Revista con la A

25 de mayo de 2015
Número coordinado por:
Pepa Franco Rebollar
39

Políticas locales y perspectiva de género

La dimensión simbólica de la igualdad. Género y políticas culturales

Maribel Cárdenas

Maribel Cárdenas

El problema no era el número de mujeres, un escaso dos por ciento, ni que la organización no hubiera pensado en dedicar algunas de las letras a las trece mujeres que a lo largo de la historia han sido galardonadas con un Premio Nobel de literatura

1.- Las mujeres ausentes.

La ciudad amaneció engalanada, aquel día se inauguraba la Biblioteca Central y para celebrarlo el Ayuntamiento decidió cubrir de banderas la calle principal. Una letra en cada una de ellas y así, de la A a la Z, invitaban a las y los curiosos transeúntes a descubrir veintiocho grandes figuras de la literatura.

Yo era una de esas transeúntes y me dispuse a dejarme llevar por el itinerario propuesto: A de Artaud, B de Brecht… -Bonita idea-, pensé, no obstante me temía lo peor. Mis sospechas se vieron confirmadas, incluso superadas: veintiséis a dos. Sólo Woolf, Virginia y Xirinacs, Olga nos esperaban al final del trayecto.

El problema no era el número de mujeres, un escaso dos por ciento, ni que la organización no hubiera pensado en dedicar algunas de las letras a las trece mujeres que a lo largo de la historia han sido galardonadas con un Premio Nobel de literatura. No, el problema es que dejaran tan solas a nuestras autoras y tan privados de referentes femeninos a todas y todos nosotros.

Decía Victoria Sau [1] que «las señas de identidad y cultura vienen dadas por categorías masculinas exclusivamente, como si las mujeres se despertaran de un sueño en cada generación y encontraran que, mientras dormían, los hombres lo habían hecho todo».

El ejemplo anterior nos permite ilustrar, como sostenía Sau, que el verdadero problema del androcentrismo no es exclusivamente cuantitativo. No se trata sólo de invisibilizar a las mujeres y sus aportaciones, de reducirlas al olvido o al silencio, no, el verdadero problema es que conforma la dimensión simbólica de la desigualdad. El verdadero problema es que construye un relato en el que todo aquello verdaderamente relevante, destacado, universal, es obra de los hombres, suyo es el genio y el canon cultural.

2.- “Pan y Rosas”: sobre cultura, género y reconocimiento.

En estas últimas décadas las mujeres hemos impulsado colectivamente políticas públicas que nos han permitido conquistar derechos y libertades. Hemos denunciado violencias y desigualdades, hemos creado recursos y programas específicos, hemos impulsado políticas transversales y acciones positivas, hemos modificado leyes y conciencias. Eran muchos y urgentes los retos que teníamos.

No hay igualdad sin unas condiciones materiales que la hagan posible pero tampoco sin una narrativa simbólica que la legitime

Hemos centrado nuestros esfuerzos en la consecución de unas condiciones materiales más justas sin olvidar que el centro mismo de la igualdad radica en la dimensión simbólica. No hay igualdad sin unas condiciones materiales que la hagan posible pero tampoco sin una narrativa simbólica que la legitime. Y al igual que las obreras reclamaban “pan y rosas” para reivindicar su derecho al trabajo, pero sobre todo a unas mejores relaciones laborales, nosotras queremos “pan” y también queremos “rosas” que nos permitan subvertir el orden simbólico patriarcal.

La filósofa norteamericana Nancy Fraser [2] sostiene que las mujeres nos enfrentamos a tres dimensiones de la desigualdad: redistribución, representación y reconocimiento; de ellas, el déficit de reconocimiento es, para la autora, quizás el más normalizado y a la vez estructural, el más invisible y pertinaz.

Se trata de un tipo de injusticia que incluye la dominación cultural, el no reconocimiento y el irrespeto. Significa vivir bajo patrones culturales que no te son propios e incluso pueden llegar a ser hostiles, ser invisible en las representaciones interpretativas y comunicativas, aparecer de forma segada y estereotipada o directamente ser calumniada o menospreciada.

Características todas ellas presentes en la cultura dominante en nuestro contexto occidental durante siglos, que ha conformado nuestros imaginarios colectivos. Una cultura protagonizada, casi en exclusividad, por hombres, con altas dosis de misoginia y representativa de un universo de valores y creencias androcéntricas.

Las mujeres no sólo queremos ser visibles, tener presencia, memoria y genealogía, las mujeres queremos también ampliar los contenidos culturales, abrir nuevos horizontes, proponer nuevas palabras y otros símbolos para conseguir, así, que la cultura responda a las aportaciones, propuestas y anhelos de mujeres y hombres.

