En el Volumen LIII, número 4, 2016-junio 2017 de Crónica ONU, en el artículo titulado “Las Mujeres y la Primavera Árabe” puede leerse: “La gran participación de las mujeres en las revoluciones de la Primavera Árabe fue una sorpresa para los regímenes autoritarios, que creían que adoptarían una postura más prudente y no participarían en manifestaciones que podían poner en peligro su vida. La participación de las mujeres en las protestas de 2011 desconcertó a los dictadores y a los servicios de inteligencia, puesto que demostró la magnitud del rechazo popular a este tipo de instituciones y contribuyó a la rápida caída de varios regímenes opresores. Además, puso de relieve el importante papel que podían desempeñar las mujeres en la lucha contra la resistencia al cambio, la ausencia de una verdadera reforma política y el exceso de nepotismo, corrupción y cohecho en los regímenes autoritarios. Las élites políticas y culturales no habían previsto la participación de las mujeres en los levantamientos populares.” Sin embargo, como en tantas revoluciones que se han producido a lo largo de la historia, por ejemplo en la Revolución Francesa de 1789, las mujeres que salieron a la calle posicionándose en primera línea de las protestas contra la represión, el autoritarismo, la corrupción, la ausencia de políticas justas e igualitarias y de libertades fundamentales, por parte de los gobiernos, fueron relegadas de los acuerdos políticos impidiendo, así mismo, su representación en los órganos de decisiones, siendo, además, las primeras en verse afectadas por los movimientos contra-revolucionarios, cuando éstos se alzaron con la victoria, que hicieron caer contra las mujeres toda la violencia de sus cuerpos represivos intentando que volvieran al silencio, a la sumisión, a la invisibilidad, a estar encerradas entre las paredes de sus hogares familiares… Pero no fue así. En todos los países árabes, mujeres feministas, individual y colectivamente, han seguido luchando y trabajando por conseguir los objetivos que les hicieron salir a la calle en 2011, no siempre con el éxito esperado pero alcanzando  pequeños logros que mantienen viva la esperanza de que algún día conseguirán la igualdad plena. En Túnez, el país donde se dieron los primeros movimientos revolucionarios de la que en occidente fue llamada Primavera Árabe que hizo caer al dictador Ben Ali, que abanderó los principios de libertad, igualdad y dignidad, que consiguió que los principales partidos políticos consensuaran, en 2014, una Constitución considerada la más avanzada del mundo árabe, también ha cundido la decepción entre las mujeres por la expansión de las políticas regresivas que están imperando en el país. Sin embargo, quizás por tratarse de un país secularmente laico, aunque defensor de sus tradiciones, y a pesar del auge del partido islamista En Nahda, las mujeres feministas tunecinas siguen luchando por sus derechos y libertades y por las de su país. Violeta Doval ha entrevistado, para este número de con la A, a alguna de estas mujeres cuyo testimonio, fuerza y coraje se revela en sus relatos, inyectándonos a todas las mujeres del mundo la esperanza, la certeza de que otro mundo es posible y de que la Revolución o es Feminista, o no será.

Alicia Gil Gómez

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