Revista con la A

25 de mayo de 2018
Número coordinado por:
Guadalupe Huacuz
57

Mujeres, música y feminismo

Polinizadoras

Abejas 1 – 0 Neonicotinoides

Esta primavera está siendo muy esperanzadora para todas aquellas criaturas que se ven más afectadas por los estragos de las mega industrias agrícolas- farmacéuticas.

El pasado 27 de abril, los países de la Unión Europea han votado a favor de prohibir el uso en exteriores de tres insecticidas neonicotidoines por el peligro que representan para los polinizadores silvestres y las abejas de la miel.

Se prohíbe su uso en exteriores y sólo podrán ser utilizados en invernaderos permanentes donde las abejas no están expuestas.

Activistas 1 – 0 Farmaceúticas

La prohibición afecta al uso de tres sustancias activas: Imidacloprid (desarrollada por Bayer CropScience); Clotianidina (desarrollada por Takeda Chemical Industries y Bayer CropScience) y Tiametoxam (desarrollada por Syngenta). Tales sustancias son los plaguicidas químicos más vendidos en todo el mundo, de ahí la importancia de la aprobación y ratificación por parte de los países miembros.

Desde 2013, el uso de dichos insecticidas estaba restringido a algunos cultivos, pero la persistencia de las asociaciones ecologistas y grupos políticos verdes han conseguido presionar al ejecutivo europeo para instaurar la utilización en todos los cultivos exteriores.

La derrota es tan clara e histórica en las reivindicaciones de la vida frente al capital, que las empresas afectadas no han dudado de calificar el pasado 27 de abril cómo “un día triste para los agricultores y un mal acuerdo para toda Europa” y que dicho acuerdo “no ayudaría a las abejas”. La agricultura actual “no tiene otra forma de controlar las plagas y la decisión daría como resultado una vuelta a sustancias antiguas menos efectivas”.

La dependencia de productos químicos para la extinción de plagas en los cultivos tiene sus orígenes en la década de los cuarenta, tras la segunda guerra mundial, y en sólo 70 años ha conseguido que dicho procedimiento de extinción sea el más utilizado.

El uso de estos productos no ha solucionado el problema de las plagas sino que han proliferado nuevas, con lo que el número de las mismas se ha incrementado, al mismo ritmo que ha crecido el negocio en torno a dichos productos que alcanzan varios billones de euros, para las grandes empresas del sector.

Asumiremos una agricultura menos dependiente de plaguicidas químicos, la trayectoria de la humanidad y su forma de obtener alimentos ha luchado desde su nacimiento con la tarea de matar, repeler, atraer, regular o interrumpir el crecimiento de seres vivos considerados plagas, contamos con herramientas en nuestra memoria colectiva, sólo debemos rescatarlas.

Asumiremos el riesgo de no obtener la máxima eficacia y producción de nuestros cultivos en Europa, en aras de una mejora de la cadena alimentaria.

Asumiremos que la agricultura vuelva a utilizar métodos menos agresivos para los ecosistemas, para nuestras tierras, nuestras aguas y nuestra diversidad, aunque sea a costa de la no dependencia extrema a los plaguicidas.

Asumiremos que nuestro patrimonio cultural y nuestra herencia transmitida prime ante los intereses corporativistas de las industrias químicas.

No parece un reto complicado, sólo es volver a poner en valor el conocimiento milenario adquirido por las personas que tienen la responsabilidad de alimentarnos, volver a poner el foco, en definitiva, en los ritmos de la naturaleza y la salud de las plantas y de sus usuarias finales.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Araceli Benito de la Torre es Socióloga e Informática de profesión. Le apasiona la naturaleza y cree en la ecología política y en la egoecología -la necesidad de gestionar de forma más natural nuestro yo interior-. Por eso, imparte cursos de  Inteligencia Emocional y Técnicas de Autoconocimiento. Disfruta aprendiendo de las y los demás y realizando cosas nuevas, por lo que considera que este espacio es una oportunidad para seguir disfrutando y creciendo.

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