidos cuando se trata de personas de color.

Alicia Gil: El feminismo siempre ha sido minoritario. Hablamos del feminismo como si las mujeres, incluso de nuestra generación, hubieran sido todas feministas. Hemos sido, en todos los movimientos, poquitas. Aquí, en España, en los últimos años hemos visto como gente muy joven ha empezado a engancharse al discurso de la igualdad y han mirado hacia el feminismo, también por una cuestión de supervivencia, porque nos siguen matando, nos siguen violando, nos siguen acosando… Viejos problemas que siguen ahí y hacia los que las jóvenes están muy sensibilizadas porque los están padeciendo en primera persona… Las feministas sí estamos coordinadas para las acciones comunes, el 8 de marzo o el 25 de noviembre… Para salir a la calle ha habido una gran coordinación de mujeres de todas las edades, fundamentalmente las jóvenes. Hemos salido masivamente, hicimos la huelga del 8M, en 2018, y en otras muchas ocasiones respondemos a la llamada, el aborto, la violencia…

Ahora enfrentamos otros problemas nuevos, de muchísima gravedad, como es el de la maternidad subrogada, la prostitución…, que se agravan con el debate trans, donde se plantea que la identidad de género se tiene que perder, que diluir. Me parece preocupante que no lo estemos abordando con mayor intensidad… A ello hay que sumar cuestiones como la fragmentación originada por la pertenencia a distintos grupos políticos, es un problema viejo, pero se va uniendo a las nuevas dificultades de dispersión entre las jóvenes.  Por otra parte, está la dificultad de nosotras, las más mayores, para interactuar en las redes sociales e impactar sobre la opinión pública, para hacer pedagogía. Ahí hay un conflicto importantísimo que tendríamos que abordar y que es otro tema pendiente bajo mi punto de vista. Desde que se aprobó en España la ley de medidas integrales contra la violencia de género, en 2004, se empezó a generar un marco normativo que está teniendo sus efectos paliativos pero lo que es en el ámbito de la prevención a través de la educación no se ha avanzado demasiado.

El profesorado no recibe formación en igualdad y menos aún en violencia de género. La educación se está dejando de lado y es importantísima ya que es la única manera de prevenir

En las universidades siguen operando los grupos de investigación feminista, pero la incidencia para trabajar de manera transversal el feminismo y la igualdad en todas las disciplinas no se ha conseguido… El profesorado no recibe formación en igualdad y menos aún en violencia de género. Creo que el tema de la educación se está dejando de lado y en mi opinión es importantísimo ya que es la única manera de prevenir… 

Urania Ungo: Yo estoy convencida que nosotras tenemos que dejar para las nuevas jóvenes las actas de nuestras luchas. He leído muchas cosas, como que luchábamos contra los molinos de viento. Parecía que los varones específicos portadores del poder opresivo no existían, sino que eran un género. “Es un género”, “es un sistema”; pero también hay varones específicos portadores del poder, y además unos muy conscientes, por eso nos matan. Primero eso, que no critico a las jóvenes, pero considero que tenemos que dejarles las actas de nuestras luchas muy bien contadas, muy bien narradas, muy bien analizadas. Tiene que quedar presente que esas leyes que existen son resultado de nuestras luchas. De pronto cuando me escandalizo es cuando escucho, por ejemplo, decir que el 25 de noviembre es gracias a la ONU. Hay estas barbaridades, que el 8 de marzo es un día para celebrarnos, para que nos regalen rosas, y toda la historia borrada, todo vuelto miel sobre hojuelas. Todo vuelto algo que no tiene un significado real. Por eso creo que eso es una parte importante dejar constancia de lo que hicimos. Si me preguntan cómo se hace, no sé, pero creo que hay que hacerlo porque no es posible que no se haga memoria de que todo lo que hemos ido ganando ha sido producto de luchas históricas, a veces muy contradictorias, pero es así.

