Revista con la A

25 de noviembre de 2014
Número coordinado por:
Lucía Melgar
35

Violencia contra las mujeres. De nuevo la pregunta: ¿Hasta cuándo?

La excursión

Nancy Alonso

Nancy Alonso

La hora límite era la una de la tarde. Por eso se levantó a las cinco, así tendría tiempo suficiente. Felicia no iba a perdonarle otra impuntualidad. En demasiadas ocasiones ella se había quedado esperando y las justificaciones más bien parecían inverosímiles historias de horror y misterio que una amarga realidad.

Sobre la mesita junto a la cama estaba el papel, escrito con mucho detenimiento la noche anterior, con el listado de las cosas que debía hacer antes de salir de la casa. No quería olvidar nada. Lo leyó y notó la falta de la soga. Cómo se le podía haber escapado incluir la soga.

Hasta pasadas las seis estuvo en la cocina, primero preparándose un desayuno fuerte, ­ingerido de prisa, y luego lo que llevaría a la excursión. Envolvió los dos panes con tomate en un papel, echó la limonada en el termo grande y en el pequeño lo que quedaba de café en la cafetera. Apretó fuerte ambas tapas. Todo fue cuidadosamente colocado en la mochila. Sacó del congelador una cubeta repleta de trozos de hielo, los introdujo en una bolsita de nailon, que a su vez metió dentro de otra y luego dentro de otra, e hizo un paquete -imitación de una verdadera bolsa de hielo como aquella utilizada por su mamá para aliviarle los dolores de cabeza- que puso en el congelador para recogerlo después. Volvió a leer la lista y fue tachando lo que ya había hecho. El pomo con agua de beber se quedaría también en el refrigerador mientras llegaba el momento inminente de la partida para la excursión.

Después se ocupó del vestuario y de los accesorios. Zapatos cómodos, bermuda, camiseta, gorra y espejuelos oscuros. Pañuelos, dos, rezaba en el listado, pero se decidió por tres. A la mochila fueron a parar el desodorante, la crema antisolar número 30, los pomitos de aspirina y diazepán, las pastillas para la úlcera y para dejar de fumar, dos cajas de cigarros, una de fósforos y la fosforera, seis curitas de la Johnson&Johnson y un abanico. También un leve libro de Kundera, dos periódicos del día anterior, un juego de cartas, la walkman, cuatro cassettes y ocho pilas, una revista con un crucigrama sin empezar y el manuscrito de un cuento suyo sin terminar. La banquetica plegable la ató a un costado de la mochila.

De nuevo revisó el papel. Quería asegurarse de que había incluido todo lo previsto. Sólo faltaba sacar las cosas del refrigerador, guardar en los bolsillos los diez pesos en medios y pesetas, y coger el mapa de La Habana.

Al salir a las siete en punto, con el pesado bulto a la espalda, estudió detenidamente el mapa en el que había señalado con círculos rojos los lugares donde se encontraban los teléfonos públicos en dos kilómetros a la redonda, e inició la excursión para encontrar uno que funcionara. Tenía la esperanza de hablar con Felicia antes de la una.

La soga, se le quedaba la soga. Regresó a buscarla. Esta vez sí se ahorcaría si no lograba comunicar a tiempo. Y esa podría ser la solución final del cuento sin terminar.

Nancy Alonso

 

REFERENCIA CURRICULAR

Nancy Alonso (La Habana, 1949). Licenciada en Ciencias Biológicas (U. de La Habana, 1972). Narradora. Actualmente trabaja en la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.

Libros de cuentos publicados:

Tirar la primera piedra (1997), Cerrado por reparación (2002) y Desencuentro (2009), estos dos últimos traducidos al inglés por Anne Fountain y publicados en EE. UU.: Closed for Repairs (2007) y Disconnect (2012) Hizo la compilación, junto con Grisel Terrón, de los cuatro tomos del Epistolario de Emilio Roig, primer historiador de La Habana.

This page as PDF :: VERSIÓN EN PDF
Share
Solo SÍ es SÍ - Feminismo. Ni un paso atrás - #sinconsentimientoesviolación

Cartas a la Directora

Envíanos tus opiniones, comentarios, propuestas, quejas y sugerencias ...

COMENTAR