Revista con la A

25 de marzo de 2015
Número coordinado por:
Bethsabé Huamán Andía y Lucía Melgar
38

Feminismos en América Latina

Del II al XIII EFLAC: (des)encuentros, desencantos y apuestas

Bethsabé Andía

Bethsabé Andía

Pensé que el XIII EFLAC con su manifiesto político titulado “Por la liberación de nuestros cuerpos” sería la oportunidad de pasar a otra etapa, es decir, a una de análisis estructural del sistema de salud y su relación con otros sistemas, como el alimentario y el económico

El año 1983 asistí al II Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (II EFLAC) realizado en un club en las afueras de Lima congregando a más de 600 mujeres. En ese entonces participaba de la organización feminista “Mujeres en Lucha” que fue parte del Colectivo Organizador, tocándonos asumir varias tareas. En lo particular tuve a mi cargo la recopilación de las ponencias y demás material. Para este XIII EFLAC propuse la realización de tres talleres autogestionarios: Mujeres, interculturalidad y soberanía alimentaria; Feminismo, interculturalidad y salud; y Economía Feminista en Latinoamérica y el Caribe hoy. Siendo aceptados los dos primeros.

Durante el II EFLAC hubo una amplia discusión alrededor del patriarcado y sus diversas manifestaciones, combinada con talleres vivenciales de autocuidado como una forma de tomar la vida en nuestras manos desde lo personal hasta lo político, porque no sólo reivindicábamos que lo personal era político, sino que participábamos en la esfera política para cambiar el mundo desde una mirada feminista.

Uno de los talleres en los que participé fue el de “Salud y Patriarcado”, donde vimos desde aspectos prácticos como conocer nuestro cuerpo, hasta el cuestionamiento del poder médico y la falta de una medicina preventiva, ya que asumíamos la salud como un asunto de mujeres y de activistas. Levantamos las contradicciones entre la medicina tradicional y la medicina occidental, demandando sistemas de salud que reconozcan las enfermedades específicas de las mujeres.

Treinta y un años después pensé que el XIII EFLAC con su manifiesto político titulado “Por la liberación de nuestros cuerpos” sería la oportunidad de pasar a otra etapa, es decir, a una de análisis estructural del sistema de salud y su relación con otros sistemas, como el alimentario y el económico -sustentado éste en la expropiación del trabajo no remunerado de las mujeres, para mantener el patriarcado capitalista-, aportando desde el feminismo propuestas y tareas concretas contra la mercantilización de nuestros cuerpos para hacer de la salud un bien público.

Tuve muchas expectativas y emociones encontradas. El EFLAC por su diversidad es siempre motivo de algarabía y entusiasmo, además de íntima felicidad por el reencuentro con compañeras de tantos años de luchas y victorias. Sin embargo, terminé con la sensación de haber asistido a un evento sin mayor trascendencia, a una historia anunciada, que se me revelaba por la manera en que se ha venido desenvolviendo el movimiento feminista hegemónico.

A diferencia del II EFLAC aquí no hubo “Encuentro” en el sentido de congregarnos en un mismo espacio para compartir y convivir unos días. Con la idea de no ser un movimiento que se aísla del contexto, el Encuentro se llevó a cabo en un lugar céntrico para “tener visibilidad pública” a costa de estar dispersas en diferentes hospedajes de la capital, con menos posibilidad de interactuar, de generar espacios y charlas informales, de subvertir tal vez hasta el propio formato del Encuentro.

De otro lado, entre las diversas actividades programadas, se perdió el objetivo por el que se iniciaron los Encuentros, “hacer una reunión de mujeres latinoamericanas comprometidas en una práctica  feminista para intercambiar experiencias, opiniones, identificar problemas y evaluar las distintas prácticas desarrolladas, así como planear tareas y proyectos hacia el futuro” [1].

Las mañanas se dedicaron a la presentación de exposiciones en paneles y su posterior discusión en grupos. Lo que se convirtió en una larga lluvia de ideas, sin la posibilidad de definir temas prioritarios para su discusión y debate en una plenaria. Los talleres de las tardes, en su mayoría, más que autogestionarios, dieron la impresión de responder a las agendas de las agencias de cooperación, que casualmente también financiaron la participación de varias asistentes. Es por ello sintomática la prevalencia de un listado de temas en desmedro de objetivos y estrategias que permitan conjugar esfuerzos hacia una acción colectiva.