Tenemos que dejar las actas de nuestras luchas muy bien contadas, muy bien narradas, muy bien analizadas. Tiene que quedar presente que esas leyes que existen son resultado de nuestras luchas

Las chicas jóvenes piensan que están descubriendo el agua tibia, y eso es muy terrible. Una segunda cosa tiene que ver con el estado del mundo, de los aparatos políticos, del escenario mundial. El estado de esta crisis civilizatoria, por lo menos eso es para mí, que es el derrumbe tanto material como psíquico, valórico, existencial de muchísimas cosas. Tenemos que dar opinión sobre esto. La pregunta que yo me hice en un artículo, que publiqué hace un año en una revista que se llama “Las Torres de Lucca”, era si pueden, nuestros derechos, resistir este derrumbe y este colapso, porque hay gente que está pidiendo que se terminen de colapsar los Estados.

No soy abogada, yo soy filósofa, pero me pregunto, ¿Ante quién se hace exigible un derecho si no es ante el Estado? Hay quienes dicen que con esto de la cuestión de género se está borrando a las mujeres; también he escuchado decir a otros, una persona trans, ¿es o no mujer? Discusiones que se están dando a unos niveles que exigen mucha más profundidad, mucha más innovación teórica y política que la que se está produciendo. Entonces sí es preocupante lo que está ocurriendo porque las respuestas que se escuchan son de una banalización increíble cuando no de una lumpenización desastrosa. Cuando digo lumpenización, con toda la mala onda que implica esa palabra, es porque cuando yo propongo la destrucción de algo, si soy una persona que quiere transformar el mundo, tengo que tener una mínima propuesta agendada de lo que quiero proponer a cambio. Son todas las cosas que me preocupan.

Amalia Fischer: A mí lo que me gustaría poner sobre la mesa es que muchas discriminaciones han salido a la calle rotunda y fuertemente, más de lo que salían antes. Diana lo mencionó antes, es el racismo. Aquí todos los días se mata a personas negras, todos los días, de todas las maneras y de todas las formas. Y terminan siendo las personas negras las “culpables de sus propios asesinatos”. Me recuerda a las mujeres que son asesinadas, a las mujeres que son violadas, ellas terminan siendo las culpables de que las maten y de que las violen. Y todos los días se mata en este país a indígenas y se está quemando el Amazonas, y se está quemando el pantanal.

Aquí todos los días se mata a personas negras, todos los días, de todas las maneras y de todas las formas

En 2012 Brasil era un país como una flor que estaba abriéndose para el mundo. Todo el mundo hablaba de cómo Brasil estaba luchando, y cómo había salido de la línea de la pobreza y las acciones afirmativas para los negros, las negras y las personas pobres en las universidades y en las empresas de Estado, etc. Lo que tenemos hoy es un retroceso en los campos especialmente de derechos humanos, justicia social y justicia socioambiental; eso sin mencionar la crisis económica mundial que evidentemente se refleja aquí. Muchos de los asesinatos que hay hoy es porque se liberaron las armas. Aquí voy a encadenar con otra cosa, cuando Urania habla de que se está planteando que los Estados acaben yo lo asocio con los personajes que han llegado al poder en los últimos seis, cuatro o cinco años en el mundo, que no vienen de una política tradicional, en este caso Donald Trump, y aquellos que a través de una narrativa dicen que no vienen de una política tradicional pero tienen años de estar en el Congreso. Que dicen que ellos no son políticos y atacan la política, ¿de qué están hablando? 

María Guadalupe Huacuz: es un placer escucharlas como siempre, sus palabras me llevan a muchos temas, lugares habitados y otros soñados. Tengo 58 años, soy de una generación sándwich, al menos en México, porque se hablaba de las “viejas feministas”, “las históricas”, “las dinosaurias”, luego vinieron “las jóvenes feministas” y mi generación como que no entró en la “clasificación”.

Cada vez más, hablo desde mi experiencia, no tengo desde dónde más hablar, continuamente me da mucho trabajo pensar más allá de lo que vivo cotidianamente, incluso ahora desde el lugar en donde estoy, uno de los Estados de la República con más violencia en México. En una cabaña frente a un hermoso lago disputado por intereses económicos, por el cultivo de los aguacates, sembradíos de droga y la presencia de talamontes.

