Revista con la A

25 de enero de 2023
Número coordinado por:
Lucía Melgar y Alicia Gil
85

El adiós

Editorial

Esta es la última editorial que escribo para la revista con la A, que he tenido la fortuna de dirigir durante once años. Si tenemos suerte, porque estoy convencida de que nuestras colegas de América Latina pondrán todos los recursos y esfuerzos que estén a su alcance para que así sea (en especial Lucía Melgar que, desde México, ha codirigido conmigo esta publicación desde el minuto cero y sin cuyo trabajo y compromiso no habríamos podido llegar hasta aquí), la revista podrá publicarse de nuevo desde el otro lado del Atlántico. Pero yo ya no estaré aquí, colaboraré todo lo que sea necesario, por supuesto, pero serán otras (¡Ojalá!) quienes tomen el timón, porque en España la Asociación con la A, soporte legal de la publicación, ya se ha disuelto.

Atrás quedan once años, que rememoro con gratitud e incluso con sorpresa por el alto grado de participación y por la generosidad y el compromiso de todas aquellas personas que han hecho posible este proyecto. No puedo olvidar el compromiso de Isabel García Guindo, que puso en juego sus ahorros para que la asociación y la revista salieran adelante. Las dos estábamos entonces desempleadas y utilizamos nuestras indemnizaciones (por supuesto no recuperamos las cantidades invertidas, pero como la propia Isabel ha dicho, “Ya sabíamos a lo que nos exponíamos cuando tomamos la decisión”) para dar cuerpo a esta idea cuyas características la presentaban como muy difícil pues pretendíamos desatomizar, es decir que la revista fuera plural, no ligada a ninguna tendencia feminista, incluso que escribieran mujeres contrarias al feminismo (algunas lo hicieron, pocas y sobre todo al principio cuando no sabían muy bien el grado de compromiso feminista de la publicación) y, lo que algunas auguraban como imposible, pues pretendíamos que en cada monográfico escribieran expertas (teóricas o vividoras de experiencias) en el tema elegido y que no se repitieran las articulistas -y de hacerlo que fuera la menor cantidad de veces posible- en cada número, fue un objetivo que en el día de la fecha podemos dar por cumplido ¡Lo imposible se hizo posible! Sin duda gracias al esfuerzo, al compromiso feminista y la sororidad de las mujeres y de aquellos hombres que apoyaron, que apoyasteis, esta aventura.

Al principio hubo quien se acercó al proyecto esperando encontrar un puesto de trabajo remunerado (porque inicialmente pagábamos las colaboraciones permanentes hasta que se acabó el dinero quedándonos solo con las cuotas de las personas asociadas y las ayudas de algunas entidades colaboradoras que alcanzaban para cubrir los gastos generados por la revista. Las coordinadoras y las articulistas puntuales nunca cobraron). Cuando nuestros ahorros se acabaron algunas de nuestras colegas dijeron adiós, no todas, algunas, lo que tampoco hay que reprochar porque la vida es dura, sobre todo para las mujeres, y cada quien tiene que buscársela como pueda/quiera.

Pero vayamos por partes: en la historia de la asociación y de la revista (que pasó a ser su actividad principal) hubo dos momentos importantes: los dos primeros años, además de la edición de la revista, desde la asociación organizamos distintas actividades, encuentros, seminarios y jornadas en diferentes lugares de la geografía española (varios en Madrid, León, Tarragona, … e incluso en el mar Mediterráneo pues organizamos una jornada en un crucero pagándonos cada participante nuestros pasajes, obviamente); editamos en papel los artículos publicados en 2012, 2013 y 2014 compendiándolos en dos anuarios e hicimos algo de merchandising (bolsas con el logo de con la A, posavasos y no recuerdo si algo más) con la idea de poder venderlos y sacar algo de dinero para la asociación. Idea truncada pues apenas vendimos ejemplares y al final los libros se entregaron a distintas bibliotecas públicas y los artículos de merchandising se fueron regalando a las participantes de los eventos… Y para colmo vino la debacle, pues quien se ocupaba entonces de la web de la revista, cobrándonos unos precios superiores a lo normal por los alojamientos, hosting, url, etc. y por su trabajo técnico, al reclamarle la situación decidió bloquearnos y tuvimos que empezar de cero, quedándonos sin web, sin dinero y sin algunas de las colaboradoras permanentes… ¡Un desastre! Pero, entonces, firmamos un convenio con la Fundación Isadora Duncan (Gracias, María García, Tomás y Tony), con el Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid (Gracias, Rosa San Segundo) y con la Asociación de Mujeres para la Salud de Madrid (Gracias de corazón, Soledad Muruaga), además de conservar a gran parte de las socias y de establecer una colaboración puntual con el Centro de Estudios de Género y Feministas de la Universidad de A Coruña (Gracias, Rosa Cobo) y con una empresa de alquiler de trasteros (Gracias, Julián Porras), con lo que pudimos salir económicamente adelante durante estos años, aunque la pandemia cambió de nuevo el panorama económico y a pesar de que algunas socias hicieron alguna donación no ha sido suficiente para mantenernos. Esto en lo que a la cuestión económica hace referencia. Pero además de las ayudas económicas y las aportaciones de apoyo y no dinerarias, así como de las cuotas de las socias (muchas de las cuales se han ido dando de baja debido a las jubilaciones y los problemas derivados de la crisis pandémica) si hemos llegado hasta aquí ha sido fundamentalmente gracias al trabajo desinteresado, es decir gratuito, comprometido y riguroso de las articulistas, permanentes y esporádicas, de las coordinadoras (Violeta Doval, Marie Caraj, Lola López, Chines, Julia, Isabel, Rosa, Marisol y muchas más) y de las viñetistas Diana y Cintia (profesionales que viven de ello y que no han dudado en regalarnos su trabajo), así como del conjunto del equipo de asesoramiento de la revista, en particular Teresa Garbí que nos ha facilitado presentar a excelentes escritoras y poetas.

