Revista con la A

25 de mayo de 2018
Número coordinado por:
Guadalupe Huacuz
57

Mujeres, música y feminismo

El periodo de gestación y el estado prenatal

Nacer y morir son los dos momentos más transcendentales y conectados del ser humano. Dicen que al morir atravesamos un túnel con la ayuda de guías que nos conducen hacia otro estado vital. Muy parecido al nacimiento donde previamente atravesamos un túnel (canal del parto) y afuera nos esperan las guías (enfermeras, comadronas, médicas, médicos), que nos ayudan a atravesarlo para incorporarnos a otro plano vital, ya que venimos de un universo de agua (amniótica) y nos incorporamos a un universo de aire. Entre ambos universos transcurre la vida que conocemos.

Una carta natal (horóscopo) contiene toda la vida de una persona, tanto su naturaleza genética como sus circunstancias ambientales donde ha de crecer y desarrollarse su personalidad. Cuando estudio una carta natal suelo decir a modo de mantra: “no puedo contarte toda tu vida porque necesitaría toda la mía”, pero sí puedo dedicar una parte de mi tiempo a estudiar tu carácter, tus circunstancias más significativas y los acontecimientos que la marcan de forma determinante.

Hoy voy a exponeros una parte fundamental de ese estudio que determina la vida futura de la persona que está por nacer: su estado prenatal. Evidentemente para dar lugar al estado de gestación son fundamentales las figuras parentales, ambas, pero en el proceso prenatal es la madre la que está en una situación de unidad con el feto que la convierte en intermediaria entre el feto y el mundo de ahí afuera. El padre se encuentra situado en ese mundo exterior siendo la figura que se asume con posterioridad. Tengo la creencia de que estas dos figuras parentales dan origen al concepto religioso de “creación y creador”.

De esta figura de intermediación, (considerada así incluso en el arquetipo de madre de dios, virgen María) depende todo el desarrollo fetal, siendo importante su salud física y mental, su aceptación o no de la maternidad, su relación con el padre y su visión de la sociedad en la que vive. Recuerdo la carta de una niña que vivió una infancia llena de miedos que no lograba vencer del todo a lo largo de su vida. Cuando recibí a su madre, preocupada por el estado mental de la hija, me preguntó el origen de sus miedos. Le dije: ¿Qué sentiste durante el embarazo? Tuvo un estado precario de salud pero sobre todo era una mujer maltratada que vivió su gestación con miedo por su vida y la de su hija. Cuando acabó su relato simplemente nos miramos y le dije: “Ahí está tu respuesta, la gestaste con miedo y tiene que luchar por liberarse de ese mensaje destructivo”. Según cita de Howard Sasportas sobre las investigaciones de Arthur Janov: “La neurosis de una persona comienza en la mente de sus progenitores”.

En otros casos he comprobado que si el nacimiento se demora y la gestación se prolonga más de lo necesario suele provocar, en el futuro desarrollo, una tendencia a mantener la unidad con la madre y la familia prolongando la decisión de independizarse aunque, por lo general,  va unido al sentimiento de una madre o familia posesiva que impide que su vida individual se desarrolle. También he observado casos de claustrofobia y angustia en personas que nacieron cianóticas porque quedaron varadas en el canal del parto, siendo su miedo mayor entrar en túneles. Por el contrario, los partos prematuros suelen ir acompañados de una búsqueda de independencia temprana. No es una regla exacta porque cada carta natal es única y hay que tener en cuenta muchos factores, pero es una tendencia que he observado en muchas ocasiones.

Con todo esto, quiero decir que el arquetipo que se constela durante el estado prenatal es el de “Unidad”. Durante la gestación la vida transcurre inmersa en un estado ideal de unidad intrauterina, donde todas las necesidades están cubiertas (o deberían estarlo), porque el feto es uno con la madre y ella le provee de todo lo necesario para su desarrollo y todo en la madre, su deseos, aspiraciones, expectativas, alegrías, sufrimientos, miedos, se hacen partícipes en ambos.