Afortunadamente a unos kilometros de este hermoso lugar están las compañeras amigas de Cherán, que son indígenas purépechas, algunas que en ciertos momentos dudaron de mi identidad étnica autoasignada (porque era de piel blanca) y a pesar del orígen indígena por línea paterna originaria de Cherán, en mi piel ganó la descendencia judía de madre.

Así son las contradicciones siempre presentes incluso en los mismos grupos discriminados socialmente

Así son las contradicciones siempre presentes incluso en los mismos grupos discriminados socialmente, por ejemplo, en las comunidades indígenas con temas “sensibles” de reconocer, como la violencia sexual, el incesto denunciado por algunas colegas que se atreven a señalar que hay violencia sistemática contra las mujeres, ha significado una gran lucha al interior de sus familias y pueblos originarios.  

Los incestos en las comunidades indígenas son frecuentes, pero se callan para no alterar el orden comunitario, si te atreves a denunciar te expulsan de los lugares porque eres “lesbiana” y no sé por cuántas cosas más. Yo hablo del feminismo del día a día que a mí es el que me preocupa. En el andar y reflexión, ahora puedo decirles a mis amigas indígenas cuando no estoy de acuerdo con ellas: “son una bola de “cabronas”, porque mejor defienden a sus machos que a sus amigas” y cuestionarnos nos iguala más que el discurso feminista políticamente correcto.

Por otra parte, a veces en la práctica militante feminista nos molestamos con las otras porque no cuestionamos nuestros discursos desde los privilegios, en mi caso la verdad es que mis padres fueron de una condición muy precaria, trabajaron mucho para que yo y mis hermanas y hermanos pudieramos tener estos “privilegios” económicos y culturales.

Recuerdo que desde mi activismo feminista, a muy temprana edad, era de las que a los 20 años le decía a cualquier mujer en situación de vulnerabilidad que se viniera a vivir a mi casa si la maltrataban o la golpeaban, desde ese feminismo que de alguna forma se parecía a las expresiones de “bondad religiosa”, que de alguna manera esperábamos que retribuyeran las víctimas a esos actos bondadosos que estábamos haciendo como feministas; me parece que  cada vez me alejo más de esas prácticas de bondad y, aunque es difícil, creo en la justicia.

En la academia estoy en un área que inició el proyecto para edificar uno de los primeros doctorados en México en estudios feministas y la primera maestría en estudios de la mujer. A pesar de las críticas que desde algunos feminismos se le han hecho a quienes estamos en puestos de toma de desición en las instituciones, me parece que ganamos mucho al entrar en ellas. Al respecto alguien una vez me dijo: “tú eres feminista institucional” y me molesté muchísimo, después lo re-pensé y dije: pues sí, trabajo en una institución académica y vivo del feminismo, pero también trabajo por la libertad de las mujeres.

Actualmente en la universidad en la que laboro estoy en un espacio de gestión universitaria, me enfrento cotidianamente con patriarcas con poder y con imposibilidad de entender la complejidad de los problemas de las mujeres en los diversos espacios académicos, pero no me incomoda porque comprendo que tanto el conocimiento como las universidades son falocéntricas, en realidad lo que sí me duele es cuando alguna amiga o colega feminista me increpa por el hecho de no coincidir en el ser y actuar desde el feminismo; cuando era joven, sobre todo por no obedecer sus prácticas politico feministas.

Desde que inicié mi militancia he estado en varios espacios y ambientes “feministas”, pero como que no cuadro en ningún lado, siempre hay un sentimiento de “no pertenecer”, de no ser o actuar lo suficientemente “feminista” o “lesbiana”. Todo eso me ha hecho reflexionar mucho sobre qué tanto estamos romantizando al feminismo quienes le hemos dado la vida a su militancia, al igual que se romantizó lo indígena aquí en México, por ejemplo.  

