Morir es humano
La sociedad siempre rechaza a aquellas personas que actúan de manera independiente y se comportan ignorando el modelo general de comportamiento, como si se privilegiara la homogeneidad, la obediencia y se repudiara lo heterogéneo y disidente. Pienso en El extranjero de Albert Camus y sus pesares por no haber llorado en el entierro de su madre, aun cuando el llorar de los hombres es algo que cierta concepción de la masculinidad hegemónica rechaza.
En este caso, Sofía, una profesora de escuela, sueña con cumplir su deseo de ser madre adoptando una criatura, la que no puede concebir por haber sido violada siendo adolescente. La sociedad, sin embargo, la violentará repetidas veces en un proceso de adopción que rechaza lo diferente y que silenciosamente sigue castigando a las mujeres por su sexualidad, aun cuando ésta haya sido realizada en un marco de violencia. Secretamente son ellas siempre las que guardan el estigma de la violación dejando en libertad y sin castigo a los perpetradores.
Es así que Sofía lleva años pasando por pruebas y por entrevistas que le permitan tener en sus brazos un bebé al que criar y educar con amor. Entrevistas y pruebas en las que “su problema” es ventilado una y otra vez, volviendo a violentarla con la palabra sobre algo que ella preferiría olvidar. En este callejón sin salida que sólo la angustia cada día más, Sofía encuentra una alternativa, una opción que puede encausar sus deseos de dar amor, pero que la sociedad rechaza por encontrarlo “raro” e incluso “peligroso”.
Lo que Sofía quiere es tener el derecho de enterrar a una bebé que ha sido abandonada en un basural. La historia de esta pequeña, que Sofía bautiza como Aurora para con el nombre darle vida e identidad, la conmueve hasta el punto de la obstinación de modo que, aunque se le presenten mil y un obstáculos, está decidida a hacer justicia, un tipo de justicia por la que aquellos que no obtuvieron en su breve vida la condición humana la ganen al menos en la muerte, en el más allá, porque morir, morir con dignidad, es también un derecho. Para Sofía, el darle nombre tanto como el poder llorar su pérdida, es una manera de redimir a un ser que ha sido expelido, literalmente lanzado a la basura. Tal vez porque la propia Sofía siente como Aurora el estigma del rechazo.
Las complicaciones que enfrenta Sofía se deben a la ley y sus tecnicismos, a la norma que siempre es tan estrecha y cerrada frente a una realidad que supera todo lo que se ordena, se sistematiza o se pretende homogeneizar en reglas y en fórmulas a las que, una y otra vez, los hechos le sacan la vuelta. La bebé abandonada, Aurora, como la llama Sofía, va a ser mandada a la fosa común porque nadie ha reclamado el cadáver, pero tiene la suerte de que una persona caritativa como Sofía desea enterrarla. Sin embargo, aun siendo un ser humano, o eso es lo que deseamos pensar, la ley no permite que ese simple procedimiento sea ejecutado por una extraña, sin lazos con la bebé. De hecho, las diferentes instancias de gobierno ven con suspicacia y hasta con repudio el deseo de Sofía. Ella no está cometiendo un delito, ni una falta, pero es tildada de loca, es aislada.
La única opción para Sofía es adoptar a la niña muerta. De ese modo, la niña tendría la condición humana y Sofía el lazo que permite a la ley actuar y darle el derecho de ser enterrada. Con esta simple iniciativa, en realidad muy compleja, Sofía enfrenta al sistema, a su propia pareja, a la sociedad entera, por un gran deseo de dar amor que en este caso significa dar una muerte digna.
La película, Aurora (2014), se ambienta en Ventanas, una ciudad industrial en la costa de Chile. Escrita y dirigida por Rodrigo Sepúlveda (Santiago de Chile, 1959), se trata de su tercer largometraje luego de Un ladrón y su mujer (2001) y Padre nuestro (2006). Aurora ha ganado el Busan International Film Festival (Corea del Sur). Protagonizada por la reconocida actriz Amparo Noguera, es una interesante reflexión sobre la vida, la muerte, pero sobre todo, sobre las formas en las que la sociedad nos impide, nos niega o nos escatima nuestra humanidad y el modo en que día a día hay que luchar por conseguirla.
Bethsabé Huamán Andía es Crítica de cine. Escritora y Feminista. Licenciada en literatura, magister en estudios de género y estudiante del programa de doctorado en español y portugués en la Universidad de Tulane, Nueva Orleans.