Capricornio
Décimo signo del Zodíaco, primer mes del último cuadrante que inicia el invierno (21/23 Diciembre a 21/23 Enero). Polaridad Femenina. Elemento Tierra Cardinal. Planeta regente Saturno, dios de la Iniciacion y del paso del tiempo.
Este signo de Tierra, del color negro de la noche más larga, inicia la experiencia del último y cuarto cuadrante zodiacal.
En el primer cuadrante de primavera la vida y la humanidad se encaminaban a su formación individual; en el segundo, de verano, la personalidad y la vida se mostraba construida y victoriosa; en el tercer cuadrante de otoño se enfrentaba a los demás descubriéndolos, aceptándolos y uniéndose para constituir una nueva cédula social, más auténtica y plural. La fusión, sentida a niveles profundos en el signo de Escorpio, diluye y disuelve la personalidad individual con sentimientos de muerte y espanto, trágicos, dramáticos, ante el espectáculo de la desaparición de todo lo construido, su individualidad, sentimientos que necesitan de la posesión y la pasión para atraer al otro hacia el trance compulsivo, mortal, de la fusión; trance de sexualidad consciente de una personalidad que, superando su ego y sintiendo a la vez que éste no solamente está totalmente construido sino violentamente defendido, se aísla de todo para vivir y transformar la energía azucarada del primer descubrimiento (Libra) en el agua de fuego, alcohol alquímico, muerte y renacimiento del yo individual a estados más conscientes, menos personales y más sociales, en busca de un amor que lo transcienda, de un fuego que lo ilumine y de un origen que lo acoja.
Los campos y la naturaleza se han enfrentado a la muerte de la vegetación, los primeros se cubrieron de la sangre roja, pisada de la uva; la segunda se cubrió de hojas muertas rojas y doradas. La vida se enfrenta a una nueva visión de la naturaleza y la humanidad, más allá de su cercano campo de labranza alza la vista descubriendo el murmullo de la selva virginal, de las grandes y extensas manchas de árboles majestuosos, elevados al cielo, permanentes, duraderos combates frente al clima y las fuerzas de la naturaleza. Y descubre ante ellos una nueva dimensión de vida. Constituidos como selva o bosque albergan una vida ecológica más extensa y completa, imponiendo a los ojos una nueva dimensión y una nueva grandeza, y el encuentro se traduce en consciencia grupal, en sentido de vida social, para entre todos y todas construir un nosotros que pueda transcender el destino personal, surgiendo el hombre-caballo que ha de dar nuevas alas al pensamiento, un ser que percibe toda la vida desde este concepto amplio y extenso de la selva o el bosque majestuoso y cuyo destino se traduce en convivencia. Y llega la Navidad.
La nieve cubre los bosques y recoge en el silencio toda la luz para reflejarla. El profeta, que convirtió el hedor de la muerte y sus venenos en aromas de perfumes ceremoniales y néctares, alza sus ojos más allá de los bosques y contempla la Montaña, símbolo de este décimo signo, ascensión de la humanidad hacia nuevos estados más perfectos, más amplios, más sublimes, y la vida que cubrió su ladera se presta a su ascensión para poder conquistar la cima, el lugar más elevado de su horizonte y de su destino.
