La reina Isabel y Guadalupe
Extremadura es una tierra que ha conservado algo que los territorios asolados (sí, asolados) por el turismo ya no tienen: respeto por sus raíces. Por esa razón es agradable volver y volver -como dice la canción- para disfrutar de su paisaje, su patrimonio cultural, su buen comer y su gente.
Y uno de esos sitios donde conviene regresar para deleite de todos los sentidos es Guadalupe, en la comarca de Las Villuercas en la provincia de Cáceres. Todo empezó con una ermita, a finales del siglo XIII, y una leyenda típica, de las recogidas por monjes en sus códices, de apariciones medievales de la virgen a pastores (la talla de la virgen de Guadalupe es en realidad del siglo XIV). Pero lo que sí sabemos es que el rey castellano Alfonso XI, en 1340, en plena conquista y tras una batalla con los musulmanes, la del Salado, ofreció distintos privilegios al santuario, como los diezmos de La Puebla, y concedió los terrenos necesarios para la construcción de lo que hoy conocemos como Monasterio de Guadalupe. Consiguió el priorato para uno de sus cortesanos y miembro de su Consejo de Estado y consolidó, así, la Puebla de Guadalupe, la pequeña población que rodea al Monasterio del mismo nombre y que se había generado a partir de las peregrinaciones. El conjunto urbano fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1943 y en cuanto lleguen entenderán por qué: calles, casas porticadas, balconadas, arcos, artesanía, todo es bonito en La Puebla.
Por su parte, el santuario se convirtió en Monasterio y fue regentado, desde 1389 hasta 1835, por los monjes de la orden de los Jerónimos que, además de edificarlo, aumentaron su territorio y lo desarrollaron como una gran empresa agraria, de servicios espirituales y benéfico-asistenciales. Junto a las dependencias propias, contaba con “hospitales” y una biblioteca que llegó a tener más de diez mil volúmenes.
Les cuento ahora una información interesante: sin duda, ustedes saben que la Virgen de Guadalupe es reconocida en todo el mundo y, esto, es consecuencia de un interés explícito de los monjes Jerónimos en propagar la atribución de milagros en los que la virgen era “especialista”: la liberación de cautivos y los salvamentos en el mar, dos temas muy apropiados en la época de las grandes exploraciones atlánticas. El prestigio y popularización del Monasterio, difundiendo los «milagros de Nuestra Señora” y los privilegios que concedieron los sucesivos reyes y pontífices, consiguieron que, a mediados del siglo XVI, Guadalupe fuera el monasterio más rico de la Península.
Los Jerónimos (una orden que también acogía mujeres, las Jerónimas, que tenían sus propios monasterios), como primeros gestores del Monasterio, desarrollaron aún más la capacidad de acogida del lugar en un momento en el que el peregrinar era la manera de hacer turismo. Ustedes pueden -y se lo aconsejo- alojarse actualmente en el Parador que ocupa el espacio de uno de los antiguos “hospitales”.
En el siglo XV, una de sus regias visitantes fue la reina Isabel de Castilla que estuvo allí cuando, siendo aún infanta, su hermanastro, Enrique IV, quiso acordar para ella el matrimonio con uno de sus enemigos: Alfonso V de Portugal. Ella rechazó la boda -que era una estratagema para garantizar la sucesión del reino a la hija del rey, Juana-, pero se quedó prendada del Monasterio, al que volvió a menudo también para visitar la tumba del propio Enrique IV (no se confundan, la muerte del rey no tuvo relación con el malogrado acuerdo matrimonial, Enrique IV murió seis años después probablemente envenenado y se inició una guerra civil, pero esa es la continuación de esta historia y no se la narro ahora).
El Monasterio de Guadalupe se convirtió en un lugar emblemático para la reina. Por ejemplo, en 1492 dispuso allí las órdenes para que Cristóbal Colón iniciara su viaje y para que los alcaldes de Palos y Moguer le ayudaran a aprovisionar y preparar las carabelas y, mucho después, fueron los monjes de Guadalupe quienes se quedaron al cargo de la custodia de su testamento. Como saben, Isabel murió en 1504 en Medina del Campo.
Mucho más tarde, llegó la desamortización de Mendizábal y durante un tiempo el Monasterio de Guadalupe permaneció abandonado. En 1908 lo recuperó y rehabilitó la orden Franciscana que lo mantiene en la actualidad. En 1993 fue declarado, por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad.
Les animo a visitarlo. Además de que La Puebla y su entorno ya valen la pena por sí mismos, y en el Monasterio van a encontrar tres museos -uno de bordados, otro de libros miniados y otro de pinturas y esculturas-, les aseguro que, allí dentro, van a sentir como les envuelve la mirada de Zurbarán en la sacristía o la de El Greco desde sus obras. Seguramente, también, aunque no la vean, la de la gran Isabel.
Para saber más:
Sobre Guadalupe y sus orígenes: http://eprints.ucm.es/6606/1/9518.pdf
Turismo en Guadalupe:
- http://oficinadeturismoguadalupe.blogspot.com.es/
- http://www.spain.info/es/que-quieres/ciudades-pueblos/otros-destinos/guadalupe.html
- https://www.youtube.com/watch?v=0KBUxLDeGbs
Pepa Franco Rebollar es consultora social; empresaria desde hace más de veinte años; experta en intervención social y políticas de género. Coordina proyectos de investigación, formación y apoyo a las organizaciones sociales, entidades y organismos de la Administración. Además de su profesión, de sus amistades y de su familia, le apasiona la Literatura y la Historia.