Revista con la A

25 de julio de 2016
Número coordinado por:
Lucía Melgar
46

Mujeres y feminismo ante el regreso del autoritarismo

La educación también es futuro. Entrevista a Sara Poot-Herrera

Sara Poot-Herrera

Sara Poot-Herrera

Sara, durante años has difundido la literatura y cultura mexicanas en California. ¿Cuál es su importancia allá?

No puede hablarse de California sin mencionar la cultura mexicana. Está en todas partes y en todo momento: en los siete días de la semana (que, como en el México de Armando Manzanero, también en California tiene más de siete días). Sin exagerar, aquí a cualquier hora se vive la cultura mexicana: en lo cotidiano, en el espectáculo; en las casas, las calles, en lo que se ve (pienso en las construcciones), en lo que se huele (los jardines), en lo que se toca (de la música ranchera a la moderna, pasando por boleros y baladas), en lo que se come (y no sólo comida mexicana, aunque ésta es real como la mesa misma y es simbólica, en el paladar que es memoria). Esa cultura que (yo) vivo en la universidad con los estudiantes chicanos, mexicoamericanos, mexicanos, de muchos otros lugares. Decidí que mi clase sobre cultura mexicana que imparto en la Universidad de California, Santa Bárbara -situada en un contexto hispánico, sobre todo mexicano- fuera un antídoto contra la mala noticia acerca de México. No es negar la violencia que se vive en aquel país, pero con ésta, y a pesar de ésta, es importante (y cada vez más sobre todo en tiempos de cóleras, discriminaciones y violencia) ver el lado de la vida, la cultura, la educación, y éstas en México están al día, a la luz de las horas (una hora que, quisiera, tuviera 24 días). Esas noticias que llegan de México a California también son cultura y, desde mi punto de vista, es necesario darles una vuelta de tuerca y sustituirlas por noticias menos (o nada) graves. Así, la imagen de México, con la cultura mexicana en California, se restituiría, ya que hemos visto que insistir en que México está muy mal, “peor que nunca”, no nos lleva a ninguna parte. Antes, bien, da un cuadro desvirtuado (descuadrado) del México dinámico (contradictorio, también) que reconocemos al llegar allí o al abrir las secciones culturales del día.

Bajo el gobierno de Obama se ha deportado a un número record de migrantes latinoamericanos. ¿Cómo se ha vivido esto en la zona que tú conoces? ¿qué impacto tiene en los estudiantes y personas latinas?

A “la caza” de migrantes. Cuando se trabaja en la universidad, se reflexiona más en lo que sucede y se vive menos lo que sucede. Poco puedo decir de la zona; sí de las experiencias con las y los estudiantes y éstos viven situaciones distintas y muchas de éstas son muy preocupantes. Ejemplos: la estudiante que nos habla del papá que está en la cárcel, o el estudiante que está en la universidad y no tiene documentos a pesar de estar fuera de México desde hace mucho tiempo y es más de aquí. O la estudiante que usa el nombre de la hermana para estudiar en la universidad y, por la misma razón, es incierto el futuro académico de esta hermana. O la estudiante (en este caso no mexicana) que a media clase contesta el celular y me dice que no puede dejar de hacerlo porque su papá es “coyote” y habla cuando puede (la estudiante impávida hace su comentario, las y los demás estudiantes sólo escuchan y yo pienso que las situaciones que vivimos son más inexplicables en su singularidad). En medio de situaciones tan particulares, distintas entre sí, que dan lugar a un ambiente complejo, la vida de la comunidad universitaria sigue y en su continuidad empieza a reclamar actividades nuevas y distintas que respondan a la versatilidad de una universidad ahora caracterizada como “hispanic services”. En términos sociales, el impacto sobre todo a las familias (de deportados) es desolador, de desintegración familiar, de incertidumbre y de dolor.

A muchas personas nos ha llamado la atención el ascenso de Trump en la campaña electoral. ¿Cómo lo explicas o a qué crees que responde?