Dentro de esta gran forma material se encuentra toda la energía, la naturaleza le rinde pleitesía, sólo el tiempo y la erosión de siglos puede suavizar sus aristas. Ella es la permanencia, la inmutabilidad, la verdadera fuerza, su cima se alza al cielo y rompe la monotonía del paisaje, su interior alberga una caverna, ambas relacionadas no solo simbólicamente sino literalmente. Montaña y caverna simbolizan la energía de Capricornio, en las dos gran cantidad de energía acumulada, de las dos parece haber huido la vida que no obstante se presiente en toda su grandeza, tanto en el interior como en el exterior se hace físico el vacío, la soledad y el silencio. Suspendido en la cima sagrada se contempla la verdad, en su interior se siente. La cumbre representa la cota más alta de la evolución vital, de la civilización, el camino de la ascensión representa la ambición que le aparta de lo social y que cristaliza en la cueva de sus sentimientos y recuerdos, y en la soledad de ambas descubre la verdad en el silencio. Y se produce la iluminación. La luz desciende sin obstáculos descubriendo un paisaje distinto y el alma se expande y se interioriza, y mientras el tiempo parece detenerse ante el milagro de la inmensidad de la vida, todo aparece pasajero, liviano, diminuto, la vida y sus luchas, sus pasiones, su sufrimiento, se ven desde la cima carentes de importancia, permitiendo que la vida se alce erguida hacia la luz y ante el paisaje, sintiendo en su interior que renace por su esfuerzo una nueva forma de poder más allá de las cosas cotidianas, una nueva ambición más inmutable y profunda. En esta experiencia se tiene todo, todos los signos anteriores han aportado cuanto se puede necesitar, se ha conseguido la sabiduría, los ojos contemplan una verdad nueva, un paisaje más amplio, no se necesita nada más, solo queda el silencio y en él se descubre que el Universo es inestable, en continuo movimiento, que la materia es cambiarte y de ahí su propia vida. En la cima más alta se recibe el reflejo del cielo materializando este reflejo para ser. Ser equivale a Capricornio. La vida se siente más que nunca, más extensa, más innumerable, pero hay que saber, comprender que esta gran forma, la montaña, debe deshacerse, que cuanto se ha construido debe volver a ser destruido, la disolución de la personalidad en este signo implica consciencia de individualidad, el espíritu es uno pero compartido, la personalidad no se pierde, se refuerza, prescindiendo de aquello que es uno mismo (o una misma) para comprender lo extenso de la totalidad y entrar a formar parte de ella. La gran montaña de la sabiduría está silenciosa porque sabe que se aferra a la forma pero se acerca la hora y el tiempo del último sacrificio. Capricornio el de la forma. Capricornio el sabio.
La energía de este signo supone que la comprensión, la ley, el orden y la luz, surgidas en Sagitario, deben tomar forma, concretarse, organizarse y hacerse reales; la mente visionaria y filosófica del jinete sagitariano debe ser útil a la humanidad. Éste es un signo de tierra y, en este sentido, se ha de aplicar todo el conocimiento conquistado de forma tangible a la sociedad. Por tanto, se han de considerar dos aspectos de Capricornio: por un lado sentido de utilidad; por otro, elevación e interiorización. Todas las signaturas de Capricornio tienen la particularidad del retorno del trazo sobre sí mismo, esto indica el repliegue de la conciencia humana sobre ella misma para alcanzar los planos infinitos del mundo interior, indicando también el conocimiento de todo lo que es exterior y elevado. Montaña y caverna que resisten al tiempo más que ningún otro ser, residencia de una verdad inmutable. Cuando la verdad era accesible a toda la humanidad los rituales se celebraban en la montaña, cuando esta verdad fue manipulada se depositó en la cueva lejos de la profanación, surgiendo así la caverna como símbolo más apropiado para el centro espiritual y la celebración de los rituales iniciáticos. De esta manera se produce una inversión y el elemento tierra, el más involucionado, el más alejado de la manifestación celeste, se pone en contacto con la luz sobre la superficie de todo lo creado, la montaña, para convertirse después en el mundo subterráneo que lo complementa, la caverna, corazón de la montaña en cuyo interior se encuentra situado el centro del ser “más pequeño que un grano de arroz, más pequeño que un grano de cebada, más pequeño que un grano de mostaza, más pequeño que un grano de mijo, más pequeño que el germen que está en un grano de mijo”, pero también “más grande que el cielo, más grande que todos los mundos juntos”. Y así la montaña nos da idea de grandeza, donde la humanidad después de cumplir el ciclo de los tres cuadrantes y nueve signos llega a Capricornio lleno de sabiduría. La montaña es símbolo de realidad absoluta en la que el ser vive al alcanzar esta sabiduría; la caverna, símbolo de pequeñez, corresponde a una condición de oscurecimiento, envoltura y repliegue de la conciencia espiritual que en la soledad más absoluta lo tiene todo, lo comprende todo y nada le ata porque nada necesita.
