Las brujas en el país vasco
En esta sección, queremos rendir un homenaje a esas mujeres que, bajo la acusación de brujería, fueron perseguidas, torturadas y ejecutadas (muchas de ellas quemadas en la hoguera) durante la edad Media y buena parte de la Edad moderna, en distintos lugares de la geografía ibérica, por el simple hecho de ser mujeres sabias (la mayoría eran parteras, curanderas, herboristas,…) que suponían un obstáculo para el desarrollo de la medicina emergente en el siglo XVII, en poder de los varones, o por no responder a los deseos concupiscentes de sus convecinos o por ser envidiadas por sus convecinas…
Los predicados misóginos y la exaltación de la imagen demoniaca de las mujeres por parte de la Iglesia, que las acusaba de lascivas y de ser inferiores a los hombres moral e intelectualmente, contribuyeron a crear el imaginario social de la bruja como seguidora del Diablo, colaborando de forma activa en las persecuciones y participando en los procesos ya que el poder judicial y el poder religioso no estaban separados. En la segunda mitad del siglo XVII, si bien es cierto que la Iglesia perdió interés por las brujas, no hizo nada para oponerse a su persecución y continuó participando en las ejecuciones, aun cuando en 1657 condenó públicamente éstas, eso sí, sin pedir perdón por las miles de mujeres que no sólo habían sido perseguidas sino torturadas y ejecutadas.
En el número anterior iniciamos el periplo “brujeril” por Navarra, más concretamente en Zugarramurdi. En este número vamos a viajar desde Navarra hacia el oeste, señalando algunos lugares emblemáticos del País Vasco donde ocurrieron episodios relacionados con nuestras amigas: las brujas.
En los próximos números, seguiremos nuestro viaje por rutas cántabras y astures hasta llegar a los espesos bosques gallegos donde meigas, bruxas y fadas nos esperan para poner el punto final a esta ruta mágica emprendida en el número anterior.
Según Gustav Henningsen, folklorista e historiador: “… la noción de brujas voladoras puede documentarse como creencia popular vasca a partir de finales del siglo XV. Sin embargo, la primera mención a una asamblea de brujas en tierra vasca la encontramos en un proceso de 1508 que la Inquisición de Durango llevó a cabo contra una comadrona de Munguía, junto a Bilbao”.
Carlos Rilova señala: “… un número pequeño pero relativamente importante -por lo que hace a su contenido- de actas judiciales que pasaron ante diferentes tribunales de Gipuzkoa o Bizkaia nos muestran que el siglo XVIII y una buena parte del XIX no supusieron, tampoco en el caso del País Vasco, ninguna barrera a la caza de brujas que convulsionó al continente europeo hasta finales del siglo XVIII. Puede parecer extraño en un territorio que fue pionero en el sobreseimiento de causas por brujería, pero si nos damos una vuelta por alguno de sus más ricos archivos como el de la Diputación de Bizkaia, el General de Gipuzkoa o el Municipal de Hondarribia, comprobamos que la bruja tampoco parece haber sido conjurada completamente con la aparición de nuevas ideas entre los siglos XVIII y XIX”.
Los lugares más destacados en el País Vasco, que hacen referencia a la existencia de brujas, son: la ya señalada Hondarribia, en Gipuzkoa y Yurre (Igorre) en Bizkaia, por ser en un lugar cercano a esta población, en Petralanda (lugar de Arratia, muy próximo a Yurre), donde las brujas realizaban sus aquelarres y porque en Yurre tuvo lugar la famosa sentencia de brujas, según la cual una rica y altanera mujer que habitaba en Yurre, cayéndole en plena misa el pan bendito a sus pies no se agachó a recogerlo, sintiéndose, a partir de ese momento enfermar. Un criado que deambulaba por los parajes de Petralanda, sorprendió -sin ser visto- a un grupo de brujas en pleno aquelarre, escuchándolas mencionar el caso de su señora y sentenciando que sólo curaría si lamía el suelo de la iglesia donde cayó el pan bendito. Así, el criado lo trasladó a su señora quien limpió con su lengua un buen trecho del suelo de la Iglesia y ¡oh, milagro! curó…