Habrá más sorpresas, que nunca estamos al día. Trump es aparatoso, despierta las capas (superficiales o profundas) de quienes no soportan diferencias de ningún tipo, de quienes se sienten amenazados en “su propio país”, de los que odian a quienes conciben como intrusos, de los que resentidos llegan a este país y aquí “la han hecho”, de quienes parecen no tener capacidad de reflexión, sino que responden a la violencia de las palabras y de los gestos, al discurso amenazante, a la bravuconería de quien va a “poner las cosas en su lugar”. La opinión contraria al actual gobierno demócrata favorece a Trump, pero también hay que tener en cuenta que el mismo partido republicano en su conjunto no es partidario. California se caracteriza por la apuesta a la democracia, a la modernidad que, en términos generales, es estar o no de acuerdo con el otro pero sí respetarlo, convivir con él. Las personas con quienes trabajo y quienes son mis vecinas no sólo no son seguidores de Trump sino que votarían contra él y su política que se perfila visceral, violenta, racista, iracunda, y sostienen que no va a ganar. California es un reto para Trump, y esperamos que con otros Estados demócratas se impida su llegada a la presidencia de los Estados Unidos. Ya en el camino él mismo se irá contradiciendo con sus subidas y bajadas de tono; un discurso como el suyo no puede sostenerse… ¿o sí? En los últimos tiempos (hasta ahora), la situación del partido demócrata -que no sea candidato Bernie Sanders- podría favorecer a Trump. ¿Cómo? Restándole votos a los demócratas.

¿Cómo han afectado la xenofobia y el ascenso del autoritarismo a las mujeres y a las mujeres latinas o de origen latinoamericano en Estados Unidos?

De mujeres latinas a mujeres latinas. Las hay de origen latinoamericano que son intelectuales, que tienen cultura política, que cuestionan, que participan y también son contestatarias al autoritarismo que se menciona. Pero también, y por desgracia, hay mujeres latinas (y hombres latinos) que están a favor de Trump (por fortuna, son minoría). Para ellas -y volvamos a las latinas-, Trump es fuente de inspiración, de riqueza, de triunfo, mientras que (también para ellas) sus paisanos, los latinos -¡los mexicanos!- son transas y están asociados a lo ilegal, a la flojera, a “lo peor”. Este modo “de pensar” no admite discusión, mucho menos capacidad de discernimiento. Tengo amigas que se enojan con esta actitud. Yo les digo que en vez de enojarse que les digan (irónicamente) que tienen razón y pongan como ejemplo de lo que dicen a quienes sí trabajamos, que somos muchas y pensamos también. Digo Alejandro González Iñárritu que nunca ha visto a un mexicano pedir limosna en los Estados Unidos. Las latinas a favor de Trump tampoco, pero no lo saben (¿noooo?) ni lo quieren saber.

¿Qué papel puede jugar la cultura frente al belicismo, el ascenso del autoritarismo?

La función de la cultura es fundamental. Y me refiero a una cultura de carácter ¿cívico?, de consideración al otro, de respeto a las diferencias, de tomar en cuenta a quienes no piensan exactamente como pensamos nosotros y nosotras, como yo pienso. Una cultura (como lo es o debería ser) de carácter colectivo, que comienza en la casa, en la familia. De desprendimiento, de tener en su lugar al ego, de respeto hacia la propia persona, de tratar de reconocernos y no tomarnos en serio (o no tan serio). Saber que somos un ser humano más entre otros, de no aplaudir las mediocridades (ni la nuestra ni la de los nuestros ni la de los demás). De ser coherente, de evitar el abuso, de hablar de frente (sin ofender), de saber a qué atenernos cuando decimos que no o que sí (incluso, quién sabe). Pienso en una cultura de cada día, en concreto, con derechos y deberes, con responsabilidad.

¿Se puede ser optimista ante el futuro?

La educación, también es futuro. Si no creyéramos en la educación no seríamos optimistas y lo mismo decimos de lo contrario: si no fuéramos optimistas no creeríamos en la educación. Por supuesto que sí se puede ser, se tiene que ser, se es optimista. Al menos, así lo pienso, lo siento desde la educación, en la que estamos metidas todos los días: como profesorado, como aprendices. Y lo digo desde una tarea que en la universidad llevamos a cabo con un buen porcentaje de estudiantes de primera generación (muchas de sus familias están pizcando en los campos). Y ¿concepto de futuro? No en abstracto, sino el que depende de nosotros y nosotras. Una educación integral (acertamos, nos equivocamos, optamos por la flexibilidad, somos o tratamos de ser consecuentes entre lo que decimos y hacemos) prepara el propio futuro, al menos el nuestro. Y si desde la educación participamos en el de las y los demás, “ya casi la hicimos”.

Entrevista realizada por Redacción

 

REFERENCIA CURRICULAR

Sarah Poot-Herrera es escritora, investigadora y profesora de literatura en la Universidad de California, en Santa Bárbara. Fundadora de UC-Mexicanistas, que reúne a especialistas de la Universidad de California. Este año ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua como integrante correspondiente en Yucatán. Especialista en la obra de Sor Juana Inés de la Cruz y literatura colonial, ha publicado numerosos libros y artículos sobre literatura mexicana.

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