Existen tres signos de tierra: el primero, Tauro, representa el esfuerzo y la resistencia de la experiencia humana frente a las fuerzas de la naturaleza contra las que lucha para lograr su sustento y asegurar su vida; el segundo, Virgo, desarrolla conceptos más inteligentes y económicos en tiempo y energía, constituyendo la base tecnológica que hará el trabajo más provechoso, cómodo y menos combativo; Capricornio, el “Finisterre” de la tierra y último signo de este elemento, alcanza la sabiduría llevando este conocimiento al dominio absoluto de la materia, haciendo surgir el mundo de la Ciencia y consiguiendo que la montaña natural sea tallada por la técnica del ser humano, encontrándonos, históricamente, con la pirámide en cuyo interior la cámara iniciática y mortuoria es el equivalente exacto de la caverna, con lo que la pirámide se considera la figura completa en cuyas dimensiones se ocultan y muestran, en el silencio, toda la sabiduría del Cosmos y su misterio.
La pirámide geométrica está presente en todo sistema ecológico debidamente estructurado como base de permanencia, asimilándose su estructura a la del poder político y sacerdotal. Todas las figuras que se establecen bajo la forma estable de la pirámide indican, de un lado, majestuosidad por su grandeza, de otro, profundidad por su interioridad, todas solemnes, solitarias y silenciosas. Así y bajo su protección la pirámide asegura estabilidad en cualquiera de sus manifestaciones, ecológica, social, política, jerárquica, que recoge la forma del Estado cuya estructura tiene como base y cedula social protegida el cuadrado del símbolo de Cáncer, signo opuesto y sólida base familiar. Todo ha sido hecho ya, en el signo anterior fueron elaboradas las leyes y filosofías que tienen forma en el Estado, este es quien gobierna y su símbolo es el poder; el ser individual es una cédula relativamente importante dentro del enorme organismo de la sociedad humana. Y el poder lo ejerce la cúspide, cabeza visible y responsable que distribuye su energía de arriba abajo. Destruir este poder también ha de hacerse desde arriba, por más que anulemos estratos piramidales solo descabezando la cúspide la pirámide deja de serlo. Entender este organismo supone comprender las características de la personalidad capricorniana.
Ya sea desde el poder político, religioso, económico, militar, empresarial, o cualquier otra manifestación de poder piramidal, la personalidad que lo ejerce aparece dura, inmutable, orgullosa, majestuosa, con una vida que no es fácil ni privada, pesando sobre ella la dura carga de la responsabilidad, cualidad de esta signatura, ocupada en la actividad pública que gobierna por la servidumbre y sirve por el gobierno. Es, en realidad, el gran o la gran gobernanta y gran siervo o sierva de la sociedad que ha de conocer y respetar todas las leyes, dominar todas las fórmulas que hagan posible que su mandato sea útil a la colectividad, sirviéndose cada vez más de personas puestas al servicio de su mandato para realizar un trabajo en favor de una empresa cada vez mayor. Ha de conservar cierta independencia psíquica y de todo orden para lograr mayor efectividad, no puede dejarse llevar de sentimientos que puedan distraerla de su tarea y debe ocultarlos, algo que parece un deber para este signo que le hace aparecer frio y carente de sensibilidad.
Existe otro tipo de personalidad capricorniana cuya búsqueda de poder es más ambiciosa, la del asceta místico, hombre o mujer que llevada por su esfuerzo al despertar de la supra consciencia trata de desasirse del mundo material y sensible realizando su vocación por la contemplación, en la sabiduría de la cueva donde gravita en una disciplina constante y consciente, imponiéndose unas condiciones de vida frugales hasta en sus ropajes y ocultándose del mundo exterior para meditar su verdad en el silencio.
