Lorena Wolffer: testimonios desde el arte y el activismo frente a la violencia feminicida
Lorena Wolffer (México D. F., 1971), a través de su labor como artista, feminista y activista, da voz en su trabajo a los invisibilizados e invisibilizadas, que no invisibles, por el estado patriarcal, el mismo que institucionaliza públicamente la agresión a los más desfavorecidos y desfavorecidas
Las herramientas artísticas contemporáneas, entre ellas la performance, sacuden miradas y visibilizan lo invisibilizado por el patriarcado. Lorena Wolffer (México D. F., 1971), a través de su labor como artista, feminista y activista, da voz en su trabajo a los invisibilizados e invisibilizadas, que no invisibles, por el estado patriarcal, el mismo que institucionaliza públicamente la agresión a los más desfavorecidos y desfavorecidas, así como la violencia continua a los cuerpos oprimidos por la cultura patriarcal y cómo viven esos cuerpos los estados de violencia.
El 26 de septiembre del año 2014, la opinión internacional se escandalizaba tras la noticia que desde México ocupaba todos los titulares: la desaparición forzada y posterior masacre de 43 estudiantes de magisterio egresados de la Escuela Rural Normal en la población de Ayotzinapa, estado de Guerrero, un estado mexicano que arrastra una larga historia de pobreza, violencia y caciquismo. En la ciudad de Iguala, a donde llegaron los normalistas a manifestarse en favor de su escuela, la barbarie y la violencia fueron llevadas al extremo con la finalidad de tener las protestas “bajo control”. Y es allí donde los normalistas fueron atacados con la misma saña con la que el narco asesina a miembros de cárteles rivales y a cómo los feminicidas asesinan a las mujeres. La operación de exterminio concluyó con la quema y la posterior desaparición de los cadáveres de los normalistas en el basurero de Colula, al mismo tiempo que el miedo se apoderaba de este estado mexicano.
Según la ONU, gran parte de las desapariciones forzadas en México son generalizadas y quedan impunes, pues lamentablemente y en la mayoría de las ocasiones, como en el caso de los estudiantes normalistas, no se sabe si estos crímenes atroces se deben a la mano oscura del narco, a algún cuerpo policial, a militares, o a la combinación de todos ellos. A través del proyecto Testimonios de Guerrero, Lorena Wolffer, ha iniciado desde el año 2015, una campaña de visibilización de testimonios de hombres y mujeres que residen en dicho estado. Comenzado el proyecto tras la masacre de los estudiantes de Ayotzinapa, dichos testimonios publicados a través de Facebook otorgan voz a quien no la tiene, otorgan presencia a la voz apagada por el miedo, introduciéndose otras narrativas que denuncian, frente a lo hegemónico, frente a lo narrado únicamente en prensa o visto a través de la televisión. Porque la voz es lo único que queda, pasando a convertirse en la herramienta a través de la cual empoderarnos y hacer visible lo invisibilizado.
En junio de este año volvió a repetir este mismo proyecto pero con testimonios de personas de la ciudad de Acapulco, en el II Festival de Arte Contemporáneo, en el mismo estado de Guerrero. Fueron un total de veinticinco testimonios estampados en diez mil carteles y en cinco pancartas, colocadas estratégicamente donde los narcos cuelgan los cadáveres de los asesinados y asesinadas [1]. Fue la primera vez que la artista recibió amenazas frente a la visibilización de los estados de afecto de la población, con su complicado entorno en el que predomina la violencia. Uno de estos afectos visibilizados a través de la denuncia fue el siguiente: “De mi calle ya no está la mitad de la gente”.
