Revista con la A

23 de marzo de 2016
Número coordinado por:
Gloria Poyatos Matas
44

Juezas en femenino

¿Son lentejas?

“Hay una dominación de la cultura, de las instituciones, pero siempre existe la posibilidad de hacer otras cosas, siempre el sujeto puede construir su autonomía”    

(Manuel Castells)

La inconsciencia endémica en nuestra sociedad también afecta a la hora de satisfacer nuestras necesidades más básicas.

Esa inconsciencia individual, social y depredadora con los recursos finitos de la naturaleza.

Hemos eliminado las calorías, las grasas, el azúcar, la sal y el alcohol en nuestras dietas, en nombre de nuestra salud. Hemos añadido proteínas vegetales en grageas, complejos vitamínicos en nuestros productos lácteos, fibras, grasas hidrogenadas artificiales y edulcorantes químicos. Y todo ello en nombre de una mejor salud, de nuestra vitalidad para afrontar los avatares diarios, y para ajustarnos a perfiles ideales estéticos… pero no lo hemos conseguido.

Hacemos dietas para adelgazar basándonos en productos alimenticios bajos en grasas, para recuperar esa cintura que no se resiste a la expansión, y aunque no consigamos el ideal que nos venden, seguimos creyendo en ellos, y volvemos a caer y recaer en esas dietas, productos y dinámicas milagrosas.

Hemos delegado nuestra soberanía alimenticia individual y colectiva a las grandes corporaciones, pero nos consideramos libres a la hora de acercarnos a llenar nuestra cesta de la compra.

Tenemos una guerra con la comida, guerra cuyos plazos, estrategias y altos el fuego no los determinamos nosotras y si aquellas empresas que obtienen unos pingües beneficios por la sobreproducción de alimentos procesados, ellas son nuestras mentes, nuestras ideologías, nuestras estrategias vitales.

Saben que para sus negocios son importantes los altos el fuego, la milicia debe descansar o la sublevación puede surgir… y, así, tenemos armisticios en los que nos cebamos, espacios temporales socialmente consensuados y convenientemente publicitados por las grandes corporaciones alimenticias, y sin remordimientos, que surgirán sólo tras la tregua y ya serán oportunamente gestionados. ¿Quién se resiste a coger unos kilos en las fechas navideñas? Si no lo haces, no puedes demostrar que has disfrutado de unas maravillosas fiestas, en compañía de tu gente en torno a una buena mesa.

No seguimos a nuestros estómagos, seguimos a nuestros oídos y nuestros ojos, que son a los que van orientadas sus campañas publicitarias, donde todos y todas debemos atender a unos cánones según edad, sexo y nivel adquisitivo. Normalizan los estándares, porque la diversidad individual no les trae a cuenta.

Y, así, siguen creciendo los eslabones de la cadena alimenticia, y ya a las personas adultas les es imposible identificar el origen, la producción, cada vez más lejana y cada vez menos controlable.

Pero nos creemos libres, porque tenemos muchos productos entre los que elegir, y el listado crece en una continua actualización de la lista de chucherías que podemos echarnos al cuerpo para sentir que estamos integrados en ese magma consumista que nos hace ser parte del grupo.

Estamos en una dictadura alimenticia que se llevara por delante toda una biodiversidad de ecosistemas, la biodiversidad de las semillas que son el origen de nuestros alimentos, la biodiversidad de espacios donde vivir y desarrollarnos como los seres sociales que somos…

Ya sólo tendremos grandes burbujas llamadas ciudades, y afuera de ellas no habrá nada; grandes superficies comerciales en las que ya sólo existirán productos elaborados, y afuera no encontraremos huertos, ni campos ni agricultores, ni toda una cultura rural que agostaremos.

Pero no somos conscientes, estamos en shock, un shock del que despertamos o, a poco que sigamos durmiendo, al abrir los ojos, nos encontraremos con la nada.

araceli-benitoREFERENCIA CURRICULAR

Araceli Benito de la Torre es Socióloga e Informática de profesión. Le apasiona la naturaleza y cree en la ecología política y en la egoecología -la necesidad de gestionar de forma más natural nuestro yo interior-. Por eso, imparte cursos de  Inteligencia Emocional y Técnicas de Autoconocimiento. Disfruta aprendiendo de las y los demás y realizando cosas nuevas, por lo que considera que este espacio es una oportunidad para seguir disfrutando y creciendo.

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