Mediatización errónea de las relaciones de género
Dos décadas después, si bien hay días nublados, sigo creyendo en la posibilidad de construcción y transformación de una sociedad cada vez más inmersa en la desolación, en la desesperanza, en el discurso vacío, donde las acciones para contrarrestarlas son cada vez menos creativas y más institucionalizadas
Han transcurrido casi 20 años de aquella mañana en la que desperté convencida de que “otro mundo era posible”. Para las personas. “Para todas las personas”. Para las mujeres en particular. Acoté las dimensiones de aquel Mundo que, así, con mayúscula, me parecía inabarcable y complejo. “Es demasiado”, me decía como quien no encuentra un camino pero vislumbra posibilidades, tanto en la continuidad como en la creatividad. Eran aquellos tiempos de “innovación” e impulso, ahora creo adolescente, tanto, como aquella etapa que, yo misma, dejaba atrás.
Dos décadas después, si bien hay días nublados, sigo creyendo en la posibilidad de construcción y transformación de una sociedad cada vez más inmersa en la desolación, en la desesperanza, en el discurso vacío, donde las acciones para contrarrestarlas son cada vez menos creativas y más institucionalizadas. ¿Sirviendo a qué intereses? Podríamos escribir miles de páginas al respecto e invertir horas en largas discusiones, transformando la sociedad en una charla de café.
Sí, se ha hecho de la transformación social una charla de café. De acceso acotado, de acción limitada. El trabajo de las organizaciones civiles (que no es poco ni son pocas) se visibiliza a cuentagotas; la academia hace un trabajo de hormiga, construye discursos, plantea problemáticas que se diseminan entre personas con acceso “privilegiado”, término éste, el del privilegio, que mucho daña a la sociedad pero que da cuenta del poco alcance que tiene la misma, en su mayoría, a la educación, a la información y al mismo tiempo cómo esta área se “menosprecia” al considerarla “de élite” (Lo complejo de “la Academia como privilegio” es una de nuestras aristas no-transformadoras y dañinas y no el asunto de este texto). Los dos últimos ejes que dan motor y vida a esta “conversación” son, desde luego, el activismo (aquél que surge desde la sociedad civil, en las redes, en los pequeños grupos que emergen, se desintegren o no, tras una ‘causa’ determinada) y, por último, los medios de comunicación. Es ahí, en este sector, donde cada vez existen menos sinergias (dejando a un lado, por supuesto, al llamado “periodismo independiente” el cual, hasta ahora, tiene una función social muy específica, en la medida también que pone su dedicación en temas particulares y con un objetivo determinado).
Las directrices de la comunicación de masas están pasando por una crisis, no sólo nacional sino en el Mundo, ése que hace 20 años a mí me parecía inabarcable, hoy ha estandarizado, estereotipado, alineado las formas y maneras de ver, sentir e interpretar
Precisamente, el hecho de que el engranaje de los llamados “mass media” no esté aceitado, como debiera estarlo dentro de una sociedad democrática, es lo que nos coloca, en gran medida, en la situación en la que estamos: enfangados. Sí, las directrices de la comunicación de masas están pasando por una crisis, no sólo nacional, es decir en México, sino en el Mundo, ése que hace 20 años a mí me parecía inabarcable, hoy ha estandarizado, estereotipado, alineado las formas y maneras de ver, sentir e interpretar.
A diferencia de los “cincos sentidos” la interpretación es parte del proceso de pensamiento. No implica sólo “olfato” sino capacidad de análisis. De tener un punto de vista desarrollado capaz de “leer” la realidad. Los medios, aquéllos a los que acceden las mayorías, no están haciendo lectura de la realidad sino reproduciéndola a partir de los intereses del mercado, “transformando” la cotidianidad en una pangea informativa que nos coloca como sociedad en un terreno inestable-sostenido en el que avanza a gran velocidad y para mal, el discurso de género hacia su integración al discurso vacío, debilitando y generando lo previsible: el hartazgo social. El mecanismo es obvio: normalización desde la ignorancia. Desde la falta de capacitación. Desde un nulo entendimiento de lo que es la Teoría de género. Y de la normalización a la neutralización hay solo un paso. Uno muy pequeño.
Sondeemos cualquier periódico o medio digital… Al azar, a sabiendas de que si se hace este “experimento” no se saldrá bien librada. Evidentemente, no hablo de realizar ese sondeo en medios que, se sabe, están sensibilizados, tienen ética y que cuidan y capacitan a su personal. Me refiero a aquéllos considerados “líderes de opinión” y, en cada país, son ellos los “grandes generadores” no sólo de información sino, sabido es, de educación. En toda área.
