Revista con la A

25 de mayo de 2019
Número coordinado por:
Lucía Melgar
63

Exiliadas y represaliadas del franquismo

Memorias del exilio español de 1939: Silvia Mistral en Francia

Kyle E. Lawton

Cuando Silvia Mistral publicó sus memorias en la pequeña editorial de Ediciones Minerva en México, en 1940, el prólogo de León Felipe -el poeta del exilio español-, sirvió como un aval importante a la obra de la joven periodista

Cuando Silvia Mistral, pseudónimo de Hortensia Blanch Pita, publicó sus memorias en la pequeña editorial de Ediciones Minerva en México en 1940, el prólogo de León Felipe -el poeta del exilio español-, sirvió como un aval importante a la obra de la joven periodista. No obstante, si bien Felipe celebra Éxodo: Diario de una refugiada española y la importancia de pregonar la tragedia de la Guerra Civil Española, no deja de resaltar una característica del libro que él considera de suma importancia: el género femenino de la autora:

“Las mujeres saben ustedes contar bien y con sencillez. Usted tiene una voz inocente y maternal para contar cuentos. Cuente usted, amiga Silvia, cuéntenos usted otra vez el cuento español de la Buena Pipa para que no se nos olvide nuestra historia. El cuento es viejo y la tragedia también, pero nadie la tachará a usted de anacrónica” (16).

Hoy, como tantos otros testimonios de las exiliadas españolas, el diario de Mistral es difícil de encontrar y ha recibido poca atención crítica. Sin embargo, a pesar de los comentarios sexistas de Felipe sobre su sencillez maternal, la obra de Mistral representa un aporte importante al acervo cultural de las y los exiliados españoles de la Guerra Civil, interrogando de manera lúcida e inteligente las peripecias de las refugiadas y los refugiados que buscaron asilo en el país galo.

Silvia Mistral

Las memorias de Mistral empiezan el 24 de enero, 1939, en la ciudad de Barcelona. Es un día antes de la entrada de las tropas fascistas de Francisco Franco en la capital catalana y la autora retrata una ciudad que vacila entre el optimismo y la comprensión de la tragedia inminente. A ratos piensa la narradora que “se establecerán líneas de resistencia y que Barcelona pasará a la historia de la guerra como una digna repetición del Madrid heroico” (14), para luego reconocer que en realidad “Barcelona sucumbe silenciosamente” (22). Las mujeres que encuentra en su camino al trabajo “se sientan al sol tejiendo los ‘sweater’ que comenzaron en el otoño para los hijos soldados” (13-14), mientras las hogueras callejeras consumen los carnés de identificación y la literatura subversiva. En el libro de Mistral lo cotidiano y las labores femeninas coexisten siempre al lado de la desgracia y los actos políticos. Ser mujer, en este contexto, implica la construcción de una identidad compleja y multifacética, dentro de la cual no son contradictorias la feminidad y el activismo.

Este mismo día la protagonista decide huir de España; primero va hacia la provincia fronteriza de Gerona y luego cruza definitivamente al territorio francés el 5 de febrero. Formó parte de la ola migratoria más grande que jamás ha llegado a una frontera francesa. Conocida como “la Retirada”, entre enero y febrero de 1939 casi medio millón de españoles cruzaron a Francia para escapar de la agresión fascista española. En la frontera soldados coloniales senegaleses separaron a los refugiados por sexo: hombres por aquí, mujeres, niños y viejos por allá. En su mayoría, los hombres acabaron en improvisados campos de concentración a lo largo de los Pirineos occidentales. Nombres de villas veraniegas como St. Cyprien o Argelès-sur-mer pasarían a la historia como sitios ignominiosos donde padecían en condiciones infrahumanas los excombatientes de la Guerra Civil Española.

Explica la historiadora francesa Geneviève Dreyfus-Armand que estos campos de concentración eran básicamente vastas extensiones de playa circundadas por alambres de púas: “[n]o se planeó nada para la recepción de los refugiados, excepto las medidas para garantizar el orden y la seguridad” (mi traducción 36). Los internados allí no gozaban de la más mínima protección de los elementos, recibían muy escasa comida y no había prácticamente ninguna atención médica. Las estructuras muy básicas que luego se construyeron eran casi todas hechas por mano de obra republicana con materiales que encontraron o robaron alrededor de los campos.