Todos y todas tienen la cualidad de disciplina, reflexión y perseverancia en el esfuerzo, gastándose no para soltarse del mundo sino para izar el yo terrestre, egocéntrico, a posiciones eminentes, ya sea en el orden material como en el moral o espiritual, y satisfacer así su ambición tenaz y su amor al poder, aunque el poder, además de material, signifique, solamente y nada menos, poderse a sí mismo. Son capaces, en general, de poseer las palancas de mando de cualquier situación responsable llegando, con frecuencia, a lo alto de la escalada y a los honores en la carrera o destino escogido, como profesión o vocación mística, generalmente con orgullo aunque la adulación no les satisfaga si no existe la convicción de ser verdaderamente superiores en la línea que creen que es la suya. Su tendencia a la introversión les lleva a la reflexión y los estudios profundos, interesándose por los problemas arduos y encontrando satisfacción en su resolución, siempre con actitudes colaboradoras aunque son personas que prefieren dirigir a ser dirigidas; personas de confianza tendentes al conservadurismo de las formas, sean estas materiales, sociales, políticas o espirituales. Fáciles de detectar sea cual sea su nivel social porque su color negro, oscuro, tanto en su físico como en su ropaje, incita al respeto ante la autoridad, diferenciando entre “tener autoridad o ser una autoridad”, dos clasificaciones de Capricornio, quien tiene autoridad puede perderla mientras que quien es una autoridad nunca la pierde. Todas estas personalidades tienen un deber que cumplir, pero como la montaña y la cueva, por ellas y en ellas, se encuentran solas.
Hay personalidades de Capricornio que no poseen muchas de estas cualidades y que convierten su poder en egoísmo y tiranía, la disciplina en dureza, la economía y frugalidad de la avaricia en sadismo, por lo que aparecen oscuras, enjutas por dentro y por fuera, viejas de forma y fondo, depresivas y deprimentes, que con su mal hacer no escalan: trepan, y corren el riesgo de convertir esta décima experiencia en la octava, muerte de toda posible evolución. A este signatura se puede llegar con escepticismo, inmovilismo y materialismo a ultranza o habiendo comprendido la iluminación, el sentido del poder y la responsabilidad, por lo que se estaría en disposición de pasar al signo siguiente de Acuario.
Estas serían las personalidades de Capricornio, pero aun no teniendo esta personalidad a menudo se nos somete a la experiencia vital de la montaña o/y la cueva. En primer lugar la montaña es de piedra, una piedra inmensa que a menudo nos aparece como un obstáculo que se opone a nuestro avance en la vida, no se la puede echar a un lado, ni empujarla o atravesarla, es demasiado grande, firme y pesada, nos curva la espalda y solemos vocalizarla diciendo que “chocamos contra un muro” o que “llevamos una losa encima que nos impide el avance”, solo hay una forma de superarla: escalarla. Algo que supone ejecutar la disciplina del sujeto escalador, disciplina es su norma, cuerpo fuerte, sano, y mente dominada, después despojarse de todo lo inútil, no se puede escalar una montaña ni emprender un gran proyecto con un saco de cosas en la espalda, o falla el cuerpo o lo hace la mente, de ahí la renuncia a lo inútil, aunque primero hay que comprender qué es lo inútil. Después no hay que tener prisa, no se escala corriendo porque nos despeñaríamos. Capricornio y su planeta Saturno representan el tiempo y la experiencia de la edad, un tiempo que transcurre lento, necesariamente, sobre todo cuando tenemos prisa. Luego hay que hacer caso a la experiencia, la historia, el consejo de quienes antes escalaron, solucionaron problemas y culminaron obstáculos. Y, por último, hay que ser conscientes del por qué del obstáculo, por qué se nos pide tiempo, organización, esfuerzo, renuncia, siendo también conscientes de lo que espera en la cumbre o al otro lado del obstáculo, porque siempre se espera una valoración o validación social hacia la que hay que mostrar respeto y responsabilidad… y no todas las personas pueden tolerarlo.
