Revista con la A

25 de julio de 2020
Número coordinado por:
Lucía Melgar y Alicia Gil
70

¿Nueva normalidad? Y feminismo

Editorial

En la editorial del número anterior ya apuntaba mis dudas sobre lo que sería “la nueva normalidad”. No es que una tenga capacidades paranormales que le permitan visualizar y anticipar el futuro, basta con mirar quiénes tienen las riendas del poder real, el neoliberalismo patriacalista, para saber que cualquier cambio que pueda afectar a sus intereses económicos, a su codicia y a sus privilegios no iba a ser bienvenido… Lo de siempre, vaya. Ya tuvimos la experiencia de cómo abordaron la crisis financiera que hundió en la pobreza a miles de familias que todavía no han podido recuperarse de aquel impacto, que sumió en el desempleo y la precariedad laboral a miles de jóvenes que tuvieron que emigrar en busca de un futuro digno, que desarticuló el proceso de construcción del Estado de bienestar, tímidamente iniciado en 2004, privatizando escuelas y hospitales y reduciendo las plantillas del personal educativo y sanitario, diezmando la cultura, amordazando la libertad de expresión, externalizando los servicios sociales, los servicios públicos en general y en particular las residencias de mayores en los que la pandemia se ha llevado por delante, no casualmente, a miles de nuestras y nuestros seres más queridos: madres, padres, abuelas, abuelos, aquellas y aquellos que superaron la guerra civil, las hambrunas de la postguerra y la crueldad de la dictadura franquista-fascista, cerrando centros de personas con diversidad funcional, privatizando las escuelas infantiles, reduciendo las ayudas a las ONGs que se ocupan de los problemas de la población a los que los Estados dan la espalda, aumentando escandalosamente el precio de las matrículas de las universidades dejando fuera a miles de estudiantes cuyas familias no pudieron afrontar los costes… Familias que a duras penas y con mucha suerte han podido pagar los recibos de las energías (electricidad, agua, telefonía…) que no han dejado de aumentar, familias que no han podido asumir los alquileres o los pagos de las hipotecas y han sido desahuciadas, precios que, además, han ido en aumento porque los poderes públicos los vendieron a fondos buitre cuya falta de escrúpulos, de unos y otros, llevó a que miles de familias se vieran de un día para otro en la calle… con el beneplácito, cuando no el impulso, de esos que se autodenominan constitucionalistas aun cuando vulneran cada uno de los artículos de la Constitución que defienden los derechos de la ciudadanía: a una vida digna, a un empleo, a una vivienda, a la educación, a la salud, a la igualdad… Familias que han tenido que rascarse los bolsillos para pagar el incremento de impuestos que supuso, en España, el pago del rescate a la Banca, que a día de hoy no ha devuelto los sesenta mil millones que les prestó la ciudadanía, aunque el Banco de España señala que lo que deben realmente son cuarenta y dos mil quinientos diez millones, porque el dinero público que manejan los Estados sale de los impuestos que pagamos todas y todos y dado que aún están en deuda lo mismo nos da veinte mil millones arriba o abajo, porque si calculamos los intereses de demora, cosa que la Banca haría de ser la ciudadanía deudora, seguro que sobrepasaríamos la cifra inicial…, pero según se ve nos vamos a quedar con las ganas… Trabajadoras y trabajadores que han visto reducidos sus bajos salarios, mientras que ha habido un notable incremento de millonarios, 15.000 en España, y los que ya eran ricos aumentaron su riqueza en un 11%, mientras que el salario de las rentas más bajas se redujo un 30% durante la crisis financiera. Riquezas y nuevos ricos que siguen aumentando en la situación de pandemia, cuyos representantes, las grandes empresas, ponen el grito en el cielo porque quienes, en este contexto de coronavirus y confinamiento, se ven abocados y abocadas al teletrabajo exigen que se les pague los costes añadidos que supone trabajar en casa: energía, telefonía, ordenadores… Así las cosas ¿qué podemos esperar de la nueva normalidad? En este número de con la A tres articulistas han coincidido en denunciar las situaciones que han vivido durante la pandemia las trabajadoras de la limpieza y los cuidados, trabajadoras que nos cuidan y nos seguirán cuidando a nosotras, a nuestros mayores y a nuestras criaturas y que aún no han conseguido el reconocimiento de sus derechos laborales y que reclaman el apoyo del feminismo… Personal sanitario que en estos tiempos de dolor, de enfermedad y de muerte siguen asistiendo a la reducción de plantillas, a jornadas leoninas, a salarios precarios… “¡Mucho aplauso, mucho reconocimiento público, mucho premio princesa de Asturias, pero condiciones laborales indecentes…!”, denuncian con razón. El Feminismo se vertebra en torno a la opresión patriarcal, en la alternativa global de los cuidados y contra el control del cuerpo de las mujeres, pero los grupos políticos que se dicen feministas no plantean éstos como alternativa para un mundo mejor, para un mundo donde prime el Bien Común, articulando su discurso de “espaldas a la opresión patriarcal”, obviando, así mismo, “cuestiones relacionadas con el control masculino de la sexualidad y de la reproducción femenina”, como denuncia Rosa Cobo en su artículo de este número 70. Visto lo visto, creo que “nos podremos dar con un canto en los dientes” si esta nueva normalidad que se nos viene encima no es aún peor que la normalidad conocida e instaurada tras la crisis financiera… Y eso contando con que los líderes europeos y panamericanos no nos fastidien aún más, ni que los brotes y rebrotes del COVID nos quiten la poca salud que nos va quedando… Conclusión: ¡Nos queda mucho trabajo por hacer! ¡Es que no nos dan tregua!

 

Alicia Gil Gómez

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