No puedo nombrar a todas, porque solo articulistas, puntuales y permanentes, entre las dos etapas, han escrito para la revista más de mil personas, de las cuales 85 han sido hombres (algunos han repetido en la sección “con ellos”, pero hay que sumar los articulistas masculinos que escribieron en algún monográfico). A ellas y ellos vaya toda mi gratitud, admiración y sororidad. Sin embargo, sí es de justicia nombrar a las mujeres que desde la primera etapa han estado trabajando para que la revista con la A fuera una realidad, y a las que se incorporaron en la segunda etapa y han estado trabajando duro para que cada número saliera en tiempo y hora hasta el final, sin abandonar el barco:

Permitidme que nombre, en primer lugar, a Rosario Segura (nuestra querida Chines) que puso todo su empeño para que el proyecto saliera adelante, y a Irma Saucedo, que facilitó el contacto con Lucía Melgar cuyo trabajo, como no me canso de repetir, ha sido clave para la revista. Como también han sido fundamentales Bethsabé Huamán y María Garrido, que durante estos años compusieron y han ido nutriendo las redes sociales en las que hemos llegado a tener casi 12.000 seguidores (además de responsabilizarse de escribir una sección fija en cada número). Pilar Muñoz, Diana Raznovich y Toñi Morera dieron lo mejor de sí a con la A desde el primer número hasta el final, con sus aportaciones bimestrales en las secciones fijas. Lo mismo que han hecho Marisa Manchado, Cintia Bolio, Agathe Ripoche cuando se unieron al proyecto en la segunda etapa; y poco después Irene Zugasti, Mercedes García, y Anke Schwind. Todas han dado lo mejor de ellas en cada número y hay que agradecérselo, sin olvidar tampoco a aquellas que entraron y salieron del proyecto por causas ajenas a la economía: Isabel Requena, Ofelia Vila, Reyes Velilla, Ara, Pepa, Montse y alguna otra a quien pido perdón de antemano si no ha sido nombrada.

También hay que dar las gracias a Dolors López y a Paz Izquierdo, pues cuando se nos marchó Chines no dudaron en sumarse a la Junta directiva de la Asociación con la A, de la que formamos parte María Garrido y yo, que se había quedado descabalada. Y, cómo no, al Consejo de las Mujeres de Madrid y a la Associació de Dones Periodistes de Catalunya que galardonaron la publicación lo que supuso un impulso para todo el equipo.

De manera destacada, requieren un agradecimiento muy especial las personas asociadas, que con sus contribuciones anuales han sido la gasolina del motor del barco que ha permitido que la revista navegara gratuitamente hasta las pantallas de los ordenadores de las siete mil personas suscritas, diseminadas por multiplicidad de países de este mundo. Gracias, gracias infinitas.

Entenderán ahora por qué, al principio de esta editorial, he dicho que rememoro la experiencia de haber dirigido con la A con gratitud, dado el alto grado de participación y por la generosidad y el compromiso de todas aquellas personas que la han hecho posible, porque este ha sido un trabajo en equipo, un grandísimo equipo feminista y sórico. Un trabajo que nunca podría haber realizado una sola persona. La sorpresa, a la que también he hecho referencia, surgió desde el momento de su presentación, el 29 de febrero de 2012, en la Casa de América, en Madrid, quedando sorprendida ante la multitud de personas (más de ciento cincuenta) que se agolparon en la sala para dar la bienvenida a esta publicación, esa fue mi primera gratísima sorpresa; después, el alto grado de participación de las articulistas, viñetistas y coordinadoras, y la fidelidad de muchas socias, así como las entidades colaboradoras, que ya he nombrado, que han estado ahí mientras han podido; sorpresa, grata sorpresa, han sido también los emails de felicitación llegados, tras cada número publicado, desde distintos lugares, a veces recónditos lugares… ¡Cómo no sorprenderme!  

También, y con esto acabo esta larga editorial, he sentido una gran emoción y un profundo agradecimiento por el reconocimiento que me han hecho muchas de las articulistas de este número, el último número. De verdad que les agradezco mucho, mucho, y que me alegra otro tanto que me hayan sentido como un pilar, pero, lo digo sin falsa humildad, sin ellas, sin cada una de las personas nombradas (y de las que no he podido nombrar), este proyecto nunca, y digo NUNCA, se habría podido realizar.

Y llegadas aquí, me surge una pregunta ¿No tendrá que ver todo esto con la solidaridad feminista? La respuesta es evidente: ¡Sí!  

Ahora me toca decir adiós. Lo haré parafraseando a una actriz española que cerraba así sus espectáculos de “revista”: Agradecida y emocionada, solamente puedo decir: gracias por haber estado aquí, en con la A.

 

Alicia Gil Gómez

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