Ninguno de los medios de comunicación líderes ha hecho un ejercicio de análisis ni ha comprendido hasta qué punto es importante el manejo de información con “equidad de género”
Ninguno de los medios líderes, sea cual sea su país de referencia, queda indemne. Ninguno de ellos ha hecho, verdaderamente, un ejercicio de análisis ni ha comprendido hasta qué punto es importante el manejo de información con “equidad de género”, la cual va más allá, mucho más allá, de “sugerencias” o acuerdos encumbrados internacionales o de cumplir con “objetivos” y “políticas”.
La industria de la comunicación cumple su propia agenda y maneja, al más puro estilo de los capos, “doble agenda”. Hoy, esa agenda, se antoja dentro de “una moda”: la oleada de reclamo sexista, sin mayor análisis y acotada. Reducida a prioridades de “raiting” y “click”. Para muestra, los Juegos Olímpicos celebrados en Río, apenas hace unos días.
Si nos ceñimos a este ejemplo en particular, medios y redes dieron rienda suelta, primero a su pluma sexista y después a la crítica de la misma. Miles de notas y artículos periodísticos evidenciaron, primero, dónde estamos paradas en la materia y, después, cómo, rabiosamente, se evidenciaban los “dislates” de género que iban, en discusiones y artículos casi tan mal escritos como lo que criticaban, en el mismo tono discriminatorio, sin análisis y sin repercusión porque se escriben desde la misma ignorancia que critican. En México, el caso en particular de la gimnasta Alexa Moreno, es prueba de ello: de la discriminación a la exaltación pasando por los miles de “estados” en que en las redes sociales se hizo escarnio. En esa andanada de “notas” acaso y se rescatan un par de párrafos que, como la mayoría de los temas en nuestro país, se disuelven en la inmediatez, aun cuando pudo haberse hablado del tema desde múltiples aristas. Sí, fue, es y será un “caso emblemático” del que habría de escribirse con detenimiento porque su manejo mediático no sólo da cuenta de las arenas movedizas en materia de medios sino de donde estamos parados como sociedad.
No existe, en los medios, sensibilización al tema de género. Hemos contribuido a que éste sea también una cuota para las publicaciones impresas y digitales. No hemos trabajado lo suficiente en la de-construcción social del discurso. Lo hemos acotado. Desde los pequeños grupos primarios hasta aquellos en los que creemos incidir. No hemos enfocado esfuerzos en co-construir para de-construir. La falta de sinergias, de creatividad (ésa de la que hablaba en el primer párrafo), ha menguado los esfuerzos de transformación.
Sí, la incorporación de las cuestiones de género, esa “estrategia” que la ONU define como “el proceso de evaluación de las repercusiones para hombres y mujeres de cualquier acción planificada en todos los ámbitos y a todos los niveles”, en lo que se refiere a medios de comunicación está en falta y no sólo en México sino en la región, entendiendo ésta como América Latina.
Y por encima de los “medios masivos” ganan terreno “las redes sociales”, espacios que dan cuenta ya de ese “hartazgo” por los “asuntos de género” y son signo y síntoma del rezago que en materia de comunicación tenemos.
Es necesario, urgente, voltear hacia el análisis de género. Construir propuestas que faciliten las alianzas constructivas con los medios, mucho más allá de Suplementos o Secciones. Se necesita capacitación. Compromiso desde las instituciones educativas, asesorías que permitan, como cuando se descomponen los coches, «arrancar en segunda” a esta sociedad cada vez más polarizada y violenta.
La mediatización errónea de las relaciones de género y su análisis no sólo se está normalizando sino que está facilitando el encono en prácticas sociales, reproducción de estereotipos e institucionalización de agendas que lejos están de la transformación social tan necesaria como urgente que es, realmente, empezar a trabajar de cerca con las empresas de comunicación más allá de protocolos y manuales.
REFERENCIA CURRICULAR
Adriana Bernal es Licenciada en periodismo. Actualmente ejerce el periodismo cultural de manera independiente desde su página web adrianabernal.mx cuya prioridad es la entrevista, género en el que ha trabajado por más de diez años y el cual le hizo acreedora, en 2003, al Premio Nacional de Periodismo “José Pagés Llergo”.