Revista con la A

25 de noviembre de 2020
Número coordinado por:
Lucía Melgar y Alicia Gil
72

La pandemia de las violencias contra las mujeres

Deporte y estereotipos de género

Hace poco, y como lo evoqué en mi último artículo, tuve la suerte de asistir a la proyección del documental de Stéphanie Gillard, titulado “Les joueuses #notheretodance” (Las jugadoras #notheretodance). Esta película muestra por primera vez el día a día de las jugadoras del equipo de fútbol de Lyon. La directora nos invita a tener una nueva mirada sobre la condición de las mujeres en el deporte: un universo en el que los valores de respeto y de apertura son los pilares de la evolución hacia la igualdad. El hashtag #notheretodance del título hace referencia a la polémica de hace dos años cuando, al recibir el primer balón de oro de la historia del fútbol femenino, el presentador le había preguntado a Ada Hegerberg si sabía bailar twerking (ver artículo El primer Balón de oro femenino).

Si os menciono hoy este documental es porque quiero centrarme en un momento en el que la directora sigue a una de las jugadoras que acude a un colegio para charlar con el alumnado, una iniciativa que me parece necesaria. Los chicos dicen que las chicas no quieren jugar al fútbol, pero cuando la portera les hace la pregunta, ellas dicen que sí, que les gustarían pero que los chicos no las dejan. Este ejemplo es muy relevante de los estereotipos de género y de lo que pasa en los colegios. Al final, las chicas, por miedo a las reacciones negativas de los chicos, prefieren no insistir y quedarse entre ellas en vez de jugar al fútbol. Y eso tiene que cambiar. En eso, estas intervenciones en colegios son esenciales para romper con los estereotipos que persisten en la mente de las chicas y los chicos más jóvenes. También las chicas necesitan modelos para identificarse. Del mismo modo, los chicos necesitan también ver que se puede ser chica y deportista.

Fragmento de la película “Les joueuses” de Stéphanie Gillard

Fragmento de la película “Les joueuses” de Stéphanie Gillard

Muchas veces en el cole, y aún más durante las clases de deporte, se crean barreras entre chicos y chicas, y esto mediante un lenguaje que menosprecia a las chicas, dándoles menos importancia que a los chicos. A la gente le parece también normal que todos los niños y las niñas se interesen por el deporte pero no siempre es así. La palabra chico se asimila automáticamente a la palabra deporte: “a un chico le gusta el deporte”. Pero en realidad, muchos chicos no tienen ningún interés por el deporte y cuando están obligados a practicarlo, y no se rebelan a la altura de lo que se espera de su género, sufren mucho. Si no les gusta y si lo hacen mal se ven llamados “chicas” porque según los estereotipos, las chicas no saben jugar. Por ejemplo, si durante un partido una chica le roba la pelota a un chico es una vergüenza para el chico y para desvalorizarlo se le compara con una chica, como si las chicas jugaran tan mal como para no ser capaces de jugar como o mejor que los chicos.

“Jugar como una chica”: uno de los insultos más frecuentes. Pero ¿qué deben pensar las chicas? ¿qué significa “jugar como una chica”? ¿por qué debería ser una vergüenza y un insulto ser chica? Estas palabras pueden ser muy crueles porque cuando una niña las escucha se siente inferiorizada al ser siempre comparada con un chico de manera negativa. El lenguaje y el trato tienen mucha influencia en la opinión que las chicas y los chicos van adquiriendo a lo largo de su vida. En el caso de los chicos, se pueden sentir más seguros de sí mismos al ser siempre más valorados. Al contrario, las chicas van interiorizando el hecho de que no tienen ningún talento deportivo y, la mayoría de las veces, las clases de educación física se dividen en dos grupos: los grupos de chicos y de chicas. El profesorado tendría mucho que hacer en este sentido para valorar a las chicas, demostrarles que ellas también pueden practicar el mismo deporte que los chicos y que lo pueden hacer tan bien como ellos y motivarlas para que tomen confianza en sí mismas.

Muchos métodos de enseñanza son bastante sexistas y se tendrían que corregir. ¿Cómo se puede justificar, por ejemplo, el hecho de que durante una clase de bádminton se vayan separando los chicos y las chicas en varios terrenos colocando las chicas en los terrenos inferiores y los chicos en los superiores, con la excusa de que las chicas bajarán de terreno mientras que los chicos irán subiendo? Al actuar de tal forma, las chicas no pueden sentir sino un sentimiento de frustración y de discriminación al saber que nadie cree en sus capacidades deportivas y se sienten muchas veces desmotivadas, no harán nada para demostrar lo contrario y asumirán que no saben jugar y que el deporte es algo reservado a los chicos. En cuanto a los chicos, éstos adquieren una mentalidad que les hace creer que son superiores a las chicas y admiten difícilmente que una chica pueda tener un nivel deportivo superior a ellos. Pero cuando esto ocurre, los chicos terminan por admitirlo y consideran a esta chica como una de “los suyos.”

Me acuerdo de que, cuando tenía siete años, vi a una compañera de clase jugar al fútbol con los chicos en el recreo. Me llamó tanto la atención que lo hablé con la instructora. Y ella me contestó: “Sí, ella tiene derecho a jugar al fútbol. Tú también, si quieres, puedes jugar.” A partir de ese momento, no ha habido ni un solo recreo en el que no jugué al fútbol. No sé por qué razón había asimilado que era algo “prohibido”. Mi padre y mi madre nunca me prohibieron nada pero lo de jugar al fútbol en el recreo lo veía como algo imposible y ni siquiera me lo planteaba. Quizá porque los chicos siempre jugaban juntos y que en la tele nunca había visto mujeres jugar al fútbol y no tenía modelos con los que identificarme. Mis ídolos eran todos varones e incluso cuando, a los 12 años, mis padres me inscribieron en un club de fútbol, no existía ningún club femenino, con lo cual era la única chica en un equipo de chicos. Fui muy bien aceptada, nunca sufrí reacciones negativas y tampoco en el colegio porque tuve la “suerte” que me considerasen como una de los “suyos”.

Ser chica (y mujer) es siempre tener que demostrar algo para ser aceptada y respetada. Los chicos (y hombres) no tienen este problema. Nunca se plantean problemas de legitimidad para practicar un deporte o para ocupar un puesto de trabajo. Al revés, una mujer siempre deberá demostrar que es capaz asumirlo y se exigirá mucho más de ella.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Agathe Ripoche es titular de un máster de Estudios Hispánicos en Francia (Clermont-Ferrand) y de un máster de Igualdad de género en la universidad Complutense de Madrid. Le interesa mucho el deporte femenino. Convencida de que el deporte debe ser tanto femenino como masculino, está involucrada en este tema para que poco a poco cambien las mentalidades. Ha creado un blog, titulado Balle de sexisme, para informar y denunciar el sexismo y las discriminaciones que sufren las mujeres.

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Solo SÍ es SÍ - Feminismo. Ni un paso atrás - #sinconsentimientoesviolación

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