Edad escolar
Si tenemos en cuenta que todas las etapas de las que os he venido hablando transcurren en un período de tiempo llamado infancia, en el que dependemos totalmente del cuidado, amor y enseñanza de las reglas sociales que provienen de las figuras parentales para poder completar nuestro desarrollo y lograr la madurez física y psíquica, el conflicto suele estar servido porque la dependencia abre la puerta a la inferioridad y esta, a su vez, a los traumas, complejos, e inseguridades.
La vida se parece a una escalera con rellanos cuya misión no es solamente de un aparente descanso, también lo es del tiempo para la asimilación de la experiencia que nos brindó cada escalón, además de descubrirnos que el siguiente tramo supone un cambio de dirección a veces de un sentido totalmente contrario. En astrología damos importancia a los períodos de siete años, de tal forma que los siete primeros corresponden a la infancia de la que no parece posible desprendernos durante toda nuestra vida, tal es su intensidad y la profunda huella que nos deja. Pasados esos primeros siete, que acaban cuando termina la fase edípica, comienza la fase o edad escolar, conocida también como la edad del juego, que transcurre de los seis-siete hasta los doce años aproximadamente, tiempo en que comienza la adolescencia, así que la edad escolar supone, o debería suponer, un rellano entre peldaños, es decir un descanso entre las dos tormentas representadas por la infancia y el periodo adolescente.
Aunque ahora, en este mundo globalizado, abierto a la mezcla de razas, costumbres y culturas, que provee de un incesante aluvión de información venida de todos los rincones del mundo y del saber, así como la presión para que el intelecto asuma cada vez más retos a toda velocidad en escuelas que suelen tener una educación masificada, ya no es posible verlo como una época de descanso sino como la visión de otro tramo de escalera. No sé si el cerebro es capaz de asumir tanta información, pero no creo que sea capaz de saber qué hacer con ella.
Con anterioridad los roles ejemplarizantes provenientes de las figuras parentales representaban la autoridad superior que nos impulsaba a que actuáramos para agradarles y obtener su aprobación, el amor y cuidado que necesitábamos para nuestra seguridad. En la edad escolar salimos de la unidad familiar hacia un mundo distinto poblado por otro tipo de personas que nos permiten huir de esa autoridad, luchando para conseguir la aprobación de nuestros y nuestras iguales con quienes tenemos que competir demostrando nuestra valía para poder pertenecer al grupo.
Es un tiempo para demostrar nuestra eficiencia y capacidad, algo que tiene mucho que ver con cómo hayamos resuelto las etapas anteriores que fácilmente, si nos hemos medido con los adultos de los que dependíamos y la inferioridad que pueden haber dejado en nuestra psique, influirán en la forma en que demostremos ante nuestros y nuestras pares, compañeros y compañeras de estudio y juegos, que somos hábiles, eficientes y capaces, mental y manualmente. La eficiencia manual es importante en esta época, momento en que las incipientes personalidades destripan muñecos y camiones, impulsadas por una buena dosis de curiosidad, que luego tratarán de recomponer.
Como consultora astrológica he atendido a muchas madres y padres preocupados porque su hijo o hija no progresaba en el aprendizaje como las y los demás, alertados por un profesorado que observaba la velocidad con que aprendía el rebaño en vez de la personalidad de la niña o niño. No siempre podemos permitirnos que nuestra prole se eduque sin masificación, pero, en cualquier caso, debemos tener en cuenta que cada persona tiene una velocidad de respuesta ante el aprendizaje. He conocido criaturas superdotadas, mucho más veloces que el resto de sus camaradas, que se aburrían en clase porque iban muy por delante del resto, dando la misma impresión de quienes, con un exceso de imaginación, conseguían que la mente fuera en pos de ensoñaciones que no permitían una atención continuada, y no siempre se trataba de alumnas o alumnos hiperactivos o con déficit de atención. En otros casos, simplemente, la velocidad en que la mente procesaba la información era más lenta, probablemente más profunda, y tampoco significaba que fuera más incapaz.