En el Zodíaco, y a partir del signo de Leo, cobra especial importancia el tiempo fundamentalmente representado en Capricornio. La energía en su expansión se proyecta dando lugar al espacio. Al condensarse esta energía y tomar forma se produce la vida tal y como la conocemos, pero también se produce la muerte, la forma lleva en sí misma la limitación y todo límite su secuencia de principio y fin, vida y muerte que implican la idea de tiempo. Por tanto, Capricornio representa la forma y su consecuencia, los límites, tanto en el sentido de hasta dónde podemos llegar como los límites de las cosas, fronteras, muros, y en el cuerpo humano pelo, piel y huesos. Los huesos son la parte más cristalizada y material del cuerpo humano, la más interna, la que da forma y nos sostiene. La piel y el pelo nuestro límites, lo más externo, entre ambos el ser se encuentra contenido.
Por último quisiera hacer algunas observaciones: esta energía, cumbre de todos los logros humanos cualquiera que sea su especialización, es femenina. En el próximo capítulo, “Mitología y predicciones de Capricornio”, os hablaré de Hera “La Señora”, de la que depende el poder de su marido el gran Júpiter, dios de dioses. Aunque lo femenino sea una cualidad psíquica y no específicamente de sexo, también es cierto que la mujer, por mor del sistema de géneros, se identifica más con las cualidades femeninas que con las masculinas. Y Hera representa el poder. ¿En qué momento se lo hurtaron, nos lo hurtaron? Y, sobre todo, ¿Qué nos pasa a las mujeres con el poder? ¿Por qué en muchas ocasiones lo asimilamos solo con dominación y no con potencia? Reflexionemos: la falta de poder nos vuelve ineficaces para escalar montañas… la falta de reconocimiento de la autoridad femenina nos convierte en invisibles ocultándonos en la cueva… ¡Abrámonos al poder de Hera, bienvenidas a la experiencia de Capricornio, signo de poder, autoridad, esfuerzo, trabajo, experiencia, responsabilidad y eficacia!
CAPRICORNIO:
- GEOMETRÍA: Pirámide cuadrangular.
- NATURALEZA: Montaña. Cumbre. Caverna. Máxima elevación. Frío y nieve. Principio del invierno. Oscuridad exterior, Iluminación interior. Navidad.
- EVOLUCIÓN HISTÓRICA: Construcción del Estado, el Imperio y la Civilización. Cabeza visible de poder: Emperador, Rey, Papa. Dios Padre. Nacimiento del Dios Hijo.
- FISIOLOGÍA: Rodillas y todos los picos del cuerpo. Huesos. Pelo. Piel.
- ACTITUD: Máxima energía contenida. Poder. Sabiduría. Silencio. Formalismo. Límites. Permanencia. Elevación e interiorización. Grandeza. Dignidad. Honores. Realismo. Soledad. Desafección. Inmutabilidad. Inexpresión. Contracción. Contención. Dureza. Responsabilidad. Sentido del deber. Disciplina. Reflexión. Perseverancia. Conservadurismo. Experiencia. Vejez. Inmovilismo. Reserva. Avaricia. Economía. Sobriedad. Egoísmo. Ambición. Orgullo. Frialdad. Pesimismo. Melancolía. Taciturnidad. Descontento. Tiranía. Materialismo.
- RIGE: Máximos dignatarios. Cargos elevados y públicos. Política y Gobierno. La Iglesia y sus representantes. La posición social. La profesión. Los ascensos. El padre. La vejez. Lugares aislados e inaccesibles. Fachadas, tejados, puertas y ventanas. Fronteras.
- COLOR: Negro.
- MINERALOGÍA: Carbón. Ónice. Plomo. Piedras negras.
- BOTÁNICA: Abeto. Adormidera. Cicuta. Belladona.
- DOLENCIAS: de los órganos que rige. Roturas óseas. Reumas. Lepra. Calvicie…
María Garrido Bens es astróloga, con una experiencia profesional de 35 años como docente y consultora en el campo de la Astrología tanto personal como mundial. Experta en Lenguaje Simbólico y Mitología aplicada a la Psicología. Profesora de Evolución Mental, Sanación y Meditación. En la actualidad ocupa el cargo de Tesorera de la Asociación con la A.