Acá, pa´todo hay modo: Mujeres migrantes en Tijuana
Vivo en una ciudad que está acostumbrada a tratar a quienes migran de manera violenta, discriminatoria, indigna, que va a llevar a que en la región se complique cada vez más construir un lugar donde podamos convivir de manera justa e igualitaria
Vivo en una ciudad que está acostumbrada a tratar a quienes migran de manera violenta, discriminatoria, indigna y que, sabemos, va a llevar a que en la región se complique cada vez más construir un lugar donde podamos convivir de manera justa e igualitaria.
Entre el aumento desproporcionado de consumo de heroína en California y el consumo incesante de metanfetaminas y opio en Baja California y las políticas gubernamentales -que a paso muy lento van descriminalizando el consumo sin dejar de estigmatizar a las personas con adicciones-, están dejando a la frontera oeste entre México y Estados Unidos como un lugar a donde ir a morir. Aquí las balaceras ya son “lo normal”, mientras que San Diego, del otro lado de la frontera, es una de las ciudades con menos homicidios en Estados Unidos.
En 2011, en México entró en vigor la Reforma de Derechos Humanos que obliga a todas las personas y a todas las autoridades del país, principalmente, a asegurarse que, cuando los efectos y consecuencias de una norma toquen nuestro patrimonio, cuerpo, libertad y seguridad, se genere la mayor protección para las personas, y más si son menores, o niño o niña, o proceden del extranjero y migraron por violencia, o hablan otro idioma. Entre más desventajas, más servicios y protección hay que proveerle a la persona; entre más necesidades tenga, es obligación del Estado contar con ciertos servicios permanentes y gratuitos para que ésta no tome opciones de vida que le lleven a ser explotada o a explotar a otras, o a quitarse o a quitar la vida.
En Tijuana hay varias organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la atención a migrantes que fomentan el asistencialismo. No hay servicios de defensoría pública para migrantes, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y su enlace de migración hacen un trabajo más bien de cabildeo y comunicación social que de acciones concretas para defenderlas; hay poca metodología para generar procesos interculturales de integración y mediación social; pocos espacios donde puedan participar personas con conocimientos en estos temas. Lo poco que hay se distribuye entre un grupúsculo que acapara los fondos y realiza actividades sin resultados tangibles ni casos de éxito.
Los recursos públicos y privados destinados a la atención a migrantes en Baja California padecen de opacidad y desvíos desde hace años. Activistas que lo hemos denunciado resultamos con amenazas y hasta “levantones”, como en el caso de Hugo de Ángeles de la Frontera. Nos urge generar la fuerza suficiente para compartir estrategias para “seguir el dinero” público que luego se queda sólo en agrupaciones religiosas, de las que muchas hacen mucho, como las “madres” de la casa de la “Madre Antonia” que atienden a mujeres preliberadas y en reclusión desde los 80, y otras podrían hacer más.
Acá no se ha logrado entender las acciones afirmativas. En el norte de México, se piensa que las medidas restaurativas con presupuesto público destinadas exclusivamente para grupos vulnerados son privilegios que buscamos para un solo sector. Se piensa que las políticas públicas encaminadas a la Transparencia y Rendición de Cuentas buscan “desconocer” a los gobiernos, cuando en realidad lo que hacemos con esta labor es fortalecerles, para que sean menos machos y más democráticos, para que sean corresponsables con las mujeres y dejen que funcionen la democracia paritaria, la política incluyente y las prácticas de gobiernos abiertos y sociedades participativas.
La migración mundial se ha feminizado; más mujeres, adolescentes, niñas, abuelitas, gays, travestis, transexuales y transgénero han decidido no soportar más e irse
En la última década la migración mundial se ha feminizado; más mujeres, adolescentes, niñas, abuelitas, hombres gays y travestis, transexuales y transgénero han decidido no soportar más e irse, venirse, moverse. Muchas de ellas vienen a Tijuana, donde apenas empezamos a mencionarles como población en un par de programas pobremente presupuestados.
Escapar de la violencia en Haití para llegar a Tijuana puede parecer irónico pero hay quienes sí llegan a sentirse más seguras acá. Las entiendo pero me pregunto si no estaré ya también afectada al grado de sentirme bien, a veces, en un lugar donde, según consejos y recomendaciones de activistas y expertos en seguridad, no debería.