Ahora en el trabajo donde estoy es un puesto de poder y digo, qué bueno que llegué aquí, llegué por el feminismo, no por las feministas de mi alrededor, porque había muchas que me hubieran jalado de los pies para que no llegara, otras sí me acompañan, son mis hermanas con quienes hemos estado cercanas siempre.

Esa es la fuerza que tengo, al decir que son mis hermanas-amigas feministas, yo “madres feministas” no tengo, ni hijas tampoco, porque ni quise tener hijas, fue una decisión de la que nunca me he arrepentido. Actualmente comparto espacios y tiempos con una bola de chavas, “morras” jóvenes que se acercan a mí, a mi “espacio de poder”, y me dicen: «quiero hacer algo», y las apoyo para que hagan lo que se les antoje, no para que me lo agradezcan, sino porque creo, todavía, que el feminismo es el único movimiento social que puede transformar el mundo. No creo que haya otro movimiento social que lo pueda reformar como lo podemos hacer las mujeres que decidimos transformar nuestra feminidad en lucha social.

Por eso me gusta transvertirme y en algunos espacios presentarme “muy femenina”, porque eso quieren quienes operan los espacios de poder falocéntrico, soy antropóloga y tengo esa capacidad de transformarme para lograr lo que quiero, finalmente, tengo como principio “vivir bien y placenteramente”. 

Irma Saucedo: Yo quiero hacer comentarios sobre los aspectos que considero sería bueno ir reflexionando. Una cosa, que es muy importante, es que por fin reconocimos que tenemos derecho a decidir, podemos decidir y tenemos poder. Esto viene de finales del siglo pasado. Como feministas, algunas de nosotras, dejamos de ser parte de la vieja izquierda porque nos dimos cuenta que la revolución que los hombres querían era violenta contra nosotras y que la revolución las feministas la vamos a ir haciendo de a poquito, con el placer, con el gusto; con todo lo complicado que esto pueda ser. En ese sentido pienso que venimos de un lugar en donde tuvimos mucho éxito, porque hay que reconocerlo, que los espacios donde, por ejemplo, hoy está Guadalupe y muchas otras, fueron creados gracias a nuestras luchas. Hay todo un trabajo que ya se ha acumulado. Al mismo tiempo permanecen muchos de los mismos problemas, por supuesto. Pero sí estoy convencida que hay elementos que, ya ustedes me dirán, son los más importantes: primero que lo único que puede cambiar el mundo ahora mismo es el feminismo, porque el feminismo es el único movimiento que incorpora la reivindicación de todas las diferencias que producen opresión. En ese sentido creo que el feminismo es una cosa absolutamente potente. En mi experiencia en Chicago, durante la década de los setenta, desde el feminismo nos juntamos, chicanas, mexicanas, negras, blancas. Ahí aprendí que tengo que relacionarme con las puertorriqueñas, con las blancas, con las mexicanas, con el movimiento comunitario. Porque existía esta necesidad de dialogar y no podíamos darnos el lujo de diferenciarnos y pelearnos; había necesidad de juntar fuerzas, y ahí fuimos aprendiendo.

El feminismo es el único movimiento que incorpora la reivindicación de todas las diferencias que producen opresión

Otro tema que me interesa seguir discutiendo, es el tema de la necrofilia del sistema. No sé si deberíamos pensar que estamos viviendo una transformación del capital y del poder tan importante que nuestros úteros ya no son importantes. En realidad, nuestros cuerpos no son importantes en la medida en que haya más mecanización ¿Para qué quieres un cuerpo que esté en una fábrica en algún lugar? Esta transformación que hace que nuestros cuerpos ya no sean necesarios, muestra la importancia de resaltar que nuestro cuerpo es el mayor poder que tenemos. Nuestro bienestar y nuestro autocuidado se vuelven políticamente aún más importantes. Es una historia que aprendí desde el feminismo. En el feminismo no hay compromiso político que tiene que ver con partidos, ni con dios, ni con padre. Sí hay un compromiso importante, y en ese sentido es donde creo que parte nuestra potencia, tiene que ver con la necesidad de unirnos las mujeres de diferentes colores, razas, generaciones. ¿Cómo logramos eso? Con el buen trato, construyendo nuestros círculos de bienestar, de cuidarnos, de debatir, de re-conocernos. Eso también me parece que es una gran potencia.