Mientras dormíamos: el caso Juárez fue la primera performance realizada entre 2002 y 2004 en que Lorena Wolffer abordó directamente el tema del feminicidio. Su cuerpo, convertido en lienzo de expresión, pasaba a ser vehículo de conocimiento y denuncia sobre las atrocidades que se cometieron en los cuerpos de cincuenta mujeres víctimas del feminicidio con nombre y apellidos, dejando atrás lo genérico que significa las muertas de Juárez, lo cual todavía conlleva más indiferencia cuando sólo los familiares pueden enterrar de las mismas una osamenta que se corresponde con un número. Lorena Wolffer se presentaba ante el público que accedía a la sala, acostada sobre una tabla de morgue bajo una atmósfera en penumbra. Con una redecilla que cubría su pelo y vestida, en recuerdo a la mayor parte de las víctimas del feminicidio, con el uniforme que las mujeres maquiladoras llevan durante su trabajo en las grandes multinacionales, su pantalón aparecía colgando de una pierna, mientras que su camiseta y su chaqueta semejaban arrancadas con violencia junto a su sujetador, casi a la altura de sus hombros. Con una mirada fría y con sus manos cubiertas por guantes de látex, un plumón quirúrgico era el instrumento con el que se servía para señalar sobre su piel los golpes, los cortes, los tiros y las mutilaciones que estas mujeres sufrieron hasta el final de sus vidas, siendo previamente descritas las torturas por una voz en off, perteneciente a desconocidos o a familiares de las víctimas, que enumeraban uno tras otro los casos de las cincuenta mujeres. Al final de la performance, Lorena Wolffer se tapaba el cuerpo y la cabeza con mantas, simulando ser un cadáver y denunciando la pasividad de la justicia y del pueblo mexicano ante tales hechos debido a una reacción nacional insuficiente, “justificada” por la ausencia de la ley en la frontera, por el escasísimo valor que el narcotráfico otorga a la vida humana y por la emisión de licencias de impunidad por parte de jueces a narcotraficantes y a empresarios sospechosos, no sin olvidar el papel de los medios de comunicación en situar los crímenes en secciones amarillistas y nunca en primera página, así como por presentar únicamente cifras de muertas como simple estadística. Tras esta performance, llegó la denuncia de casos de feminicido en el Estado de México, cifras que por otra parte superaban a las de Ciudad Juárez. Lorena Wolffer, tampoco quedó pasiva ante tal atrocidad. En concreto en Chimalhuacán, la ciudad donde más feminicidios ha habido en el estado de México, Lorena Wolffer junto con Arturo Ortiz Struck, realizó en el año 2014 la intervención “Señales” ocupando el espacio público con información de ayuda a las mujeres víctimas de la violencia de género.
No hay cifras oficiales de mujeres víctimas del feminicidio en el Estado de México. Sus asesinatos han sido calificados como de “epidemia silenciosa” [2]. El actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, fue gobernador del Estado de México durante los años de cifras más elevadas de víctimas del feminicidio, entre el año 2005 y el año 2011. Siendo presidente desde el año 2012, han sido víctimas del feminicidio en el país, seis mil cuatrocientas ochenta y ocho mujeres [3]. Y la cifra continua en aumento. El número de casos de desaparición forzada en México tiene niveles similares a países como Siria o Pakistán [4].
NOTAS
[1] Entrevista con Lorena Wolffer en la ciudad de México. 7-9-2016
[2] Castillo, Rafael: “Las muertas del Estado de México: una epidemia silenciosa”. Forbes-México, 25 de junio de 2015. http://www.forbes.com.mx/las-muertas-del-estado-de-mexico-una-epidemia-silenciosa/#gs.CrHCk7I 11-9-2016
[3] Goche, Flor: Desinformémonos, 8 de marzo de 2016. http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/03/08/con-pena-nieto-6-mil-488-mujeres-asesinadas/ 11-9-2016
[4] Gallegos, Zarayda: “Los casos de desaparición forzada en México a nivel de Siria”, El País, 11 de mayo de 2016.
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/11/mexico/1462919615_741513.html 11-9-2016
REFERENCIA CURRICULAR
Irene Ballester Buigues (Alicante, 1979) es Doctora en Historia del Arte por la Universitat de València y Máster Universitario en Investigación Aplicada en Estudios Feministas, de Género y Ciudadanía por la Universitat Jaume I de Castelló. Además de profesora y comisaria de exposiciones, es autora del ensayo “El cuerpo abierto” editorial Trea en 2012. Su investigación se ha centrado principalmente en torno al feminismo, el arte contemporáneo y a las imágenes extremas, temas sobre los que ha publicado diferentes textos.