3.- El legado de las “Guerrilla Girls”.

Esa ha sido la finalidad de iniciativas míticas como la protagonizada por las “Guerrila Girls”, un colectivo de artistas feministas creado en Nueva York, en 1985, con la intención de denunciar la exclusión de las mujeres en el mundo del arte y al tiempo promocionar su presencia.

Una cultura desigual crea desigualdad

En el Estado español la asociación “Clásicas y Modernas” viene denunciando la profunda desigualdad entre mujeres y hombres que reina en el mundo de la cultura, mucho más incomprensible y anacrónica cuando las mujeres son mayoría entre las personas con estudios superiores y, particularmente, en el ámbito de las humanidades y, lo que es más importante, “Clásicas y Modernas” nos recuerda que una cultura desigual crea desigualdad.

Una cultura -científica y artística- creada principalmente por hombres produce unos contenidos que refuerzan el protagonismo masculino, al presentar al varón como sujeto y su experiencia como universal, mientras que la mujer es vista como un ser secundario, accesorio o ausente, cuyas experiencias merecen menos interés y resultan menos representativas. Esos contenidos pasan luego a la educación, perpetuando y justificando la desigualdad. La voluntad reiteradamente expresada por nuestra sociedad de garantizar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres queda sin efecto ante el poder de unos modelos culturales sesgados.”[3]

Una desigualdad y un sesgo que se expresan en hechos tan “normalizados” como que solo contemos con 10 académicas de la RAE en sus 302 años de historia, o que solo un 7,5% de los referentes culturales y científicos que aparecen en los libros de texto de la ESO sean mujeres [4], entre un largo etcétera de posibles ejemplos.

4.- Políticas públicas, genealogías y reparación.

Contra ese orden simbólico se han enfrentado las políticas de igualdad con una amplia propuesta de actuaciones.

En primer lugar, debemos destacar el importante esfuerzo que están llevando a cabo una multiplicidad de concejalías y equipos técnicos para recuperar la historia de las mujeres y tejer, así, una genealogía que nos devuelva la memoria arrebatada, las aportaciones de las mujeres que nos precedieron. Una genealogía que nos permite sabernos deudoras de su legado y, al tiempo, comprender que formamos parte de una larguísima saga de mujeres que nos precede y que irá mucho más allá de nosotras.

Una genealogía imprescindible para entender nuestro lugar en el mundo y para dotar tanto de referentes femeninos como masculinos a mujeres y hombres, a niños y niñas.

No debemos olvidar tampoco todas las iniciativas destinadas a reparar el déficit de reconocimiento de las mujeres en el arte y la cultura que se están llevando a cabo desde miles de municipios: presentaciones literarias, cuentos no sexistas, exposiciones de artistas locales, concursos, programaciones, artículos, publicaciones específicas…

Iniciativas, todas ellas, imprescindibles porque no podemos permitirnos olvidar que la igualdad solo será efectiva si habita en la mente y en los corazones de hombres y mujeres, si forma parte de nuestro patrimonio simbólico y cultural porque, parafraseando a “Clásicas y Modernas”, sólo una cultura en pie de igualdad hará posible la verdadera igualdad.

NOTAS

[1] Sau, Victoria. Elementos para una educación no sexista. Feminario de Alicante.
Disponible en:
http://bib.cervantesvirtual.com/FichaAutor.html?Ref=4739

[2] Fraser, Nancy. 1997. Iustitia Interrupta: reflexiones críticas desde la posición post- socialista. Siglo del Hombre Editores.

[3] Clásicas y Modernas. Manifiesto por la Igualdad en la Cultura.
Disponible en:
http://www.clasicasymodernas.org/wp-content/uploads/CyM-CIIMA-AMIT-MAV-MANIFIESTO-POR-LA-IGUALDAD-EN-LA-CULTURA-1-3-2013.pdf

[4] López Navajas, Ana. 2014. Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales de la ESO. Una genealogía del conocimineto ocultado.
Disponible en:
http://www.mecd.gob.es/dctm/revista-de educacion/articulos363/re36312.pdf?documentId=0901e72b817fcfba

REFERENCIA CURRICULAR

Maribel Cárdenas Jiménez es Feminista con  una amplia trayectoria profesional en el desarrollo de las políticas públicas de igualdad, siendo responsable, entre otras iniciativas, del Plan contra la Violència hacia las Mujeres del Ayuntamiento de Barcelona y de la Oficina de Políticas de Igualdad de la Diputación de Barcelona. Este compromiso también lo ha expresado a través de la docencia específica en temas de género tanto en la Universidad, en calidad de profesora asociada, como en la formación de profesionales y con la publicación, como coautora, de distintas obras, entre las que destacamos «Ideas que cambian el mundo». 

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