Diana Solis: Para mí ha sido muy interesante escucharlas. Me dio mucho gusto, mucho placer, mucho por pensar, reflexionar sobre lo que estaban hablando de sus vidas y los países en los cuales vivimos cada una de nosotras. Yo, como una persona que vive en los Estados Unidos, sigo aprendiendo cosas.

He aprendido que tenemos que revisar nuestro propio racismo internalizado

Me he juntado con grupos de gente, de jóvenes y no jóvenes, y he aprendido que tenemos que revisar nuestro propio racismo internalizado, el racismo que tenemos en nuestras comunidades latinas. Eso es lo que estamos luchando todos los días, cómo podemos trabajar juntas y juntos aquí en Chicago y en otras partes, con otros amigos, amigas y colegas en Estado Unidos donde se vea que está creciendo un movimiento de gente que va entendiéndose más y más, todos los días, que estamos luchando por las mismas cosas, incluyendo el feminismo. Para mí es muy potente, es fuerte, que, a partir del feminismo, nosotras las feministas, las mujeres indígenas, las mujeres negras, no todas, tenemos ese poder. Cuando hablo con las y los estudiantes les digo “Nosotrxs por el hecho de existir en los Estados Unidos, somos la resistencia, porque sin nosotros y nosotras, no pasa nada en este país”

Amalia Fischer: Creo que hay similitudes entre Estados Unidos y Brasil muy grandes, que tienen que ver precisamente con la esclavización de las personas, el colonialismo.

Nunca generalicemos nuestra experiencia, como la experiencia de todos. La singularidad es muy importante

Qué bueno, Diana, que traes la cuestión, es muy importante analizar los privilegios que tenemos las blancas. Es importante reconocerlo y saberlo, pero como me dijeron algún día: “Nunca generalicemos nuestra experiencia, como la experiencia de todos. La singularidad es muy importante, no importa que seamos indígenas, negras, blancas, gays, lesbianas, trans. La experiencia de una persona puede ser parecida a la otra. Pero una, no es idéntica; y la otra, no podemos a partir de nuestra experiencia, generalizar la de todos.”

Alicia Gil: Yo también creo que se han dicho muchas cosas para reflexionar, muchas cosas muy importantes. Para mí el tema de la educación es fundamental, pero también la idea de ver cómo tejemos puentes, porque quizás aquí en España no son los mismos problemas, pero sí que tenemos todo el tema de la migración y habría que plantearse cómo nos relacionamos con la migración y cómo se genera ese camino de doble vía, porque muchas veces no es solamente que tú trates de acercarte, sino que el otro, la otra, permita ese acercamiento. También son importantes los puentes dentro de la dispersión, porque fíjense la cantidad de temas que cada vez que abrimos la boca se ponen sobre el tapete: desde la construcción del Estado, la resistencia al Estado y cómo los fascismos están impregnando también en Europa, el fascismo está ahí. Bueno, pueden estar más lentitos, la socialdemocracia parece que de momento contiene, pero sin ninguna esperanza. Porque hemos tenido la experiencia más tremenda que ha sido el nazismo, que se genera en Europa; estamos en una situación que es importante tener en cuenta porque están impregnando absolutamente todo. Y son éstos los que están criticando los aparatos de Estado, acabando con los aparatos; precisamente desprestigiando el aparato estatal para que no exista y ocupar un poder militar, pero ese sería otro tema.

