Editorial
La otra tarde puse el televisor, no recuerdo ni la emisora, ni el programa, ni el nombre de la representante de la ONG (que tampoco recuerdo) que estaba hablando en ese momento porque me quedé colgada de sus palabras: “¿Qué les contaremos a nuestras nietas y nietos…?”, decía refiriéndose al drama de los refugiados… al drama de los centenares de miles de personas de todas las edades atrapadas en una Europa insolidaria, injusta y cruel, a la que llegaron huyendo de la guerra en busca de asilo político, arrastrando sus escasos enseres, remolcando a sus mayores, empujando las sillas de ruedas de sus familiares con discapacidad, acurrucando a sus hijos e hijas contra sus pechos para darles el poco calor de sus cuerpos descarnados por el frío, empobrecidos por las mafias -las legales y las otras-, el hambre, la enfermedad, la sed, la tragedia… encañonados y gaseados por policías, aprisionados en alambradas jalonadas por concertinas frente a las que lloran la impotencia de la esperanza perdida, vilipendiados por poblaciones añorantes del tercer reich… ¿Cómo explicaremos a las generaciones venideras la inacción de nuestros gobiernos, los gobiernos europeos empachados de corrupción, cómplices de quienes se enriquecen con la venta de armamento a Cirios y Troyanos, borrachos de la sangre, del sufrimiento de seres humanos que viven ajenos a la opulencia que les proporciona la venta de armas, la invasión de países, el mantenimiento de guerras, la explotación de sus recursos naturales…? ¿Cómo les explicaremos el bochornoso espectáculo del gobierno español, que recibió a bombo y platillo a 12 de aquellos que buscan refugio político -todos hombres, por cierto, y por cierto también ¿dónde están, qué ha sido de ellos, de sus familias, de sus vidas?-, aun cuando hace casi un año se comprometió a acoger a 17.000? ¿Cómo explicarles que la Comunidad Valenciana decidió fletar un transatlántico para traer a España de las islas griegas a 1.500 personas pero que, una vez estuvo preparado, el proyecto fue paralizado por el gobierno español?… ¡Difícil! Todavía estoy tratando de buscar palabras para explicar a mis nietas y nietos por qué permanecimos impasibles ante la imagen de un niño (quizás niña) africano hambriento, rodeado de buitres que esperaban su muerte para descarnar su tremenda barriga hinchada de miseria… Todavía hay esperanza porque los medios de comunicación nos estamos haciendo eco de la noticia, pero… ¿qué pasará cuando se deje de hablar de este drama?… Mientras, el terrorismo yihadista asesina a ciudadanas y ciudadanos que nada tienen que ver con quienes gobiernan las vidas de unas y otros, sin que esta sociedad adormecida nos preguntemos por qué pasa lo que pasa ni pidamos responsabilidades; mientras, las ciudades se llenan de dolor, los campos de refugiados, los del norte y los del sur, también…
En este número de con la A hablan juezas sobre la Justicia, sobre los cambios que hay que activar YA para que la Justicia sea JUSTA… Ellas son nuestra esperanza, ellas y los juristas que junto a ellas están haciendo camino para conseguir un mundo mejor ¡Dense prisa, por favor! ¡Les necesitamos tanto!
Alicia Gil Gómez