Editorial
Que las mujeres somos emprendedoras nadie lo pone en duda, como les sucede a las articulistas de este número 40 de con la A; sin excepción, todas lo afirman… Lo llamativo del asunto es que la mayor parte de las mujeres sí dudan (dudamos) de nuestras capacidades emprendedoras. Es cierto que, en ocasiones, nos tenemos que ver abocadas a situaciones de extrema gravedad para poner en juego todas las competencias y habilidades que durante los 30.000 años, datados, de hegemonía patriarcal las mujeres hemos ido pergeñando para poder sobrevivir a tanto embate -más aún si había criaturas de por medio y se veían afectadas-. Ejemplos hay muchos, basta mirar a nuestro alrededor para comprobar cómo las mujeres más pobres del mundo, de nuestro entorno más cercano asolado por políticas austericidas bajo la excusa de esta maldita crisis, ponen en marcha iniciativas para dar de comer a sus familias, para sacarlas de la miseria… Pero incluso en situaciones aparentemente no adversas las mujeres hemos tenido que emprender sencillamente para sobrevivir. Porque si por espíritu emprendedor se entiende “la actitud en la que se refleja la motivación y la capacidad a la hora de identificar la oportunidad y luchar por ella para producir algo valioso”, que levante la mano aquella que ante determinadas contingencias no se ha sentido motivada para tomar el “toro por los cuernos” y decir, que no, que a mí no me pillan, que conmigo no pueden… emprendiendo la búsqueda hacia lo más valioso que pueda tener una persona que tenga resuelto su sustento, su vivienda, su vestido, su salud, su educación: la libertad de ser ella misma. Casi todas nosotras, a pesar de los estereotipos sexistas que nos señalan como gazmoñas, pasivas y sumisas, hemos tenido que abrir sendas con machetes imaginarios, emprender rutas por caminos desconocidos, simplemente para encontrarnos con nosotras mismas y reconocernos como sujetos singulares que nada, o muy poco, tenían (tienen) que ver con lo que la sociedad esperaba y demandaba de nosotras; en otras ocasiones el camino emprendido ha sido por supervivencia para poder “estar” aunque fuera a costa de “ser”, a veces -también hay que decirlo- por comodidad, otras por complicidad con el adversario… Al igual que la Marquesa de Merteuil de las “Amistades Peligrosas” (Les Liaisons dangereuses, de Pierre Ambroise Chodelors de Laclos), día a día las mujeres tenemos que re-inventarnos poniendo en activo otra cualidad “emprendedora”: la creatividad y el doble lenguaje para aparentar ser lo que no queremos ser, lo que no somos, ora para que no nos molesten demasiado, ora para protegernos ante tantos reveses, ora para acomodarnos a un modo de vivir, a una sociedad que nos exige los mismos valores que sistemáticamente nos impide desarrollar o nos arrebata cuando conseguimos alcanzarlos. Las mujeres, individualmente, somos emprendedoras, qué duda cabe… El reto es unir esas capacidades para emprender caminos colectivos y comunitarios que no tengan marcha atrás. Y señalo esto porque hace unas semanas la Plataforma CEDAW Sombra España, compuesta por 50 organizaciones de mujeres, de cooperación internacional y de derechos humanos de todo el Estado, ha presentado un informe ante la ONU, refrendado por más de 260 organizaciones y colectivos de la sociedad civil, en el que se evalúa la equidad de género en España. Un informe demoledor, en el que se da cuenta del proceso de desmantelamiento de las políticas de igualdad y del retroceso que en los últimos años ha tenido la equidad de género en todos y cada uno de los ámbitos que nos afectan a las mujeres de manera singular: violencia, educación, salud, derechos sexuales y reproductivos, brecha salarial, prostitución y trata, pobreza… situaciones y retrocesos que, lamentablemente, conocen muy bien las mujeres de América Latina y Caribe… Realidades tristemente conocidas por las mujeres de los cinco continentes. Por ello, tal vez sea el momento, en este mundo convulso que estamos sufriendo, de aunar nuestras capacidades emprendedoras y decir con una misma voz: ¡Basta ya de tantos atropellos! ¡Hasta aquí habéis llegado! ¿Seremos capaces algún día de emprender juntas ese camino, esa empresa?
Alicia Gil Gómez