En esta fase es muy importante que la o el educador tenga en cuenta las personalidades del alumnado porque está educando personas no números, personas únicas, con capacidades diferentes, que con una educación adecuada pueden descubrir cuáles son sus mejores valores y talentos y desarrollarlos. De eso se trata porque, si no logran superar adecuadamente esta fase, es posible que continúen su desarrollo con sentimientos de inferioridad que pudieron gestarse en etapas anteriores y que en esta se enquistan para el futuro. Hay que dotarles de amor al conocimiento y la suficiente confianza en sí mismos como para que se vaya instalando en su mente una cierta capacidad crítica que se desarrollará años después y que les permitirá, más adelante, tomar sus propias decisiones. Estrategias tipo placer y recompensa pueden ser adecuadas en esta etapa, así que es importante que sientan cierto grado de placer ante los logros que vayan consiguiendo basados en su capacidad y eficacia. Y todo requiere su tiempo, es muy común sobrecargarles de tareas apretadas en el tiempo que no permiten un mínimo de reflexión, libertad y felicidad, y el tiempo dedicado al aprendizaje, según se vaya creciendo, va a ser cada vez mayor y más reflexivo. Esta es una época en la que estamos cultivando una personalidad que ha de cumplir aquello que tantas veces hemos oído de “sé tú misma” o en su caso “sé tú mismo”, sobre la que se tiene que trabajar porque en el núcleo familiar la autoridad para hacer o no las cosas convenientes procedían de los progenitores, ahora se necesita un grado de rebeldía como para comenzar a sentir cierto rechazo hacia la familia y sus normas, algo que ayuda a buscar la propia identidad.
Recuerdo, cuando mi nieto comenzó esta etapa, la preocupación de mi hija por su rebeldía, un niño tan afectivo y sumiso de repente se enfurruñaba negándose a seguir las normas que siempre habían funcionado en el hogar. Me llamaba alertada por si acaso era un síntoma por el que debía preocuparse. Y se preocupaba. Y es que la personalidad de mi nieto y su mundo no eran el de su madre ni el de su padre, y estaba empezando a explorarlo y descubrirlo, mostrando diferencias de opinión por primera vez. Yo solía advertirla sobre el siguiente periodo, el de la adolescencia, mucho más rebelde que éste, para que no le pillase por sorpresa. Todo esto requiere la cooperación entre escuela y familia para acordar el orden y límites adecuados permitiendo, en parte, la experimentación de la propia personalidad, los propios criterios y el propio mundo desde el respeto al mundo de otros. Porque cuando se salga ahí fuera no te van a permitir hacer lo que te dé la gana, hay reglas que cumplir para con la sociedad que se tienen que saber coordinar con las propias.
Esta edad está gobernada por el signo de Géminis, tercer signo del zodíaco, que expliqué con anterioridad. Un signo de comunicación y desarrollo de la mente racional regida por el planeta Mercurio del que aún no os he hablado pero cuyas cualidades tienen mucho que ver con el signo.
Mercurio, el de las alas en el casco y a veces también en los pies, es un dios joven, inquieto, elástico, versátil, curioso hasta el cotilleo, conocido con el sobrenombre de “Mensajero de los dioses”, y a su vez dios del comercio, los viajes y también de los ladrones. Se aburría mucho en su cuna así que escapó de ella dedicándose a escuchar las conversaciones de los dioses, yendo de un lado a otro contando a los seres humanos lo que había escuchado. Gobierna por derecho propio en los signos de Géminis y Virgo, tercer y sexto signo del zodíaco respectivamente, el primero masculino de aire y el segundo femenino de tierra, que permiten explicar y entender la dualidad de este dios. Como expliqué en su día, en los pueblos y ciudades rige los caminos, las calles y sus intersecciones, así como cualquier elemento de comunicación, ya sea un teléfono, radio, coche, tren, escalera, ascensor o pasillo, que muestran cómo debe funcionar la mente racional capaz de recibir constantemente datos que debe aprender a relacionar, ya que los datos sin relación no tienen valor cultural. En una casa las estancias que la componen, cada una dedicada a asuntos totalmente diferentes, se comunican a través de pasillos y distribuidores cuya misión no es otra que comunicar una estancia con otra y que, en muchas ocasiones, como no suelen poseer espacio suficiente para otra decoración, llenamos de estanterías con libros, propios de la inquietud cultural de ambos signos.
