Revista con la A

25 de mayo de 2021
Número coordinado por:
Lucía Melgar y Alicia Gil
75

La utilidad del feminismo

Daiset Sarquis

Coyolxauhqui

De Cuentos de descabezadas

Daiset Sarquis

Daiset Sarquis

Sintió un deseo de acortar la distancia. No había experimentado una falta antes, ni física, ni psíquica. Pero ahora era preciso recuperar la cabeza. La ausencia se manifestaba no como pérdida de aquello que se tuvo, o como esos miembros que, aunque ya no están, se añoran. No. El deseo de cabeza venía de una necesidad de sentir el peso. ¡Eso era! Le faltaba peso a ese cuerpo que hoy se parecía a un bicho.

Recordó cuánta soltura sintió cuando de un machetazo separaron a la cabeza del cuerpo. Antes de perder el equilibrio pudo ver, por un segundo, cómo lanzaron al pesado balón hacia arriba. La cabeza giró en el aire, y con ella unos ojos bien abiertos y una boca que parecía sorprendida; giraron hasta quedar suspendidos, estacionados en un negro cielo. Y hubo luna, dicen los códices.

Se sintió liviana, estar sin cabeza lo aligeraba todo. Deseó volar. Las posibilidades eran muchas. Apenas formuló este pensamiento comenzó a caer por la colina. Caía y volaba. No existe una diferencia hasta el topetazo contra la tierra. Los brazos y las manos buscaron en vano agarrarse de algo. Las piernas aventaban patadas previniendo un impacto, pero el viento y la prisa de su soplo contuvieron al cuerpo y lo liberaron de todas las angustias. Las extremidades dejaron de luchar, se desprendieron un poco, se sostenían de algún tendón o ligamento. Por un momento se preguntó cómo era capaz de escuchar al aire, pero como si pensarlo rompiera un hechizo, hubo silencio.

Se ha podido levantar después de la caída. ¿Sería un problema vivir así, algo rota? ¿Sería posible vivir sin cabeza? Permanece quieta. Quiere dar los primeros pasos, aventurarse a caminar en este cuerpo, pero los miembros no obedecen, se mueven sin rumbo; sin buscar fortuna. Quizás el peso de la cabeza daba sentido. ¡Eso haría!, intentar establecer una única dirección y así saber si era posible actuar como una sola.

Mover una piedra de un lugar a otro le pareció un quehacer sencillo para empezar e imponer una sola voluntad a ese cuerpo medio desobediente. Había que experimentar. Es de noche, la oscuridad es grande y sin ojos la mirada es como el olfato. No puede buscar una piedra en la tierra. Triste, se agacha y se acuesta para pasar la noche. Reconoce entonces el placer de haber podido acurrucarse sin problemas ni contratiempos. Mañana intentará buscar una piedra de nuevo, reunir las voluntades.

En la oscuridad de la noche se ve brillar a la cabeza en el firmamento y llama, llama con su única facultad luminosa, al cuerpo.

 

REFERENCIA CURRICULAR

Daiset Sarquis es investigadora y gestora cultural, especialista en literatura y teoría de género. Escribe acerca de escritoras, artistas y feminismos. Actualmente forma parte de Cultura DH como investigadora, asociación en Derechos Humanos y cura el proyecto Malinche: Malinches del Museo Universitario del Chopo en México.

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