La organización donde colaboro y de la que soy socia fundadora, la Red Iberoamericana Pro Derechos Humanos A.C., ha participado en la entrega de despensas y artículos sanitarios en albergues donde hay mujeres migrantes, provenientes de África y Haití, con el fin de acercarnos a ellas y saber qué tipo de “registro” o “acompañamiento” les estaba dando el gobierno [1], preocupadas porque conocemos el maltrato a las mujeres migrantes mexicanas y cómo sucede que nunca más aparecen cientos de niñas y adolescentes en la frontera.
Églantine, Laura, Nancy y yo anduvimos en varios sitios buscándolas cuando recién llegaron, llevamos cobijas a la frontera para las familias que estuvieron varadas ahí en el invierno pasado, y preguntamos (que es lo que mejor sabemos hacer, preguntar, como decimos “acá, pa´todo hay modo”).
“Eglan” es una compañera activista maestra de francés con quien coordinamos un ciclo de cine intercultural para migrantes, donde presentemos películas con información sobre el Sistema de Justicia, Salud y de Derechos Humanos y podamos discutir en francés algunos temas relativos a tramitología legal y migratoria. Al momento sólo hemos logrado cabildear un folleto que se imprimirá en francés a finales de este mes con el Instituto de la Mujer de Tijuana, con información para prevenir la violencia de género y la trata de personas, e invitaremos a diversas instancias a mesas de trabajo para obligarlas a cumplir con su labor.
En Tijuana algunas organizaciones, fundaciones, colectivas y grupos dan asistencia social a algunas personas migrantes, pero es sólo eso: asistencia social. No hay planes a largo plazo, ni un programa de integración social ni para prevenir la discriminación, ni un Plan para facilitar el diálogo intercultural.
Será difícil integrar en la democracia paritaria en los municipios del norte a las mujeres haitianas. En su país no es muy común que ellas lleguen al poder político, hasta hace unos años ocupaban solamente el 4% de las legislaturas. En México apenas nos estamos acostumbrando a respetar a los pueblos indígenas, apenas estamos abriendo la democracia a la paridad / hombre-mujer, ni siquiera incluimos todavía a los niños y niñas en todos los sistemas que tratan sobre sus derechos, ni hemos logrado que mujeres de la tercera edad representen sus necesidades reales, así que no es bueno el augurio para la integración política de las migrantes haitianas en Tijuana. Sin embargo, si las organizaciones y las mismas mujeres nos unimos en algunas acciones, sería más viable transformar esta política de machos en una más congruente y abierta.
La transformación social que genera la migración siempre será positiva para la humanidad porque nos da un “otro” y “otra” con quien comparar nuestra cultura y nos da la oportunidad de vernos en los ojos de alguien ajeno
La transformación social que genera la migración siempre será positiva para la humanidad porque nos da un “otro” y “otra” con quien comparar nuestra cultura, nuestras costumbres y familias y nos da la oportunidad de vernos en los ojos de alguien ajeno a lo que estamos acostumbradas a vivir. Estamos dispuestas a abrazar la oportunidad que nos brindan estas nuevas visiones, 2.600 personas haitianas viviendo ya de manera “regularizada” en la ciudad, 400 aproximadamente con trámites pendientes. En un principio se decía que habían llegado 4.500 almas, ahora los números exactos no los sabemos porque la gente que llega se mueve al este de la ciudad o habita en centros migratorios, a veces clandestinos, donde no hay regulación sanitaria ni se cuenta con los equipos de higiene suficientes.
Después del sismo de Ciudad de México dejaron de llegar despensas y ayuda para la crisis humanitaria que se vive acá, pero el mes pasado llegaron cientos de personas de Centro América en busca de asilo político de Estados Unidos.
Y que sigan llegando a Tijuana. Aunque no parezca, emancipa y, aunque no huela a libertad, libera. Echadme a vuestras masas oprimidas, acá nos acomodamos, al fin, “pa´todo hay modo”.
NOTAS:
[1] http://www.frontera.info/EdicionEnlinea/Notas/Noticias/03102016/1135793-Incrementa-llegada-de-migrantes-haitianos-a-Tijuana.html
REFERENCIA CURRICULAR
Meritxell Calderón Vargas. Mujer bajacaliforniana nacida en Barcelona en 1980, defensora de derechos humanos que dedica su trabajo a grupos vulnerados, abogada estudiosa de los Derechos Porvenir y la Alteridad, comediante en Tijuana y movilizadora social.