Otro ejemplo válido sería la construcción de un puzle, las fichas o datos por sí mismos ofrecen poca información, pero si se colocan y relacionan en un tablero ofrecen una visión amplia y significativa del conjunto.
Evaluar desde el horóscopo o carta natal esta fase supone estudiar el signo de Géminis, ver en qué lugar de la carta se encuentra y qué planetas tenemos en él, si son planetas de tierra la mentalidad se vuelve práctica aprendiendo más de forma empírica que a través de teorías, si son de agua la razón se objetiviza y juzga desde la emoción aportando imaginación y creatividad, si el planeta Mercurio se encuentra aspectado a planetas rápidos habrá que valorarlos por la agilidad mental que propician y si, por el contrario, son lentos y obstruyen el aprendizaje pueden ocasionar problemas y conseguir que el disfrute y la comodidad se ausenten de la escuela. También conviene estudiar este signo desde el eje completo, es decir, los dos signos mentales que se sitúan uno frente al otro, Géminis y Sagitario. Por tanto, además de Mercurio observaremos la fuerza que posee Júpiter y los aspectos que ambos reciben. Son muchos los factores a tener en cuenta y como siempre aclaro: el estudio de la carta natal permite estudiar individualmente los diferentes factores, se estudie la época que se estudie, sin embargo es conveniente tener en cuenta que ninguno de ellos tendrá significación por sí mismo si no se observa desde el conjunto de la carta, algo que permite comprender las múltiples facetas de la personalidad, evaluar cómo la persona va a aprovechar las oportunidades que la vida le brinde, cuáles van a ser sus desventajas, cómo valora el conocimiento y qué sentido le va a dar a su vida.
Os hago una mención especial hacia cartas que contengan, de nacimiento, un Mercurio retrógrado. Suele ser más lento y además es anómalo por lo que puede retardar el aprendizaje del habla y el movimiento, así que no hay que asustarse ni creer que existe alguna incapacidad para el desarrollo intelectual, la anomalía suele desaparecer cuando el planeta se vuelve directo y la criatura suele recuperar el tiempo perdido fácilmente lo que no implica, si tarda en ocurrir, que pueda tener dificultades en sus estudios y las relaciones con sus compañeras y compañeros de clase y juegos. La mente es más introspectiva y son personas que se expresan mejor a través de la escritura que del lenguaje ya que la escritura es más interna y reflexiva, afecta a la forma de hablar y sobre todo de callarse y suele callar para que le observen; más adelante, cuando llegan a la madurez, suelen callar porque negarle la palabra a alguien es condenarle al ostracismo y esto otorga poder. Pero en la escuela y en esta edad, la lentitud en la comprensión hace que presten mucha atención a las explicaciones que les dan, pero mientras la mente reflexiona sobre lo que acaba de oír para entenderlo y vuelve a prestar atención se encuentra con un vacío de contenido, la profesora o profesor han seguido el discurso y ha perdido una información necesaria para comprender los postulados siguientes.
¡Hasta el próximo artículo!
REFERENCIA CURRICULAR
María Garrido Bens es astróloga, con una experiencia profesional de 45 años como docente y consultora en el campo de la Astrología tanto personal como mundial. Experta en Lenguaje Simbólico y Mitología aplicada a la Psicología. Profesora de Evolución Mental, Sanación y Meditación. En la actualidad ocupa el cargo de Tesorera de la Asociación con la A.