Las mujeres, por su parte, eran generalmente conducidas a residencias en el interior del país junto con los viejos y niños (si bien muchas de ellas también pasaron por los campos de concentración una temporada). No obstante, aunque no padecieran directamente la misma experiencia concentracionaria de los campos, estas refugiadas sufrirían todo tipo de privaciones e injusticias en Francia.

En Éxodo Mistral describe la rabia que le produjo esta separación forzosa de su pareja en la frontera y las condiciones sórdidas de su internamiento. Esperaba encontrar en Francia una sociedad acorde a los ideales de “liberté, égalité et fraternité” -elementos constitutivos de la identidad nacional francesa desde que fueron inmortalizados durante la revolución de 1789-, pero lo que encontró en su lugar la dejó indignada. Así describe la escena en Argelès-sur-mer donde los internaron a ella y a su pareja:

“Como bestias, tras los alambres, los españoles, sin mantas, sin comida, sin sol; heridos, moribundos, son lanzados al desierto de arena. Un poco de paja sobre ella, sería un lujo. Las órdenes son feroces. Dan una lata de sardinas, cada veinticuatro horas, para quince personas. Dos o tres niños se mueren cada día” (57).

Cuando se declara la orden de desalojo para las mujeres y niños, Mistral es conducida a pie hacia el interior y al pequeño pueblo que la hospedará por cuatro meses: Les Mages. Ni siquiera le permiten despedirse de su pareja antes de su partida.

Mistral describe las vejaciones que sufrían las exiliadas a partir de este momento: las vacunaciones forzosas y humillantes que les inyectaron a plena calle bajo la mirada lujuriosa de soldados franceses; los insultos de sus anfitriones en Les Mages que no entendían por qué estas rojas habían venido a Francia; las medidas extremas para controlar su libertad de movimiento; las constantes presiones de volver a España por agentes franquistas y franceses; y las proposiciones de sexo. El cuerpo de la mujer exiliada en Francia es peligroso e híper-sexualizado:

“En el café, en el baile, en el cine, bocas extrañas tienden su red de tentaciones: libertad, dinero, lujo. Marsella o París. El sistema burgués se apiada de las pobres mujeres españolas y ofrece su apoyo. Ayuda a base de la explotación y del vicio, manos tendidas para comerciar con la carne morena de las nuevas Cármenes” (121-122).

Si las españolas en el libro de Mistral se presentan como luchadoras antifascistas, para los franceses no son más que carne para ser consumida o, en su lugar, botada del país: las refugiadas son el exceso desechable del sistema capitalista. No obstante estas presiones, en general, las mujeres españolas que retrata Mistral son fuertes y emprendedoras, y todas las que “por ideal, cariño a sus deudos y dignidad moral, resisten todos los sufrimientos con un estoicismo admirable, esperando poder reunirse algún día con sus familiares” (120) son dignas de su admiración.

Éxodo termina cuando Mistral pisa tierra mexicana en el puerto de Veracruz, transportada a bordo del Ipanema, uno de los barcos fletados con dinero de la República. A diferencia de Francia, donde se sentía “sola, sin protección, en un pueblo triste” (68), México se proyecta como un espacio de síntesis y continuidad para el republicanismo español y Mistral llega con mucha ilusión. Como nos cuenta ella, cuando el barco zarpa de Francia y “se aleja del espigón, unos y otros lanzan tres gritos: –¡Viva México! ¡Viva Cárdenas! ¡Viva la República! Nadie dio un hurra a Francia”(162).

Ni sencilla ni inocente, la voz de Mistral se levanta para denunciar el vergonzoso tratamiento de los españoles por parte del gobierno francés y para recordarnos a todos nuestra responsabilidad en situaciones de injusticia. En el universo de Mistral estamos todos y todas conectados y la farsa de la no-intervención es fácilmente desarticulada. La suya es una crónica de resistencia y de furia, y se debe leer hoy como otra escritura imprescindible de la Guerra Civil Española.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Dreyfus-Armand, Geneviève. L’Exil des républicains espagnols en France : de la guerre civile à la mort de Franco. Paris: A. Michel, 1999.

Mistral, Silvia. Éxodo: Diario de una refugiada española. México: Ediciones Minerva, 1940.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Kyle E. Lawton es profesor de español en la Universidad de West Georgia, EE. UU. Especialista en literatura española del siglo XX, sus investigaciones se centran en la II República, la Guerra Civil Española, los exiliados de la Guerra Civil, y la dictadura de Francisco Franco. Actualmente está escribiendo sobre las producciones culturales de los exiliados españoles en los países anfitriones de México y Francia.

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