Sin embargo, son cuestiones tan, tan importantes que tener la posibilidad de reflexionar desde los feminismos me parece fundamental porque hay cosas que no hemos abordado, y en lo que a mí respecta, en esta otra parte del Atlántico, sí que me parece sustancial buscar las vías que podemos establecer para relacionarnos, “para cruzar el charco”, de manera que abramos una interacción real. Esto se da en las universidades porque hay relación entre las instituciones, pero son de tipo individual. Entonces habría que ver cómo se puede organizar, además de en el ámbito universitario, en el resto de los espacios; cómo se podría gestionar. Porque lo que sí, por ejemplo, aprendimos de las mujeres latinas que principalmente se desempeñan en España en el trabajo doméstico y de cuidados, gracias precisamente a con la A porque dedicamos un número a esto y tuvimos contacto con ellas, es que se sienten solas. Critican muchísimo al feminismo, mejor dicho, a las feministas, porque dicen que no hay mucho apoyo. Tampoco es muy complicado, porque tampoco las necesidades que plantean son necesidades materiales, tienen que ver con su día a día. Dicen: “no me apoyes solamente, sino veamos cómo podemos resolver, todas, los problemas que tenemos que nos unen como ciudadanas.”

Una de mis preocupaciones siempre ha sido las relaciones dentro de las organizaciones feministas y entre las feministas

En fin, que una de mis preocupaciones ya lo sabéis, siempre ha sido las relaciones desde luego, dentro de las organizaciones feministas, y desde luego entre las feministas. Las relaciones, y de ahí la trascendencia, el impacto mundial de los feminismos, pues ya no podemos hablar del feminismo, sino de los feminismos. ¿De qué manera podemos establecer esos puntos de encuentro? además de todos los temas que habéis planteado que, bueno, muchos de ellos nos llevarían muchas horas… No sé si de debate, pero sí de reflexión.

Guadalupe Huacuz: Yo sí hablaría del feminismo como una reflexión epistemológica con una teoría y una práctica política. Creo que el feminismo como teoría, como una reflexión epistemológica (la única que hemos hecho las mujeres) y que en el siglo XX aportamos a la academia, tiene muchas vertientes. Tenemos que pensar cómo se inserta el feminismo, también en la academia, ¿Qué clase de feminismo estamos debatiendo en la academia, o cómo lo estamos debatiendo?

Hablaría del feminismo como una reflexión epistemológica con una teoría y una práctica política

Yo también creo que es importante dialogar con todos los movimientos, todos, no solo con los trans. Fué un placer. A mí también me encantaría tener diálogos al otro lado del charco, pero también en este charco. Y podernos cuidar, las personas que tengo enfrente, a la mayoría, las amo, porque me han cuidado lo sepan o no lo sepan… muchas gracias por sus palabras.

Urania Ungo: Muchísimas gracias. A mí se me agotó el tiempo. Me interesa mucho la iniciativa, ojalá que lleguen a algún acuerdo. Aquí me despido, cuenten conmigo, saludos.

Irma Saucedo: Pues mis queridas amigas creo que lo que estamos diciendo en este momento, es que nos gustaría seguir conversando, que hay muchas cosas que conversar… Les agradezco, las quiero a todas, las amo. Sigamos cuidándonos, y sobre todo quiero decirles que hay una cosa que a lo mejor volvemos a repetir todo el tiempo, que es el tema de la ética y el autocuidado: el cuidado de las otras y los otros; es uno de los temas importantes que ha traído al debate social el feminismo.

Y bueno, somos constelaciones. En realidad, Diana está aquí, pero tiene una constelación de amigas, conocidas, jóvenes y viejas, con las cuales ella también está participando y haciendo. Amalia, Lupita, Alicia, todas, tenemos múltiples lugares donde participamos y actuamos, así que seguiremos conversando.

¡Y FELIZ ANIVERSARIO A ESTA MAGNÌFICA REVISTA!

 

REFERENCIA CURRICULAR

Irma Saucedo González es Socióloga feminista. Realizó estudios de doctorado en Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona. Cuenta con una maestría en Sociología por esta universidad, una maestría en Ciencias Sociales por la Universidad de Chicago y una licenciatura en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Illinois. Ha sido profesora en El Colegio de México, la Universitat Jaume I de Castellón, el Instituto Nacional de Psiquiatría y la Universidad Autónoma Metropolitana en México.

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