El sexo de los árabes
Se recoge parte de un interesante [1] artículo de Gema Saura publicado en la Vanguardia (2019) sobre la investigación “Sex and the citadel: intimate life in a changing arab world”, de Shereen el Feki, que reivindica la alcoba como motor de cambio político.
“El sexo es un espejo, pero también un motor de cambio. ¿Cómo de empoderadas pueden estar las mujeres en una sala de juntas si no controlan sus propios cuerpos? ¿Cómo pueden los jóvenes liderar sus sociedades si no se les confía la información para dirigir su vida sexual? La vida íntima está conectada con la vida política.”
“El islam siempre fue una religión positiva con el sexo. La castidad está mal vista, y el placer es un regalo de Dios, separado de la procreación. Contracepción y aborto están permitidos. Hay una extensa literatura erótica medieval que celebra el placer femenino, y hasta el profeta Mahoma habló de los juegos preliminares y la importancia de que las mujeres estuviesen satisfechas.”
El choque con la moral cristiana era inevitable. “La Europa medieval tachaba el islam de religión depravada y libertina -señala la investigadora-. La ironía es que, si antes éramos demasiado descarados, ahora nos tapamos demasiado. Hoy los árabes somos vistos como unos reprimidos que persiguen la homosexualidad, pero durante siglos nos criticaban por lo contrario.”
El Feki ve un legado del viejo orientalismo en la descripción que hace hoy la ultraderecha de los hombres árabes como bombas de testosterona que amenazan a las mujeres occidentales. “Es un remix para YouTube del discurso medieval cristiano. Los hombres de los otros son un peligro para nuestras mujeres porque están sexualmente descontrolados. Lo usaban los británicos en Rodesia o los blancos en EE UU para prohibir los matrimonios mixtos.”
La investigadora apunta a Occidente como origen del giro puritano árabe. La erótica desaparece en el siglo XIX, con la llegada de los colonos europeos y su moralidad. “En realidad, cuando las sociedades árabes estaban en la cima de su poder político, económico y cultural no había ningún problema con el sexo. Hoy en cambio sólo es respetable hablar de sexo como una enfermedad, una disfunción, un desastre.”
El Feki acusa al fundamentalismo islámico de “reescribir la historia para ocultar un pasado más progresista sobre el sexo y la mujer”. La influencia integrista ha dejado huella en las nuevas generaciones, sobre todo en ellos, alerta El Feki, que ha dirigido una investigación sobre hombres y masculinidad en Egipto, Líbano, Marruecos y Palestina. Una de sus conclusiones es que mientras las mujeres jóvenes tienen actitudes mucho más abiertas que las de sus mayores, los varones son tanto o más conservadores que sus padres y abuelos. “Las chicas van en una dirección, y los chicos, en la contraria. Se refleja en el creciente número de mujeres con carrera profesional, ambiciosas e inteligentes que no encuentran marido”, dice.
Pero también el matrimonio está vedado para muchos chicos en paro. “No casarse significa no tener vida sexual, porque el matrimonio es el único espacio admitido para el sexo.” Les genera una doble crisis de masculinidad reflexiona El Feki. “Se ha hablado mucho de cómo el conservadurismo religioso modela y limita las vidas de las mujeres, pero no pensamos sobre lo que hace a los hombres, cómo crea expectativas irreales de la masculinidad. Lo llamo salafantasía”, dice, haciendo un juego de palabras con salafismo y fantasía.
Muchos reivindican que los árabes tienen pendiente su revolución sexual, pero Shereen el Feki es escéptica. “Las revoluciones no llegan muy lejos en la región. Yo prefiero hablar de evolución sexual: un cambio muy lento y gradual dentro de los límites de la religión, la tradición y la cultura”. Y esa lenta transformación, sostiene, ya está en marcha. Aunque invisible, porque en los regímenes autoritarios los disidentes deben actuar con discreción, ella ve avances. Por ejemplo: más sensibilización sobre el acoso sexual a las mujeres o sobre el impacto de la mutilación genital, más grupos -aunque clandestinos- de defensa de los derechos LGTBI o una explosión de webs y publicaciones que abordan la educación sexual sin prejuicios.
NOTA
REFERENCIA CURRICULAR
Mercedes García Ruiz es Sexóloga. Doctora en Psicología. Educadora Social. Especialidad en Psicología Clínica. Máster -Experto en Drogodependencias y SIDA-. Formación en Arteterapia. Experta en Cooperación. Autora de programas de educación sexual con diversos colectivos: jóvenes, menores en protección, personas con discapacidad intelectual y diferentes asociaciones y ONGs. También ha colaborado en el diseño e implantación de programas de educación sexual en Nicaragua y en los campamentos de refugiados saharauis. Docente e investigadora sobre aspectos relacionados con la sexualidad, la educación sexual y la prevención del VIH. Autora de diversas publicaciones sobre esta temática.