Preocupa que en la Declaración Final, luego de 30 años, los derechos y la salud sexual y reproductiva se limiten a la despenalización del aborto y reclamar justicia frente a las esterilizaciones forzadas -por más importantes que sean estos temas-, sin plantear qué sistema de salud queremos, sin analizar ni denunciar la medicalización de nuestras vidas y la manera en que nuestras demandas vienen siendo coaptadas por el sistema capitalista para favorecer a las trasnacionales de la salud. Prueba de ello es la vacuna contra el virus del papiloma humano que se viene aplicando a niñas y adolescentes, incrementando el riesgo de contraer cáncer. SaneVax ha reportado ya 216 muertes y 37.920 efectos adversos [2]. También es alarmante la cantidad de mujeres que son mutiladas innecesariamente: un estudio muestra que una de cada cinco histerectomías es innecesaria [3].

Un elemento preocupante es la creciente parcelación del movimiento feminista

Otro elemento preocupante es la creciente parcelación del movimiento feminista. Ahí donde la diversidad de actoras podría ser una fortaleza, se torna una debilidad por la inclusión en la “agenda feminista” de temas y demandas aisladas, sin puntos de confluencia y sin propuestas políticas, lo que conduce a una pérdida cada vez mayor de la capacidad contestataria y de propuesta del movimiento feminista, impidiendo que desde la diversidad se contribuya a transformar el sistema capitalista patriarcal.

En ese sentido, la propuesta del “feminismo comunitario”, expresada en el Encuentro, podría ser un interesante punto de partida que lamentablemente se soslayó en la Declaración Final pese a que ahí se reconoce que “las disputas reconocidas y trabajadas… amplían nuestros horizontes de posibilidades” [4].

Después de tres décadas tenemos que radicalizar nuestra consigna. “Lo personal es político” quizá fue el mayor aporte del movimiento feminista a la manera de ver y hacer política. Hicimos temas públicos de muchas prácticas que se consideraban “triviales o privadas”; demostramos que no eran problemas individuales sino que estaban estructurados por relaciones de poder. Planteamos que la política es también lo que hacemos en nuestra vida cotidiana, reivindicando un continuum entre las cosas “triviales” y las llamadas políticas.

Reivindicamos la relación entre medios y fines, recalcando que el modo en que hacemos las cosas es tan importante como lo que nos proponemos hacer. Ampliamos la concepción de las prácticas que son pertinentes como algo que importa en todos los detalles, estemos donde estemos [5].

Por tanto, resulta paradójico que en la Declaración Final se mencione que “la sostenibilidad de la vida en el planeta se ve amenazada lo que pone en cuestión los modos de consumo y producción imperantes” y, en contradicción con lo declarado, se dejó una inmensa huella ecológica, dada la cantidad de desechos no orgánicos que se generaron y el tipo de alimentación que se brindó, sin noción de lo que significa la preservación del medio ambiente y la soberanía alimentaria.

El neoliberalismo no sólo es un sistema económico, es un sistema de vida ante el cual tenemos que promover y dar alternativas concretas que contemplen una mirada intercultural basada en modelos de vida en armonía con la naturaleza.

No bastan los sueños, ni las denuncias, ni la resistencia, tenemos que comenzar a crear y ser aquello que queremos.

 NOTAS

 [1] http://13eflac.org/index.php/cosechando-memorias/1er-encuentro-bogota-colombia-1981

[2] http://sanevax.org/hpv-vaccine-multiple-sclerosis-diseases-central-nervous-system/

[3] http://www.elsevier.com/about/press-releases/research-and-journals/nearly-one-in-five-women-who-undergo-hysterectomy-may-not-need-the-procedure#

[4] http://www.13eflac.org/boletinas/Boletina_especial.pdf

[5] Andía Pérez, Bethsabé. “Lo personal es político. Una lectura de lo público y lo privado”. Boletín Generando. N°10. Lima: Instituto Runa, noviembre 2007. http://bit.ly/1GHyKKE

 

REFERENCIA CURRICULAR

Bethsabé Andía Pérez. Economista Feminista, Licenciada en Economía, Magíster en Administración y egresada de la Maestría en Políticas Sociales con mención en género, población y desarrollo. Especialista en la formulación, gestión y evaluación de proyectos de desarrollo e investigadora y consultora en temas de género y economía.

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