La experiencia de la vida comienza en el útero, que, una vez conformado el feto, registra todo por su mediación y ella es, para la futura criatura, el mundo entero, lo que le sucede a ella le sucede al feto. Pero todos los úteros no son iguales. Las vivencias y decisiones por las cuales una mujer decide o no tener descendencia influirán en la futura psicología de la persona, ¿lo quiere porque el mensaje social es que su destino como mujer consiste en casarse y tener descendencia? ¿Se ha visto forzada al matrimonio y la maternidad? ¿Tener descendencia es una forma de asegurar la permanencia de su matrimonio? ¿O espera que su hijo o hija cubran sus necesidades emocionales? ¿Tiene una inclinación diferente a la maternidad o es realmente para ella una forma de realización? ¿Ha sido violada y forzada a la gestación? Todas estas consideraciones y muchas más influirán en la forma en que la persona que va a nacer construirá en un futuro su personalidad. He conocido casos, dentro del mundo del feminismo, donde las madres dominadas por un padre violento han dado a luz criaturas que han desarrollado un instinto de defensa y su militancia en el feminismo contra la violencia de género.

En otras ocasiones, la vida fetal transcurre plácidamente y a la futura criatura nada le falta, es esperada, querida, deseada, y el impulso que da origen al arquetipo es el de ser una con la totalidad. Esto puede dar lugar a diferentes tipos de pautas que van del misticismo al compromiso social, donde el sentimiento de ayudar a toda la humanidad puede vivirse desde el punto de vista religioso, médico, político, siempre altruista y comprometido. Aunque puede ocurrir la demora en el nacimiento ante la expectativa de un mundo, ahí fuera, de desunión y separación trágica. Los signos zodiacales comienzan como los verbos, yo soy, yo tengo, yo pienso, pero acaban con el nosotros-nosotras somos, ellos-ellas son, y ese es el sentimiento de uno de los sectores de la carta natal (casa doceava) donde se estudia la gestación, sector de compromiso y unión con lo público y la sociedad. Siempre he pensado, con extrañeza, la poca preparación que recibimos como mujeres ante el acto de crear una vida, mientras que para construir un edificio o levantar un puente se nos piden títulos que acrediten nuestra capacidad.

Vivimos en un mundo donde se deroga la responsabilidad facilitando el “negocio ante todo”, contratas y subcontratas para evitar los derechos de la clientela y la o el consumidor, cultura del personalismo donde se pretende inculcar lo privado como un progreso: “lo público lleva al caos y la desorganización”, y muchas personas opinan que “si a mí me va bien lo de los demás no es mi asunto”. Afortunadamente, quizás de forma minoritaria,  también está la visión de que si cada quien pone su granito de arena se puede reconstruir una playa.

Ahora, el “negocio” se extiende al último de los abusos, el uso y abuso del cuerpo de la mujer en su mandato más genuino, la maternidad, que han dado en llamar “gestación subrogada”, supongo que como intento de disfrazar la verdadera palabra. Y no en vano el feminismo lo llama “vientres de alquiler”. Me sorprende que haya quien cree que con poner en un vientre femenino la propia genética se asegura esa herencia en su prole y hace que la criatura sea suya cuando hoy, la ciencia, la psicología y por supuesto la astrología saben que el período prenatal, más allá de la genética, es determinante, hasta tal punto que los mensajes de la madre biológica, su propia genética, su actividad hormonal, el latido de su corazón y, en definitiva, la total unidad durante el proceso de gestación va a formar parte de la vida futura de la criatura lo quiera o no. El momento del parto y la separación es un acto violento y traumático, incluso en el caso de que se les espere y reciba con todo el amor posible. Hoy se trata de evitar este trauma poniendo a la criatura rápidamente sobre el pecho de la madre, su olor, el latido de su corazón, es reconocido por el niño o niña que se tranquiliza porque su mundo, el que le ha protegido durante su desarrollo fetal, sigue ahí, a su lado.

Sue Gerhardt dice: “la primera infancia es en realidad la base de la salud mental”, pero yo creo, sinceramente, como madre y astróloga, que la salud mental empieza mucho antes, en el proceso de gestación. Luego, la sociedad patriarcal se ocupará de moldearla y probablemente de lacerarla… pero ese es otro tema…

 

REFERENCIA CURRICULAR

María Garrido Bens es astróloga, con una experiencia profesional de 45 años como docente y consultora en el campo de la Astrología tanto personal como mundial. Experta en Lenguaje Simbólico y Mitología aplicada a la Psicología. Profesora de Evolución Mental, Sanación y Meditación. En la actualidad ocupa el cargo de Tesorera de la Asociación con la A.

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